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domingo, 9 de junio de 2013

Política. DANIEL KAHNEMAN, DEMAGOGIA Y NEUROPOLÍTICA

Daniel Kahneman ganó el premio Nobel con sus estudios de neuroeconomía, ¿podrán traspasarse sus conclusiones y hablar de neuropolítica para entender el comportamiento demagógico de los políticos?
Algo se está pudriendo, desde hace mucho tiempo, en las democracias modernas. En todo el mundo, y a cada momento nos enteramos del comportamiento racional de cientos de políticos que toman decisiones de cuestionables resultados pero que son reelectos una y otra vez, y continúan tomando el mismo tipo de malas decisiones. Por ejemplo, estamos de acuerdo que el mundo debe ser construido a escala humana, y esta es la razón que dan los socialistas para implementar Estados de Bienestar puesto que creen que a las personas se les debe garantizar la prosperidad actual y futura de una manera automática y sin esfuerzos. El problema es que las necesidades humanas siempre son crecientes e ilimitadas y es imposible satisfacer siempre a todos por siempre.

En todo el mundo los políticos buscan la reelección para seguir disfrutando de los beneficios del poder, y por eso, siempre toman decisiones con resultados de corto plazo, dando la espalda a los impactos de largo plazo. Así, nos embarcan a todos en un fracaso esperado, ¿qué está pasando con nuestras democracias que no somos capaces de crear una base de políticos responsables?, ¿Cómo podemos filtrar la grasa política que toma decisiones de corto plazo?, ¿o los electores son incapaces de reconocer la grasa política que es complica la vida a tasas crecientes?.

De alguna manera, las democracias modernas están haciendo agua por todas partes porque hemos entregado demasiadas cuotas de poder a esa clase social: la clase política. Es decir, las democracias modernas están en problemas porque la clase política ha sido incapaz de dejar de lado sus intereses personales en pos de los intereses grupales, nos mienten en forma descarada al declararse “servidores públicos”...¿por qué, entonces, el electorado sigue confiando y viendo a la clase política como parte de la solución cuando es parte del problema?.

DANIEL KAHNEMAN; DEMAGOGIA Y NEUROPOLÍTICA

Esbozaremos una respuesta a dicha pregunta basándonos en los estudios de un psicólogo, Daniel Kahneman, quién ganó en el año 2002 el Premio Nobel de Economía por medio del cual se reconoció la influencia de sus estudios que mostraban que nuestras decisiones no son tan racionales como parecen, abriendo nuevos caminos a la naciente neuro-economía, una disciplina que aspira a explicar los vaivenes financieros como el fruto de un cerebro que a menudo se guía por su instinto más irracional. ¿Y en el ámbito político?, ¿podemos denominarla neuropolítica?. También se puede aplicar.

A fines del año pasado, Kahneman publicó el libro “Pensar rápido, pensar despacio”, Editorial Debate, que intenta explicar las limitaciones de la racionalidad humana a la hora de hacer juicios y tomar decisiones en ambientes inciertos. Kahneman postula que la racionalidad humana se basa en dos sistemas: Sistema 1 o S1 y Sistema 2 o S2.

El sistema S1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario; se centra en la evidencia existente e ignora la evidencia ausente y se basa en la lógica de "lo que ves es lo que hay". Por su parte, el sistema S2, centra la atención en actividades mentales que requieren esfuerzo e incluye los cálculos complejos y se basa en la lógica de “lo que en verdad pasa”. Las operaciones de S2 están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse.

En otras palabras, S1 se encarga de razonar de forma rápida, automatizada, intuitiva, pero muchas veces inconsciente, mientras que S2 razona más lentamente, analizando razonadamente las propuestas de S1 y disponiendo. En ese proceso, S1 se ve influido por los sesgos, el azar, las intuiciones incorrectas, la incertidumbre del entorno y otros factores que impiden darnos cuenta de nuestros errores y que tengamos demasiada confianza en nuestras capacidades. Así cometemos errores al tomar decisiones trágicas, basados en intuiciones incorrectas.

¿Qué nos enseña la neuropolítica?. La inmensa mayoría de los ciudadanos vota con S1. Por ejemplo, basan sus decisiones en intuiciones, sensaciones, impresiones y en la apariencia del candidato…Eligen para cargos políticos a artistas, cantantes, futbolistas y cualquier persona que sea conocida y con llegada al electorado. Es decir, en los períodos electorales no se deben usar mensajes racionales sino emocionales, apelando a nuestros instintos y no a nuestro ser racional. Es la razón por la cual una persona como Bachelet llega con facilidad a su electorado…las mujeres y los más débiles.

Además, no sabemos con certeza de dónde vienen nuestros valores o nuestras creencias; por qué algunas cosas nos repugnan u otras resultan tan atractivas (¿educación?, ¿genética?, ¿ambiente?). Pero, lo único que importa es que están grabadas en nuestro cerebro y para nosotros son ciertas. Este es el motivo por el que es tan difícil cambiar las percepciones de las personas; aceptamos que algo es cierto si encaja con esos prejuicios. Es imposible cambiar las percepciones de una persona a base de razonamientos. Sólo podemos hacerlo por medio de mecanismos emocionales y los políticos son conscientes de ello.

En otras palabras, S1 no está preparado para asumir objetivos a largo plazo porque se alimenta del corto plazo, del presente o del futuro inmediato. Es la razón por la cual a los seres humanos les resulta complejo asumir emocionalmente que deben sacrificarse hoy para lograr un objetivo lejano. Por eso, siempre las preferencias van por elegir lo inmediato y menos costoso, a lo lejano y más costoso. El atractivo de lo inmediato siempre es irresistible.

¿Qué podemos concluir?. La neuropolítica nos permite justificar el surgimiento del político demagogo y populista porque, en primer lugar, debe apelar a las emociones de los ciudadanos para ser electo. Por ejemplo, en nuestros países poblados con pobreza mental y material, si una persona fue torturada, maltratada e insultada tiene mejores opciones electorales que si es exitosa, ganadora y millonaria. Por eso, al final, la “víctima” Bachelet vende más que el “millonario” Piñera.

En segundo lugar, la neuropolítica nos indica que un político jamás debe olvidar que su mensaje y sus acciones solo deben enfatizar el corto plazo puesto que los efectos de largo plazo serán responsabilidad del que esté a cargo en ese momento. Hace algún tiempo, alguien dijo que muchos políticos actúan con demasiada rapidez para satisfacer a la calle porque “las prisas pasan, las cagadas quedan”. Y así funcionan los políticos.

En tercer lugar, un político jamás debe ofrecer medidas impopulares que requieran esfuerzos por parte de los electores porque ninguna persona racional está dispuesta a sacrificios inciertos sin una ganancia notoria; todos buscan obtener lo máximo posible con el mínimo esfuerzo. Los políticos demagogos tienen claro que cuando las cosas van bien, deben sonreir y ofrecer todo lo que puedan, pero, ¿qué hacer cuando las cosas van mal?. Tomar decisiones impopulares es muy difícil y sólo lo logran líderes capaces de apelar a las emociones de los ciudadanos, políticos capaces de convencer a sus electores de que si no hacen algo la situación empeorará en el largo plazo.

En resumen, los políticos y su electorado usan el sistema S1 para tomar sus decisiones. Ambos, se basan en mensajes emocionales, con efectos corto plazo y sin exigir esfuerzo alguno. En otras palabras, los electores no tienen ni han educado su capacidad de pensar a largo plazo. Y los políticos abusan de esta incapacidad, ¿podremos revertirla?.

PANORAMA Liberal

Domingo 9 Junio 2013

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