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sábado, 27 de julio de 2013

Sociedad. NIETZCHE Y LA IMPOSIBILIDAD SOCIALISTA.


Nietzsche y la imposibilidad del superhombre
“Y Zaratustra habló así al pueblo:
Yo os enseño el superhombre.
El hombre es algo que debe ser superado.
¿Qué habéis hecho para superarlo?
Todos los seres han creado hasta ahora
algo por encima de sí mismos:
¿y queréis ser vosotros el reflujo
de ese gran flujo y retroceder
al animal más bien que superar al hombre?
¿Qué es el mono para el hombre?
Una irrisión o una vergüenza dolorosa.
Y justo eso es lo que el hombre debe
ser para el superhombre:
una irrisión o una vergüenza dolorosa”.
Friedrich Nietzsche, Así Habló Zaratustra

Ya es habitual leer respecto de la degradación moral del ser humano, y algunos se atreven a indicar que se está intensificando: el ser humano no tiene fondo en su degradación. Un conocido me comentaba “¿A dónde vamos a ir con esta degradación?...”. Y ponía como ejemplos las permanentes faltas de respeto de unos contra otros; las guerras e invasiones; los genocidios; el terrorismo en todas sus formas; la esclavitud y el tráfico de personas; el racismo y xenofobia; la violencia en todas sus formas, la conducta lesbiana y homosexual; la soberbia y arrogancia de los que ostentan el poder; la permanente violencia contra las mujeres y niños; el lenguaje vulgar y en público de niños y niñas en formación; la conducta lujuriosa de muchos jóvenes que buscan el placer fácil; la conducta pedófila de algunos sacerdotes, la búsqueda del dinero fácil; el bullying escolar; el acoso en el lugar de trabajo; la alegre irresponsabilidad de los criminales; la mentira flagrante para evitar un castigo, la cobardía permanente, el despotismo de los jefes….Y así suma y sigue. Pareciera que en vez de avanzar, la humanidad retrocede.

Y, en paralelo con esta supuesta degradación humana, surgen aquellos que creen tener la receta para convertir al ser humano en un ángel del cielo; se creen los elegidos para llevarnos al cielo. En el ámbito religioso, las iglesias presentan un cuerpo de creencias que obliga a las personas a su cumplimiento, y en el ámbito político, ciertas ideologías se declaran las llamadas para procrear hombres y mujeres, buenos y nuevos, por medio de instituciones que desarrollan el dirigismo y la ingeniería social a nivel masivo. En política, los socialistas pretenden reformar al ser humano pero siempre terminan extrayendo lo peor; solo recordar las tristes dictaduras socialistas que han traído miseria y pobreza a tasas crecientes.

EL SUPERHOMBRE DE NIETZCHE.

Ya lo decía Nietzsche: el ser humano sigue siendo un emparedado de ángel y bestia; un pozo de mierda que mira un cielo lleno de estrellas. En suma, sigue siendo el mismo desde siempre, y no es posible aspirar a que evolucione en positivo. Nietzsche ya había planteado que el ser humano es un ser miserable e inmundo, un ser a medio hacer, un puente entre la bestia y el superhombre, un paso de la pura animalidad a la super-humanidad. Es su destino, pero en su recorrido evolutivo ha avanzado muy poco y, por eso, afirmaba que “habéis evolucionado del gusano al hombre, pero todavía hay mucho de gusano en vosotros...”.

Además, Nietzche consideraba al ser humano como una enfermedad en el universo, y como el único animal que todavía no se ha consolidado en todo su potencial. Afirmaba que la vida humana trae consigo un riesgo: si no nos superamos, tendemos a volver a la animalidad primitiva. Es decir, el ser humano se resiste a evolucionar, no quiere abandonar los valores de su pasado remoto y dar un nuevo sentido a su humanidad. Se supone que debe mirar al futuro, concebir ideales y lograr destinos, pero, en cambio, camina hacia adelante con la cabeza vuelta hacia atrás.

Según Nietzsche hay tres versiones del ideal humano. En primer lugar, el ser humano persigue el ideal estético en el cual se confrontan lo dionisiaco y lo apolíneo; lo dionisíaco representa la embriaguez desenfrenada de gozar la vida, mientras que lo apolíneo representa la armonía de forma y la búsqueda de la belleza. En segundo lugar, el ser humano persigue el ideal científico y la obtención de la sabiduría por medio del esfuerzo de forzar el pensamiento hasta el máximo límite posible. Finalmente, en tercer lugar, el mayor ideal es la búsqueda del camino que conduce al superhombre que integra y sintetiza todo un marco valórico distinto.

Nietzsche manifestaba que las masas -el "rebaño", la "manada" o la "muchedumbre" -  se adaptan a la tradición y se someten de buen talante a lo que mande la autoridad, mientras que su superhombre es seguro, independiente y muy individualista; siente con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y reprimidas por la razón; se centra en el mundo real, más que en las recompensas del mundo futuro prometidas por las religiones o las creencias políticas; acepta la vida, el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia humana; es un creador de valores que refleja la fuerza e independencia de alguien que está emancipado de las ataduras del “humano envilecido" por la práctica religiosa o política.

En sus planteamientos, Nietzsche se nutría de Schopenhauer que sostenía “que todo acto o proyecto humano está motivado por la voluntad de poder". Y aquí no nos referimos al poder ejercido sobre otros –el poder socialista- sino al poder ejercido sobre uno mismo –el poder responsable- vital para el ejercicio de la autonomía y creatividad en el proceso de paso al superhombre.

¿Y cuáles son esos pasos?. Para que llegue el tiempo de los superhombres, cada persona individualmente debe recorrer un camino lleno de espinas y desafíos, y pasar por tres fases:

PRIMERA FASE: Bajarse del camello para…

Se dice que el camello es el símbolo del ser humano actual; impregnado de la moral de esclavos y que soporta el peso de la carga con paciencia; gime y se queja; se resiente del castigo que recibe y se rebela parcialmente.

SEGUNDA FASE: …caminar junto al león…

El león siempre ha sido el símbolo del ser humano revolucionario; el que se enfrenta a la moral de los esclavos, rompe las cadenas y se rebela, pero no para caer en las garras de nuevos amos, sino para ser el amo de su propio destino. Por ahí caminan algunos que nos alientan para que nos convirtamos en un león con el fin de aniquilar a los amos antiguos, pero están prestos para encadenarnos cuando ya no les servimos…¡Cuidado con ellos!.

TERCERA FASE: …y transformarse en un niño.

Después de romper las cadenas de la esclavitud, el león tiene que transformarse en un niño que simboliza la pureza e inocencia de la infancia, desde la que es posible recrear un nuevo marco de valores.

Nietzche planteaba que el superhombre representaba ese nuevo marco de valores: el amor a la vida, el sentido de la Tierra y la exaltación de los instintos ascendentes. El ser humano para convertirse en superhombre debe expulsar de su interior a todos los dioses que lo han sometido; no se trata de divinizar al ser humano sino de convertirse en un ser con plenitud de poder y de dominio sobre sí y sobre los demás. Pero esta transformación requiere, según Nietzsche, de una enorme voluntad de auto-dominio, de no-agresión y de sentimientos hacia lo ajeno, una "voluntad de poder" para la cual no todos están dispuestos a hacer sacrificios. La moral del rebaño es más cómoda y placentera, ¿para qué sufrir?.

¿PODREMOS CREAR SOCIEDADES BUENAS CON LO BESTIAS QUE SOMOS?.

En otras palabras, compartimos lo planteado por Nietzsche: el ser humano “es una corriente impura y cenagosa”. Pero, hay esperanzas porque para nuestro filósofo “el ser humano es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre: una cuerda sobre el abismo…”. “El ser humano es una cuerda sobre el abismo”. Sobre los abismos que cada uno debe cruzar en sus vidas, para bien y para mal.

Así, ¿podremos crear sociedades buenas conformadas por seres humanos, mezcla de bestia y ángel?. Algunos autores han planteado, basándose en el pensamiento de Aristóteles, que es necesario diferenciar lo que es un buen ciudadano de lo que es una buena persona. Así, en general, mientras el Estado socialista sueña con tener buenas personas, el Estado liberal se limita a cultivar a los buenos ciudadanos. Y aquí surge el conflicto.

Un Estado liberal, en forma, pretende desarrollar en las personas aquellas virtudes personales necesarias para llegar a ser buenos ciudadanos, como la capacidad de pensar de manera crítica y la indispensable independencia. En cambio, en un Estado socialista se sostiene que el rol del Estado es promover las virtudes que constituyen a una buena persona en el ámbito social.

Es decir, en un Estado socialista-religioso se considera que las personas son incapaces, irresponsables, indisciplinadas y auto-indulgentes por naturaleza; si se les deja a su propio arbitrio, abusarán de sus libertades dando resultado el que se transformen en disolutos, indolentes y abusadores. Por lo tanto, se requiere un gobierno fuerte que dirija y moldee a los ciudadanos, en base a un cierto ideario maestro que permita depurar los aspectos débiles de sus naturalezas, mediante la creación de instituciones y políticas que intervienen los ámbitos privados de las personas. Así, en estos Estados, el poder estatal -validado por la mayoría- se usa para generar comportamientos que algunas minorías consideran virtuosos como permitir/castigar el aborto, consumo de drogas, pornografía, divorcio, matrimonio homosexual, etc.

Y la gente tiende a votar por candidatos que proponen implementar Estados socialistas-religiosos porque tienen la esperanza de que sus vidas cambien para siempre. Y, efectivamente, sus vidas cambian para siempre, pero la cuestión…¿para bien o para mal?. En el corto plazo, estos regímenes estrangulan la iniciativa individual, logrando la igualdad a la fuerza; poco a poco, se pierde el espíritu vital que posibilita el progreso y las personas se marchan a otros lados o se someten a la apatía general; el mundo se detiene y los jóvenes solo piensan en emigrar para siempre. En otras palabras, estos regímenes socialistas-religiosos pretenden crear seres humanos “nuevos y buenos”, pero solo crean seres humanos pobres y tristes, mientras la élite gobernante -nomenklatura- envejece demasiado lentamente. La dictadura cubana es un ejemplo de ello.

El ser humano está perdiendo sus libertades porque les han convencido de que su animalidad es incontrolable, y que se requiere un ente externo que lo controle y regule; no le han permitido aprender en base a la prueba y el error; está perdiendo la noción de su propia responsabilidad para traspasársela a otros; le han convencido que la razón de su animalidad es el comportamiento de otros. Es decir, está perdiendo su individualidad para perderse en el anonimato del colectivo, fácil de manipular para la élite que busca satisfacer sus propios intereses.

Por eso, en todo el mundo y a cada momento, los políticos adquieren más y más poder, pese a la revuelta social y al rechazo ciudadano, ¿Qué está pasando?. La gente no sabe que salir a las calles para pedir más Estado en todos los ámbitos y cambiar a unos políticos por otros, no es la clave para solucionar sus problemas, porque al final es cambiar al gato para que siga cazando los mismos ratones. La gente no ha logrado comprender que la clase política solo vela por sus propios intereses, y atiende lo intereses de todos si eso les conviene. En otras palabras, la gente permite que la animalidad de los políticos se imponga socialmente, y los valida electoralmente.

La verdadera pregunta es: ¿por qué la gente cede y entrega con tanta facilidad espacios de decisión individuales a personas que solo velan por sus propios intereses?, ¿por qué las personas han olvidado que el verdadero poder lo tienen ellas y los políticos son meros funcionarios a su servicio?. Una de las razones ya la hemos planteado: la gente está convencida que su animalidad necesita ser controlada.

Una “sociedad buena” es una sociedad libre que no puede ser implementada mediante la planificación centralizada liderada por una élite de políticos que solo satisface sus propios apetitos y que se basa en el miedo o la ilusión de un futuro mejor; una “sociedad buena” es el resultado de las acciones que realizan las personas en torno a un marco de valores, considerado “bueno”, en constante movimiento. Y este marco de valores no puede ser impuesto por la fuerza o la coacción sino que por el consenso y el respeto de todos. En otras palabras, las sociedades son buenas porque las personas que la integran así lo consideran, y esto solo puede ser logrado en una sociedad libre.

En resumen, el ser humano es un maravilloso experimento de la naturaleza, en permanente desarrollo y modelado. Por eso, mientras más espacios de libertad existan, surgirán mayores oportunidades para la prueba y el error que nos puede llevar por los mejores caminos; necesitamos equivocarnos para valorar lo que tenemos cuando lo perdemos. Debemos ser conscientes de nuestra animalidad y esforzarnos por ponerla al servicio de nuestros sueños más caros.

PANORAMA Liberal

Sábado 27 Julio 2013

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