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lunes, 10 de octubre de 2011

La Columna de Liberalio: ¡SE NOS CALENTÓ UN CURA!


La carne pecaminosa...
Unos días atrás, el cura Marcelo Galvez de la iglesia San Francisco de Sales de Vitacura expulsó de misa a la modelo argentina Lucila Vit, que asistió con una minifalda de mezclilla, una polera y una chaqueta de cuero a la ceremonia en recuerdo del fallecido Benjamín Alvarado, hermano de Carlos, actual pareja de la argentina.

El cura la llamó, en público, para que pasara adelante y le pidió retirarse por su vestimenta. Posteriormente, indicó que esta señorita “llegó con una minifalda que no te cuento y eso me hierve la sangre, lo encuentro una falta de respeto... hay que ser más decente". Además, en su defensa, el cura señaló que "le dije al cuñado: oye, pero tremendas piernas que tenía'... y el cuñado me dijo: 'usted es sacerdote no puede estar mirando eso'. Desubicado el compadre, no entiende que uno es un ser humano en todas partes, esté en la misa o en otro lado".

Finalmente, ante la pregunta de que suena extraño escucharle un comentario sobre las hermosas piernas de una  mujer a un sacerdote, dijo: "Uno se lo guarda para adentro, pero a mí no me gusta andar con santos tapados, es lo que pasa y eso no puede ser dentro de la iglesia". En resumidas cuentas, estamos en presencia de un curita calentón.

La crisis del celibato sacerdotal

De acuerdo a www.aciprensa.com, “en la Iglesia Católica, los curas «son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato "por el Reino de los cielos". Así, todos los sacerdotes «están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos, y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato» (Código de Derecho Canónico c. 277)…

…Este celibato sacerdotal se le considera un «don peculiar de Dios» (Código de Derecho Canónico c. 277), que es parte del don de la vocación y que capacita a quien lo recibe para la misión particular que se le confía. Por ser don tiene la doble dimensión de elección y de capacidad para responder a ella. Conlleva también el compromiso de vivir en fidelidad al mismo don…

…En otras palabras, el celibato permite al cura «unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres» (Código de Derecho Canónico c. 277). En efecto, como sugiere San Pablo(1Cor 7,32-34) y lo confirma el sentido común, un hombre no puede entregarse de manera tan plena e indivisa a las cosas de Dios y al servicio de los demás hombres si tiene al mismo tiempo una familia por la cual preocuparse y de la cual es responsable…”.

Por lo tanto, lo acontecido en el caso del cura Galvez va en contra de la figura del celibato sacerdotal y es una clara manifestación de la relativización que presentan algunos de sus pastores. Al parecer, se han ido relajando algunas normas internas propias de dicha organización que pudieran ser sus síntomas finales.

Los casos de pedofilia y de abusos sexuales, además, de este caso, muestran a las claras como el instinto humano no puede ser encerrado en una cárcel de obligaciones anti-natura porque siempre encontrará una vía de escape para expresar su potencial.

Quizás ha llegado el momento de que la Iglesia Católica elimine el celibato y permita la llegada de mujeres al sacerdocio. Esta empresa humana ha sido la más exitosa de nuestra historia, y requiere una renovación de liderazgo para que siga iluminado a sus fieles.

Renovarse o morir, ¿el sino de la Iglesia Católica?

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