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lunes, 29 de octubre de 2012

Política COMO UN COMUNISTA COMIENZA A HACER CARRERA POLÍTICA.

Los neo-comunistas, la nueva especie joven de los comunistas, no son como antaño, austeros y rígidos. Hoy, son jóvenes y bellas, gozadores de los beneficios del capitalismo y que usan para continuar con sus ridículas letanías...  

Con toda probabilidad, los más intelectuales deben arrugar su nariz cuando escuchan hablar a Adriana Barrientos. Es una mujer que ha hecho una carrera en la televisión y la farándula con acciones y programas mirados con sorna y cierto desprecio. Y pueden tener razón. Sin embargo, en una reciente entrevista se refirió a un artículo de su autoría que se publicó en la Revista Ají Verde en el que se refería a la reina de las coloradas…Textualmente dice:

- “¿Escribir de Camila fue idea tuya?

- Me dijeron que escribiera sobre lo que yo quisiera y como ella se está presentando a diputada, escribí sobre ella.

- Tú también quieres ser diputada…

- Todavía no, pero tengo la intención. Le debo mucho a mi país. Pero ojo, que ella busca un buen sueldo. Yo ya tengo un buen sueldo.

- En la columna criticas que ella viaje en business.

¿Será posible que un comunista goce de los beneficios de un capitalismo?
- Igual que yo. Y me parece increíble, extraordinario. Ojalá todos los chilenos pudiéramos viajar en business a Europa.

- ¿Entonces?

- No escribí que hubiera sido un problema, al revés.

- Es ironía. Lo sé.

- No sé, gordito. Si tienes una versión, entonces no me llames, escribe lo que piensas. Te digo que no veo un problema. Si quieres hacer un análisis u opinar sobre mi columna, eso se llama libertad de expresión.

- Yo no pienso, solo pregunto.

- A mi me encanta ganar mucho dinero y vivir como una reina. Yo no gano dinero a través de la política, me he ganado mi dinero trabajando en televisión. Yo no sé si a la gente le gusta que los políticos se llenen los bolsillos a costillas de las contribuciones e impuestos. Es plata del pueblo.

- Pero quieres estar ahí.

- Si me presento no voy a llegar con una mano atrás y otra adelante. Voy a llegar en mi Porsche. Otros diputados llegan a pie y se van con autos de 20 millones…”

COMO COMIENZA SU CARRERA POLÍTICA UN COMUNISTA

No sorprende la cantidad de socialistas que acceden a cargos de elección pública para gozar de los cómodos beneficios fiscales; hablan del proletariado, del pueblo y de los trabajadores pero jamás ellos formarán parte del proletariado, del pueblo y de los trabajadores. Los socialistas son fanáticos de las democracias liberales porque les permite acceder al poder para continuar desparramando sus letanías basadas en el resentimiento y el odio.

Y mientras lo hacen viajan en avión en clase business a costa del dinero de los contribuyentes…hablan de educación gratuita pero se visten como modelos con productos de marcas capitalistas…¿Son estos los nuevos comunistas?...

¿Tiene la razón la señora Barrientos cuando plantea que “los políticos se llenan los bolsillos a costa de los contribuyentes”?

¿Por qué los políticos socialistas corren presurosos hacia los cargos públicos como si fueran el maná del cielo?

¿Cómo es posible que estos socialistas no terminen sus carreras profesionales para dedicarse a la más rentable carrera: ser político profesional?

Pese a todo lo que digan de la señora Adriana Barrientos, no deja de tener razón. Los socialistas –y los comunistas- solo buscan vivir a costa de las contribuciones de los ciudadanos sin aportar en lo más mínimo a generar mejores condiciones de vida. Y cuando pueden sacan provecho de las regalías que el sistema capitalista les entrega: viajan clase business; alojan en buenos hoteles; visten a la moda; usan piercing y se adornan el cuerpo como buenos burgueses….¡y adoran los millones que adornan los cargos políticos que tanto ansían!.

Por eso, el señor Ballesteros y la señora Vallejo van de candidatos para comenzar a gozar de las delicias de no hacer nada, hablar las mismas letanías aprendidas en sus años de adoctrinamiento, engordar y cebarse de las riquezas generadas por otros…mientras el resto de los ciudadanos continúan estando igual que siempre. Triste futuro, triste destino es el depender de estos liderazgos vacíos y empobrecedores.

PANORAMA Liberal
Lunes 29 Octubre 2012

jueves, 25 de octubre de 2012

TEMAS DE DEBATE ¿Puede la OMS recibir miles de dólares de Coca Cola, Nestlé y Unilever?

¿Es sensato que la OMS reciba recursos de empresas que -según algunos- afectan la salud?, ¿por que los individuos deben aceptar la tutela de un ente como la OMS?

De acuerdo a una información emitida por la agencia de prensa Reuters, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Oficina Regional de la OMS para las Américas, encargada de combatir el problema de la obesidad en el continente ha recibido US$50.000 de Coca Cola; US$150.000 de Nestlé y otros US$150.000 de Unilever. Según algunos analistas, estas donaciones “se deben a que la OMS cuenta con fondos muy limitados…lo que obliga a este organismo de la ONU a asociarse con el sector privado…”.

Y saltaron las alarmas: ¡la salud mundial está en riesgo!.

Según algunos estudios, las bebidas gaseosas contienen numerosas sustancias químicas de dudosos efectos. Entre los principales compuestos que contienen estas bebidas cabe destacar los “terpenos”, sustancias químicas conocidas por provocar alergias; de hecho la propia OMS había advertido sobre el aumento de casos de alergias producidas tras el consumo de alimentos industriales. Asimismo, otros investigadores han demostrado que Coca-Cola y Pepsi usan en Europa el ácido fosfórico en las bebidas gaseosas de cola.

Además, utilizan el E150d, un caramelo mezclado con sulfuro de amonio que sirve para dar el color marrón característico a la popular bebida y que figura en la lista de sustancias peligrosas del estado estadounidense de California por amenazar la salud de la sociedad. Por ejemplo, las empresas de Coca-Cola y Pepsi anunciaron que no lo añadirían a las bebidas que se producen en el territorio estadounidense, pero, al no existir tal prohibición en el resto del mundo, no han alterado la fórmula en las bebidas gaseosas de cola que ofrecen.

Al mismo tiempo las investigaciones han revelado la presencia de un alto nivel de azúcar en estas bebidas indicando que contienen más de 100g de azúcar por litro. Y si consideramos que los médicos y la OMS han calculado que el nivel máximo de azúcar para el consumo diario del hombre es de 100g de fructosa, han advertido de que el exceso puede dañar el metabolismo, provocando enfermedades como la diabetes.

Dados estos antecedentes científicos, el debate surge de inmediato:

¿Cómo es posible que la Organización Mundial de la Salud reciba aportes de las principales empresas –según algunos- causantes de grandes problemas alimenticios y de salud?,

¿Por qué se le ha entregado a la OMS la responsabilidad de velar por la salud de los pueblos y la conducta de los individuos?,

¿Es culpa de la OMS que las personas consuman bebidas gaseosos hasta hartarse?,

¿Por qué las personas entregan la responsabilidad a la OMS para que cuide de su salud y no asumen su propia responsabilidad respecto de sus conductas?

¿Usted…que opina?

PANORAMA Liberal
Jueves 25 Octubre 2012

miércoles, 24 de octubre de 2012

TEMAS DE DEBATE ¿Usted aceptaría que un asesino y suicida done sus órganos?

¿Y si el donante fuera un asesino y suicida?, ¿usted que opina?

Un reciente caso hizo estallar esta polémica en España. Juan Carlos Alfaro, 39 años, asesino confeso de una niña de 13 años, se suicidó en la localidad española de El Salobral tras pegarse un tiro en la cabeza después de resistir seis horas un cerco policial. Conocido por  sus vecinos como ‘El Fraguel’, estaba siendo buscado por la Policía por el asesinato a tiros de una menor de edad, de un hombre que se cruzó en su camino y, en su huida, alcanzó con sus disparos a otro hombre de 46 años que resultó herido de bala en un hombro.

Algunos consultaron respecto de la factibilidad de que donaran sus órganos y al respecto, una presentadora de televisión indicó públicamente que “¿alguien querría recibir el pulmón, el hígado, el corazón, de otro que ha quitado vidas?...¿pasa algo por llevar el órgano dentro de ti de alguien que ha matado a otros?...¿Qué quieren que les diga? Yo no puedo negarles que he sentido tranquilidad al saber que los órganos de este hombre no van a dar vida a nadie, sinceramente. Yo no querría esos órganos. No está científicamente comprobado, pero nunca se sabe si ese alma está trasplantado también en ese órgano”.

Por su parte, la Organización Nacional de Trasplantes de España ha declarado que “ante una donación de órganos, solo se valora la situación clínica del donante y no se tiene en cuenta su posible conducta delictiva…No tiene sentido pensar que el alma de una persona fallecida pueda ser trasmitida a otra a través de la donación…En el caso del asesino, a pesar de ser donante, no se dieron las condiciones adecuadas para la donación…”.

Y se abrió el debate. ¿Usted qué opina?

PANORAMA Liberal
Miércoles 24 Octubre 2012

jueves, 18 de octubre de 2012

Humor EL BUDITA ATACA DE NUEVO...



El amor eterno dura aproximadamente 3 meses.

No te metas en el mundo de las drogas...Ya somos muchos y hay muy poca.

Todo tiempo pasado... fue anterior.

Tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria.

El que nace pobre y feo, tiene grandes posibilidades de que al crecer...se le desarrollen ambas condiciones.

Los honestos son inadaptados sociales.

El que quiera celeste, que mezcle azul y blanco.

Pez que lucha contra la corriente, muere electrocutado.

La esclavitud no se abolió, se cambio a 8 hs. diarias.

Si la montaña viene hacia ti...¡Corre! Es un derrumbe.

Lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro.

No soy un completo inútil... Por lo menos sirvo de mal ejemplo.

La droga te buelbe vruto.

Si no eres parte de la solución... eres parte del problema.

Errar es humano... pero echarle la culpa a otro, es más humano todavía.

El que nace pa' tamal... nunca 'ta bien.

Lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe.

Yo no sufro de locura... la disfruto a cada minuto.

Es bueno dejar el trago, lo malo es no acordarse donde.

El dinero no hace la felicidad... la compra hecha!

Una mujer me arrastró a la bebida... Y nunca tuve la cortesía de darle las gracias.

Si tu novia perjudica tu estudio, deja el estudio y perjudica a tu novia.

La inteligencia me persigue, pero yo soy más rápido.

Huye de las tentaciones... despacio, para que puedan alcanzarte.

La verdad absoluta no existe...y esto es absolutamente cierto.

Hay un mundo mejor, pero es carísimo.

Ningún tonto se queja de serlo. No les debe ir tan mal.

Estudiar es desconfiar de la inteligencia del compañero de al lado.

La mujer que no tiene suerte con los hombres…¡no sabe la suerte que tiene!.

No hay mujer fea, solo belleza rara.

La pereza es la madre de todos los vicios y como madre... hay que respetarla.

Si un pajarito te dice algo... debes estar loco pues los pájaros no hablan.

En cada madre hay una suegra en potencia.

Lo importante es el dinero, la salud va y viene.

Trabajar nunca mató a nadie... pero, ¿para que arriesgarse?

No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.

Felices los que nada esperan, porque nunca serán defraudados.

El alcohol mata lentamente... No importa, no tengo prisa.

La confusión esta clarísima.

Mátate estudiando y serás un cadáver culto.

Lo triste no es ir al cementerio, sino quedarse.

Hay dos palabras que te abrirán muchas puertas: "Tire y Empuje".

¿Para qué tomar y manejar si puedes fumar y volar?

Dios mío, dame paciencia... Pero, ¡dámela YA!

PANORAMA Liberal
Jueves 18 Octubre 2012

lunes, 15 de octubre de 2012

Economía MICHAEL HUDSON, ALVIN ROTH Y LLOYD SHAPLEY, ¿LA ECONOMÍA SE MERECE EL PREMIO NOBEL CON ELEGANTES TEORÍAS QUE NUNCA FUNCIONAN?.

Los nuevos Premios Nobel de Economía, ¿serán recordados sus aportes?

Los matemáticos y economistas Alvin E. Roth y Lloyd Shapley han sido premiados por la Academia Sueca de las Ciencias en Estocolmo con el Premio Nobel de Economía de 2012. Nuevamente, se ha apostado por la teoría de juegos y el trabajo matemático, destacando el trabajo de los galardonados "en la teoría de las asignaciones estables y el diseño de mercado". Sin embargo, el premio no es debido a un trabajo conjunto, sino a sus trabajos independientes que han posibilitado que "la combinación de la teoría básica de Shapley y las investigaciones empíricas de Roth, experimentos y diseño práctico, ha generado un floreciente campo de la investigación y mejorado el rendimiento de muchos mercados."

Así, Alvin Roth, nacido en 1951, graduado en la Universidad de Columbia en 1971, doctorado en la Universidad de Stanford en 1974, ha desarrollado su carrera en los campos de la teoría de juegos, la economía experimental y el diseño de los mercados.

Es una figura conocida en el mundo académico, y ha diseñado modelos y algoritmos para redes de donación de órganos o para la colocación óptima de alumnos en centros públicos de grandes distritos urbanos, como hizo ayudando a las autoridades de la ciudad de Nueva York en 2003.

Por su parte, Lloyd Shapley, nacido en 1923, matemático y economista experto en la teoría de juegos, es profesor emérito en la Universidad de California y es reconocido junto a Martin Shubik por formular el 'índice de poder Shapley–Shubik', que mide la relación entre la intención de voto y la formación de coaliciones en un proceso electoral.

Se considera a Shapley como uno de los precursores de la teoría de juegos, galardonada en numerosas ocasiones (John Nash, Robert Aumann), llevando las matemáticas y la teoría de juegos a nivel práctico. Por ejemplo, a mediados de los 60, aplicó sus algoritmos para situaciones diarias, como los criterios de admisión para la universidad.

***

En diciembre de 1970, Michael Hudson, un economista criticó la entrega del premio a Paul Samuelson, indicando que la economía no era una ciencia como la física o la química, basada en el desarrollo de modelos de pizarrón para la aplicación de políticas que nunca funcionan, ¿Por qué otorgarle un Premio Nobel?. Incluso, Friedrich Hayek criticó este premio cuando lo recibió en 1974 señalando que la economía es una ciencia social que no debe responder a aplicaciones de lógica matemática.

¿Qué podemos comentar respecto del premio otorgado a Roth-Shapley?. En primer lugar, los fundamentos del premio están más ligados a las matemáticas y la investigación de operaciones que a la economía en sí misma. Aunque alguna persona podría considerar que al final todo se relaciona, sin embargo, son aplicaciones directas y prácticas en el campo de la optimización que tocan marginalmente la economía.

En segundo lugar, destaca que este premio se entregue a dos investigadores independientes y no relacionados entre sí, que hicieron sus aportes de manera separada y complementaria. Puede parecer atractiva la situación indicada pero también muestra lo peor de la economía: hay más de un camino para ir a Roma.

En tercer lugar, no es la primera vez que se entrega un premio a dos investigadores separados, dando la impresión de que se prefiere la cantidad a la calidad, ¿no hay avances en economía que sean revolucionarios para ser premiados en su propio mérito?, ¿hay connotaciones políticas en la entrega de premios?.

Al parecer, estamos a la espera de la llegada de aquellos que cambiarán el paradigma actualmente vigente, y que deben provocar la revolución necesaria para que la economía de los pasos en dirección del futuro de la disciplina. Mientras esperamos, leamos las críticas de Michel Hudson.

EL ARTÍCULO ORIGINAL DE MICHAEL HUDSON: ¿LA ECONOMÍA SE MERECE UN PREMIO NOBEL?

Ya resulta bastante lamentable que el campo de la psicología haya constituido durante tanto tiempo una ciencia no social, al observar las fuerzas motivadoras de la personalidad como algo que se deriva de la experiencia psíquica interna y no, en cambio, de la interacción personal con el entorno social. Algo parecido sucede en el campo de la economía: desde su revolución "utilitarista" hará cosa de un siglo, esta disciplina ha abandonado también su análisis del mundo objetivo y sus relaciones políticas, económico-productivas, en favor de normas más introvertidas, utilitarias y orientadas hacia el bienestar social. Las especulaciones morales relativas a lo psíquico matemático han venido a desplazar a la ciencia otrora social de la economía política.

En buena medida, la revuelta de esta disciplina contra la economía política clásica británica era una reacción contra el marxismo, que representaba la culminación lógica de la economía clásica ricardiana y su énfasis primordial en las condiciones de producción. Tras la contrarrevolución, la fuerza motivadora del comportamiento económico vino a considerarse como algo que proviene de las necesidades humanas antes que de sus capacidades productivas, la organización de la producción y las relaciones sociales que se siguen de ello. Para el periodo de postguerra, la revolución anticlásica (curiosamente denominada neoclásica por sus participantes) había ganado la batalla. Su más importante libro de texto para el adoctrinamiento fue Economía de Paul Samuelson.

Hoy en día prácticamente todos los economistas reconocidos son producto de esta revolución anticlásica, que yo mismo me siento tentado a llamar revolución contra el análisis económico per se. Los profesionales reconocidos de la economía descuidan de modo uniforme las condiciones sociales previas y las consecuencias de la actividad económica humana. En esto reside su deficiencia, así como la del Premio de Economía recientemente instituido y otorgado por la Academia Sueca: durante la próxima década por lo menos debe seguir siendo por fuerza un premio para lo que no es economía o para la economía superficial en el mejor de los casos.

¿Debería por tanto concederse en algún caso?

Este es sólo el segundo año en que se concede el Premio de Economía y la primera vez que se otorga a una sola persona, Paul Samuelson, descrito en palabras de un jubiloso editorial del New York Times como “el mayor teórico económico puro del mundo". Y sin embargo el cuerpo de doctrina al que se adhiere Samuelson constituye una de las razones por las que ha ido descendiendo el número de estudiantes matriculados en las facultades de Economía del país. Pues se sienten consternados, me alegra decirlo, por la irrelevante naturaleza de esta disciplina tal como hoy se enseña, se impacientan ante su incapacidad para describir los problemas que acosan al mundo en que viven, y se sienten ofendidos por cómo se aparta en sus explicaciones de los problemas más evidentes que hacían en un principio tan atractiva a sus ojos esta materia.

El problema de la concesión del Nobel no reside tanto en la persona escogida (aunque me extenderé después sobre las implicaciones de la elección de Samuelson), sino en su designación de la economía como campo científico digno en algún caso de recibir un Premio Nobel. En palabras del comité del Premio, el señor Samuelson ha sido galardonado "por el trabajo científico mediante el cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica y ha contribuido activamente a elevar el nivel del análisis en la ciencia económica..."

¿Cuál es la naturaleza de esta ciencia?, ¿Puede ser "científico" promulgar teorías que no describen la realidad económica tal como se desenvuelve en su contexto económico, y que, cuando se aplican, conducen al desequilibrio económico?, ¿Es la economía verdaderamente una ciencia? Por supuesto, se lleva a la práctica, pero con una notable falta de éxito en años recientes por parte de todas las principales escuelas económicas, de los postkeynesianos a los monetaristas.

En el caso de Samuelson, por ejemplo, la política comercial que se deduce de sus doctrinas teóricas es el laissez faire. Que esta doctrina ha sido adoptada por la mayoría del mundo occidental resulta evidente. Que ha beneficiado a las naciones desarrolladas, está claro también. Sin embargo, es dudosa su utilidad en el caso de los países menos desarrollados, pues por debajo se encuentra una permanente justificación del statu quo: dejemos que las cosas marchen por si solas y todo llegará (tenderá) a alcanzar un “equilibrio.” Por desgracia, este concepto de equilibrio es la idea más perversa de todas las que asolan la economía de hoy en día, y es justamente este concepto el que Samuelson ha hecho tanto por popularizar. Pues se pasa demasiado a menudo por alto que cuando alguien cae de bruces queda "en equilibrio", lo mismo que cuando está erguido. La pobreza, igual que la riqueza, presenta un estado de equilibrio. Todo lo que existe representa, ya sea sólo brevemente, alguna clase de equilibrio, es decir, algún balance o resultado, de fuerzas.

En ningún lado es tan evidente la esterilidad de esta concepción previa del equilibrio como en el famoso teorema del principio de igualación del precio de los factores, que establece que la tendencia natural de la economía internacional es que salarios y beneficios entre las naciones acaben convergiendo con el tiempo. Como generalidad empírica esto evidentemente no resulta válido. Los niveles de los salarios internacionales y los niveles de vida están divergiendo, no convergiendo, de modo que los países acreedores ricos se están volviendo más ricos mientras los países pobres endeudados se están volviendo más pobres, y a un ritmo que se acelera, para acabar de rematarlo. Las transferencias de capital (inversión y “ayuda” internacionales) si han hecho algo es agravar el problema, en buena medida porque han tenido tendencia a apuntalar los defectos estructurales que obstaculizan el progreso de los países pobres: sistemas obsoletos de tenencia de tierra, inadecuadas instituciones educativas y de formación laboral, estructuras sociales aristocráticas precapitalistas y así sucesivamente. Por desgracia, son justamente esos factores político-económicos los que ha pasado por alto la teorización de Samuelson (como los pasan por alto la generalidad establecida de los economistas académicos desde que la economía política dejó paso a la “economía” hace un siglo).

A este respecto, las teorías de Samuelson se pueden describir como hermosas piezas de reloj que, una vez montadas, componen un reloj que no da la hora con precisión. Las piezas individuales son perfectas, pero su interacción en cierto modo no lo es. Las piezas de este reloj son los elementos constitutivos de la teoría neoclásica que se añaden a un conjunto inaplicable. Forman un estuche de instrumentos conceptuales diseñados idealmente para corregir un mundo que no existe.

Es un problema de alcance. Los tres volúmenes de ensayos sobre economía de Samuelson representan multitud de aplicaciones de teorías dotadas de coherencia interna (o lo que los economistas llaman "elegantes"), pero ¿con qué fin? Las teorías son estáticas, el mundo dinámico.

En última instancia, el problema se reduce a una diferencia básica entre la economía y las ciencias naturales. En estas últimas, la concepción previa de una simetría última ha llevado a muchos avances revolucionarios, de la revolución copernicana en astronomía a la teoría del átomo y sus subpartículas, sin olvidar las leyes de la termodinámica, la tabla periódica de los elementos y la teoría de campos unificados. La actividad económica no se caracteriza por una simetría similar subyacente. Es más desequilibrada. Las variables independientes o las conmociones exógenas no ponen en movimiento otros movimientos a la contra en compensación, tal como deberían, a fin de aportar un nuevo equilibrio significativo. Si lo hicieran, no habría en absoluto crecimiento económico en la economía mundial, ni diferencia alguna entre la potencia productiva per cápita y los niveles de vida de los Estados Unidos y de Paraguay.

Samuelson, sin embargo, es representativo de la corriente académica central hoy al imaginar que las fuerzas de la economía tienden a igualar el poder productivo y la renta personal en todo el mundo, salvo cuando se impide mediante las “impurezas” de la política gubernamental que rompen el equilibrio. La observación empírica lleva mucho tiempo indicando que la evolución histórica de las fuerzas del “libre” mercado ha favorecido cada vez más a las naciones más ricas (aquellas lo bastante afortunadas como para haberse beneficiado de una ventaja económica de partida) retardando de forma correspondiente el desarrollo de los países rezagados.

Precisamente la existencia de “impurezas” políticas e institucionales, tales como programas de ayuda exterior, políticas gubernamentales de empleo ex profeso, y actuaciones políticas afines que han tendido a contrarrestar el “curso” natural de la historia económica, al tratar de mantener cierta equitatividad internacional del desarrollo económico y ayudar a compensar la dispersión económica causada por la economía “natural” que rompe el equilibrio.

Esta década será testigo de una revolución que derribará estas insostenibles teorías. No son infrecuentes tales revoluciones en el pensamiento económico. Es más, prácticamente todos los postulados económicos destacados y las “herramientas del oficio” se han desarrollado en el contexto de de debates político-económicos que acompañaban a momentos decisivos de la historia económica. Así pues, cada teoría propuesta ha tenido su contrateoría.

En una importante medida estos debates se han referido al comercio y los pagos internacionales. David Hume, por ejemplo, con su teoría cuantitativa del dinero, junto a Adam Smith y su “mano invisible” del interés propio, se oponían a las teorías monetarias mercantilistas y a las teorías financieras internacionales que se habían utilizado para defender las restricciones comerciales de Inglaterra en el siglo XVIII. Durante los debates en Inglaterra sobre las Corn Laws (Leyes del Grano) unos años más tarde, Malthus se opuso a Ricardo en relación con la teoría del valor y la renta y sus implicaciones para la teoría de la ventaja comparativa en el comercio internacional. Posteriormente, los proteccionistas norteamericanos del siglo XIX se opusieron a los ricardianos, apremiando a que los coeficientes de ingeniería y la teoría de la productividad se convirtieran en nexo del pensamiento económico, más que la teoría del intercambio, el valor y la distribución. Aún más tarde, surgieron la escuela austriaca y Alfred Marshall para oponerse a la economía política clásica (sobre todo a Marx) desde otra posición de ventaja más, haciendo del consumo y la utilidad el nexo de su teorización.

En la década de 1920, Keynes se opuso a Bertil Ohlin y Jacques Rueff (entre otros) en lo que toca a la existencia de límites estructurales a la capacidad de los mecanismos tradicionales de ajuste de precio y renta para mantener el “equilibrio”, o incluso la estabilidad económica y social. El escenario de este debate fue el problema de las reparaciones germanas. Hoy en día se libra un debate paralelo entre la Escuela Estructuralista, que florece principalmente en América Latina y se opone a los programas de austeridad como plan viable de mejora económica de sus respectivos países, y las escuelas monetarista y postkeynesiana que defienden los programas de austeridad del FMI de ajuste de la balanza de pagos. Por último, en otro debate, Milton Friedman y su escuela monetarista se oponen a lo que queda de los keynesianos (incluyendo a Paul Samuelson) respecto a si son los agregados monetarios o las tasas de interés y la política fiscal los factores decisivos en la actividad económica.

En ninguno de estos debates admiten (o admitían) los miembros de esta escuela las teorías, ni siquiera los supuestos y postulados subyacentes, de la otra. A este respecto, la historia del pensamiento económico no se ha asemejado a la de la física, la medicina u otras ciencias naturales, en las que un descubrimiento se reconoce con bastante rapidez y el interés nacional propio vinculado al mismo está casi completamente ausente. Sólo en economía se plantea la ironía de que dos teorías contradictorias puedan ambas tener derecho a una superioridad digna de premio, y que el premio pueda agradar a un grupo de naciones y contrariar a otro en el terreno teórico.

Así pues, si el Premio Nobel pudiera concederse a título póstumo, tanto Ricardo como Malthus, Marx y Marshall, tendrían derecho a recibirlo, lo mismo que tanto Paul Samuelson como Milton Friedman fueron contendientes destacados en el Premio de 1970 [Friedman consiguió su Nobel en 1976]. ¿Quién, por otro lado, podría imaginar al destinatario del Premio de Física o Química manteniendo un punto de vista que no fuera universalmente compartido por sus colegas? (Dentro de la profesión pueden, por supuesto, existir diferentes escuelas de pensamiento. Pero no suelen discutir la aportación positiva reconocida del ganador del Nobel en su profesión).

¿Quién podría examinar la historia de estos premios y entresacar a buen número de sus receptores cuyas aportaciones demostraran ser vías falsas o escollos al progreso teórico en lugar de avances (en su día) revolucionarios?

La Academia Real Sueca se ha dejado aprehender por tanto en una serie de incoherencias al escoger a Samuelson para que reciba el Premio de Economía correspondiente a 1970. Para empezar, el premio del año pasado se otorgó a dos economistas matemáticos (Jan Tinbergen, de Holanda y Ragnar Frisch, de Noruega) por su traducción a lenguaje matemático de las teorías económicas de otras personas, y por poner a prueba estadísticamente la teoría económica existente. Por contraposición, el premio de este año se le otorgó a un hombre cuya aportación teórica es en lo esencial de imposible comprobación por la propia naturaleza de sus “puros” supuestos, que son siempre excesivamente estáticos como para hacer que el mundo se detenga en su dinámica evolución con el fin de que puedan “someterse a prueba” (lo que impulsó a una de mis colegas a comentar que el siguiente Premio de Economía debía otorgarse a todo aquel que fuera capaz de probar empíricamente cualquiera de los teoremas de Samuelson).

Y precisamente debido a que la “ciencia” económica parece más semejante a la “ciencia política” que a la ciencia natural, el Premio de Economía aparenta estar más próximo al Premio Nobel de la Paz que al de Química. Deliberadamente o no, representa el respaldo o reconocimiento de la Academia Sueca a la influencia política de algún economista al ayudar a defender alguna medida política gubernamental (presuntamente) loable. ¿Podría por consiguiente galardonarse tan de buena gana con el premio a un presidente norteamericano, a un miembro de un banco central o a alguna otra figura no académica como a un teórico “puro” (si es que tal cosa existe)? ¿Podría concederse igualmente a David Rockefeller por tomar la iniciativa a la hora de rebajar los tipos de interés preferente, o al presidente Nixon por su acreditado papel como guía de la mayor economía del mundo, o bien a Arthur Burns como presidente de la Junta de la Reserva Federal? Si la cuestión es en última instancia la de la política gubernamental, la respuesta habría de ser afirmativa.

¿O ha de convertirse la popularidad en el criterio principal para ganar el premio? El premio de este año debe de haberse concedido al menos en parte como reconocimiento al libro de texto de Samuelson, Economía, que ha vendido más de dos millones de ejemplares desde 1947, influyendo de este modo en la mentalidad de toda una generación - digámoslo, pues ciertamente no es todo culpa de Samuelson - de anticuadas carrozas. La orientación misma del libro ha movido a los estudiantes a apartarse de un mayor estudio de la materia en lugar de atraerlos a ella. Y sin embargo, si la popularidad y el éxito en el mercado de las modas económicas pasajeras (entre quienes han preferido permanecer en la disciplina, en lugar de buscar más jugosos pastos intelectuales en otros pagos) han de tomarse en consideración, entonces el Comité del Premio ha cometido una injusticia al no otorgar el premio literario de este año a Jacqueline Susann [mediocre novelista norteamericana de gran éxito popular en los años 70].

Para resumir, la realidad y la pertinencia, más que la “pureza” y la elegancia, son las cuestiones candentes de la economía de hoy, y las implicaciones políticas, más que las geometrías de anticuario. El error no es por tanto de Samuelson, sino de su disciplina. Hasta que haya acuerdo sobre lo qué es o debería ser economía, resulta tan estéril conceder un premio a la “buena economía” como otorgárselo a un ingeniero que diseñara una maravillosa máquina que no pudiera construirse o cuya finalidad quedara sin explicación. El premio debe así recaer en aquellos aún perdidos en los pasillos de marfil del pasado, reforzando la economía del equilibrio general del mismo modo que no gozará del favor de quienes se esfuerzan por devolver la materia a ese pedestal suyo de la política económica por largo tiempo perdido.

Sobre el autor: Michael Hudson en la época en que escribió esta crítica enseñaba teoría del comercio internacional en la Facultad de Postgrado de la New School for Social Research. Posteriormente criticó la metodología de Samuelson en "The Use and Abuse of Mathematical Economics", Journal of Economic Studies, 27 (2000):292-315. Lo más importante de todo es el teorema de igualación del precio de los factores. Finalmente, en lo años reciente volvió a edutarse su libro Trade, Development and Foreign Debt: A History of Theories of Polarization v. Convergence in the World Economy.

PANORAMA Liberal
Lunes 15 Octubre 2012

Immanuel Kant ¿QUÉ ES ILUSTRACIÓN?

Un hombre ilustrado es un hombre mayor de edad, con entendimiento y libre....

La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro.

¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.

La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo. Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi puesto en tan fastidiosa tarea.

Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de tomar sobre sí semejante superintendencia. Después de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia.

Por tanto, a cada hombre individual le es difícil salir de la minoría de edad, casi convertida en naturaleza suya; inclusive, le ha cobrado afición. Por el momento es realmente incapaz de servirse del propio entendimiento, porque jamás se le deja hacer dicho ensayo. Los grillos que atan a la persistente minoría de edad están dados por reglamentos y fórmulas: instrumentos mecánicos de un uso racional, o mejor de un abuso de sus dotes naturales. Por no estar habituado a los movimientos libres, quien se desprenda de esos grillos quizá diera un inseguro salto por encima de alguna estrechísima zanja. Por eso, sólo son pocos los que, por esfuerzo del propio espíritu, logran salir de la minoría de edad y andar, sin embargo, con seguro paso.

Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre a sí mismo, siempre que se le deje en libertad; incluso, casi es inevitable. En efecto, siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, hasta entre los tutores instituidos por la confusa masa. Ellos, después de haber rechazado el yugo de la minoría de edad, ensancharán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación que todo hombre tiene: la de pensar por sí mismo.

Notemos en particular que con anterioridad los tutores habían puesto al público bajo ese yugo, estando después obligados a someterse al mismo. Tal cosa ocurre cuando algunos, por sí mismos incapaces de toda ilustración, los incitan a la sublevación: tan dañoso es inculcar prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse de los que han sido sus autores o propagadores. Luego, el público puede alcanzar ilustración sólo lentamente. Quizá por una revolución sea posible producir la caída del despotismo personal o de alguna opresión interesada y ambiciosa; pero jamás se logrará por este camino la verdadera reforma del modo de pensar, sino que surgirán nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirán de andaderas para la mayor parte de la masa, privada de pensamiento.

Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista: ¡no razones y paga! El pastor: ¡no razones, ten fe! (Un único señor dice en el mundo: ¡razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced!) Por todos lados, pues, encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿cuál de ellas impide la ilustración y cuáles, por el contrario, la fomentan? He aquí mi respuesta: el uso público de la razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la ilustración de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustración.

Entiendo por uso público de la propia razón el que alguien hace de ella, en cuanto docto, y ante la totalidad del público del mundo de lectores. Llamo uso privado al empleo de la razón que se le permite al hombre dentro de un puesto civil o de una función que se le confía. Ahora bien, en muchas ocupaciones concernientes al interés de la comunidad son necesarios ciertos mecanismos, por medio de los cuales algunos de sus miembros se tienen que comportar de modo meramente pasivo, para que, mediante cierta unanimidad artificial, el gobierno los dirija hacia fines públicos, o al menos, para que se limite la destrucción de los mismos. Como es natural, en este caso no es permitido razonar, sino que se necesita obedecer. Pero en cuanto a esta parte de la máquina, se la considera miembro de una comunidad íntegra o, incluso, de la sociedad cosmopolita; en cuanto se la estima en su calidad de docto que, mediante escritos, se dirige a un público en sentido propio, puede razonar sobre todo, sin que por ello padezcan las ocupaciones que en parte le son asignadas en cuanto miembro pasivo. Así, por ejemplo, sería muy peligroso si un oficial, que debe obedecer al superior, se pusiera a argumentar en voz alta, estando de servicio, acerca de la conveniencia o inutilidad de la orden recibida. Tiene que obedecer.

Pero no se le puede prohibir con justicia hacer observaciones, en cuanto docto, acerca de los defectos del servicio militar y presentarlas ante el juicio del público. El ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que le son asignados, tanto que una censura impertinente a esa carga, en el momento que deba pagarla, puede ser castigada por escandalosa (pues podría ocasionar resistencias generales). Pero, sin embargo, no actuará en contra del deber de un ciudadano si, como docto, manifiesta públicamente sus ideas acerca de la inconveniencia o injusticia de tales impuestos. De la misma manera, un sacerdote está obligado a enseñar a sus catecúmenos y a su comunidad según el símbolo de la Iglesia a que sirve, puesto que ha sido admitido en ella con esa condición. Pero, como docto, tiene plena libertad, y hasta la misión, de comunicar al público sus ideas --cuidadosamente examinadas y bien intencionadas-- acerca de los defectos de ese símbolo; es decir, debe exponer al público las proposiciones relativas a un mejoramiento de las instituciones, referidas a la religión y a la Iglesia. En esto no hay nada que pueda provocar en él escrúpulos de conciencia. Presentará lo que enseña en virtud de su función --en tanto conductor de la Iglesia-- como algo que no ha de enseñar con arbitraria libertad, y según sus propias opiniones, porque se ha comprometido a predicar de acuerdo con prescripciones y en nombre de una autoridad ajena. Dirá: nuestra Iglesia enseña esto o aquello, para lo cual se sirve de determinados argumentos. En tal ocasión deducirá todo lo que es útil para su comunidad de proposiciones a las que él mismo no se sometería con plena convicción; pero se ha comprometido a exponerlas, porque no es absolutamente imposible que en ellas se oculte cierta verdad que, al menos, no es en todos los casos contraria a la religión íntima. Si no creyese esto último, no podría conservar su función sin sentir los reproches de su conciencia moral, y tendría que renunciar. Luego el uso que un predicador hace de su razón ante la comunidad es meramente privado, puesto que dicha comunidad sólo constituye una reunión familiar, por amplia que sea. Con respecto a la misma, el sacerdote no es libre, ni tampoco debe serlo, puesto que ejecuta una orden que le es extraña. Como docto, en cambio, que habla mediante escritos al público, propiamente dicho, es decir, al mundo, el sacerdote gozará, dentro del uso público de su razón, de una ilimitada libertad para servirse de la misma y, de ese modo, para hablar en nombre propio. En efecto, pretender que los tutores del pueblo (en cuestiones espirituales) sean también menores de edad, constituye un absurdo capaz de desembocar en la eternización de la insensatez.

Pero una sociedad eclesiástica tal, un sínodo semejante de la Iglesia, es decir, una classis de reverendos (como la llaman los holandeses) ¿no podría acaso comprometerse y jurar sobre algún símbolo invariable que llevaría así a una incesante y suprema tutela sobre cada uno de sus miembros y, mediante ellos, sobre el pueblo? ¿De ese modo no lograría eternizarse? Digo que es absolutamente imposible. Semejante contrato, que excluiría para siempre toda ulterior ilustración del género humano es, en sí mismo, sin más nulo e inexistente, aunque fuera confirmado por el poder supremo, el congreso y los más solemnes tratados de paz. Una época no se puede obligar ni juramentar para poner a la siguiente en la condición de que le sea imposible ampliar sus conocimientos (sobre todo los muy urgentes), purificarlos de errores y, en general, promover la ilustración. Sería un crimen contra la naturaleza humana, cuya destinación originaria consiste, justamente, en ese progresar. La posteridad está plenamente justificada para rechazar aquellos decretos, aceptados de modo incompetente y criminal. La piedra de toque de todo lo que se puede decidir como ley para un pueblo yace en esta cuestión: ¿un pueblo podría imponerse a sí mismo semejante ley? Eso podría ocurrir si por así decirlo, tuviese la esperanza de alcanzar, en corto y determinado tiempo, una ley mejor, capaz de introducir cierta ordenación. Pero, al mismo tiempo, cada ciudadano, principalmente los sacerdotes, en calidad de doctos, debieran tener libertad de llevar sus observaciones públicamente, es decir, por escrito, acerca de los defectos de la actual institución. Mientras tanto --hasta que la intelección de la cualidad de estos asuntos se hubiese extendido lo suficiente y estuviese confirmada, de tal modo que el acuerdo de su voces (aunque no la de todos) pudiera elevar ante el trono una propuesta para proteger las comunidades que se habían unido en una dirección modificada de la religión, según los conceptos propios de una comprensión más ilustrada, sin impedir que los que quieran permanecer fieles a la antigua lo hagan así-- mientras tanto, pues, perduraría el orden establecido. Pero constituye algo absolutamente prohibido unirse por una constitución religiosa inconmovible, que públicamente no debe ser puesta en duda por nadie, aunque más no fuese durante lo que dura la vida de un hombre, y que aniquila y torna infecundo un período del progreso de la humanidad hacia su perfeccionamiento, tornándose, incluso, nociva para la posteridad.

Un hombre, con respecto a su propia persona y por cierto tiempo, puede dilatar la adquisición de una ilustración que está obligado a poseer; pero renunciar a ella, con relación a la propia persona, y con mayor razón aún con referencia a la posteridad, significa violar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad. Pero lo que un pueblo no puede decidir por sí mismo, menos lo podrá hacer un monarca en nombre del mismo. En efecto, su autoridad legisladora se debe a que reúne en la suya la voluntad de todo el pueblo. Si el monarca se inquieta para que cualquier verdadero o presunto perfeccionamiento se concilie con el orden civil, podrá permitir que los súbditos hagan por sí mismos lo que consideran necesario para la salvación de sus almas. Se trata de algo que no le concierne; en cambio, le importará mucho evitar que unos a los otros se impidan con violencia trabajar, con toda la capacidad de que son capaces, por la determinación y fomento de dicha salvación.
Inclusive se agravaría su majestad si se mezclase en estas cosas, sometiendo a inspección gubernamental los escritos con que los súbditos tratan de exponer sus pensamientos con pureza, salvo que lo hiciera convencido del propio y supremo dictamen intelectual --con lo cual se prestaría al reproche Caesar non est supra grammaticos-- o que rebajara su poder supremo lo suficiente como para amparar dentro del Estado el despotismo clerical de algunos tiranos, ejercido sobre los restantes súbditos.

Luego, si se nos preguntara ¿vivimos ahora en una época ilustrada? responderíamos que no, pero sí en una época de ilustración. Todavía falta mucho para que la totalidad de los hombres, en su actual condición, sean capaces o estén en posición de servirse bien y con seguridad del propio entendimiento, sin acudir a extraña conducción. Sin embargo, ahora tienen el campo abierto para trabajar libremente por el logro de esa meta, y los obstáculos para una ilustración general, o para la salida de una culpable minoría de edad, son cada vez menores. Ya tenemos claros indicios de ello. Desde este punto de vista, nuestro tiempo es la época de la ilustración o "el siglo de Federico".

Un príncipe que no encuentra indigno de sí declarar que sostiene como deber no prescribir nada a los hombres en cuestiones de religión, sino que los deja en plena libertad y que, por tanto, rechaza al altivo nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado, y merece que el mundo y la posteridad lo ensalce con agradecimiento. Al menos desde el gobierno, fue el primero en sacar al género humano de la minoría de edad, dejando a cada uno en libertad para que se sirva de la propia razón en todo lo que concierne a cuestiones de conciencia moral. Bajo él, dignísimos clérigos --sin perjuicio de sus deberes profesionales-- pueden someter al mundo, en su calidad de doctos, libre y públicamente, los juicios y opiniones que en ciertos puntos se apartan del símbolo aceptado. Tal libertad es aún mayor entre los que no están limitados por algún deber profesional. Este espíritu de libertad se extiende también exteriormente, alcanzando incluso los lugares en que debe luchar contra los obstáculos externos de un gobierno que equivoca sus obligaciones. Tal circunstancia constituye un claro ejemplo para este último, pues tratándose de la libertad, no debe haber la menor preocupación por la paz exterior y la solidaridad de la comunidad. Los hombres salen gradualmente del estado de rusticidad por propio trabajo, siempre que no se trate de mantenerlos artificiosamente en esa condición.

He puesto el punto principal de la ilustración --es decir, del hecho por el cual el hombre sale de una minoría de edad de la que es culpable-- en la cuestión religiosa, porque para las artes y las ciencias los que dominan no tienen ningún interés en representar el papel de tutores de sus súbditos. Además, la minoría de edad en cuestiones religiosas es la que ofrece mayor peligro: también es la más deshonrosa. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esa libertad llega todavía más lejos y comprende que, en lo referente a la legislación, no es peligroso permitir que los súbditos hagan un uso público de la propia razón y expongan públicamente al mundo los pensamientos relativos a una concepción más perfecta de esa legislación, la que puede incluir una franca crítica a la existente. También en esto damos un brillante ejemplo, pues ningún monarca se anticipó al que nosotros honramos.

Pero sólo alguien que por estar ilustrado no teme las sombras y, al mismo tiempo, dispone de un ejército numeroso y disciplinado, que les garantiza a los ciudadanos una paz interior, sólo él podrá decir algo que no es lícito en un Estado libre: ¡razonad tanto como queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced! Se muestra aquí una extraña y no esperada marcha de las cosas humanas; pero si la contemplamos en la amplitud de su trayectoria, todo es en ella paradójico. Un mayor grado de libertad civil parecería ventajoso para la libertad del espíritu del pueblo y, sin embargo, le fija límites infranqueables. Un grado menor, en cambio, le procura espacio para la extensión de todos sus poderes. Una vez que la Naturaleza, bajo esta dura cáscara, ha desarrollado la semilla que cuida con extrema ternura, es decir, la inclinación y disposición al libre pensamiento, ese hecho repercute gradualmente sobre el modo de sentir del pueblo (con lo cual éste va siendo poco a poco más capaz de una libertad de obrar) y hasta en los principios de gobierno, que encuentra como provechoso tratar al hombre conforme a su dignidad, puesto que es algo más que una máquina.

Immanuel Kant, 1784

PANORAMA Liberal
Lunes 15 Octubre 2012

domingo, 14 de octubre de 2012

Recordando a don Álvaro Bardón: TOTALITARISMO EDUCACIONAL

Don Álvaro Bardón nos hablaba hace poco tiempo del totalitarismo educacional, ¿que diría hoy si escuchara a los estudiantes socialistas que quieren "educación estatal, gratuita y de calidad"? 

La creciente presencia del Estado en la educación explica su mala calidad, los altos costos, su falta de dinamismo y la menor libertad, creatividad e "inteligencia" que se aprecian a diario. Los jóvenes pierden su personalidad y se convierten en entes menos pensantes y más irresponsables, a partir de repetir la equivocada verdad oficial, apartada de la libertad y sometida a la clásica tontería latinoamericana de que el Estado es Dios, por lo que nos debe regular y manejar, ya que todos somos tontos de capirote. Es lo mismo que el Transanlagos y lo clásico del fracaso socialista de planificación del siglo pasado. Es la tiranía y ruina de Fidel y de Chávez, los ídolos de nuestra izquierda.

Meterle todavía más plata a la educación, sin reformas libertarias ni la eliminación del poder ministerial ni de los intereses corporativos del Colegio de Profesores, es de "latinos", de ésos con los que a nuestros gobernantes les encanta hacer acuerdos comerciales y reunirse en fiestas o "shows" con discursos sin fin.

Es una vergüenza que nuestros educadores, intelectuales, políticos y "progresistas" no protesten por el creciente totalitarismo educacional que se instala en el país. A lo Stalin, tenemos programas, pruebas y textos oficiales de corte monopólico, y una formación estandarizada de profesores que aprenden pedagogía y leseras seudosociales, pero no sus materias. No hay, en la práctica, libre formación ni libre entrada a "la producción de educación", ni menos una política de apertura franca al exterior ni de fomento a la formación en los hogares y familias, modalidad de gran éxito en otros países. Y a los municipios les amarran las manos y los financiamientos.

El Estatuto Docente es el mayor atentado contra la calidad, porque la inamovilidad y los sueldos fijos a todo evento incentivan el ocio y la mala docencia, al igual que los nombramientos políticos de directivos. El colmo parece ser que un buen ingeniero tiene "prohibido" enseñar matemáticas, porque no pasó por los pedagógicos.

Esta "democracia" totalitaria uniforma universidades, las que, para captar platas estatales, deben aceptar las pruebas oficiales y acreditaciones en aumento, que limitan la competencia y la calidad, así como la libertad de enseñanza. Ésta tiende a desaparecer, lo que configura una dictadura que se refuerza en estos días con una superintendencia que puede cerrar los establecimientos que no gusten a los gobernantes, entre los cuales estarán en breve -para sorpresa sólo de algunos ingenuos- los de línea religiosa, pro familia y otros "reaccionarios".

Las dictaduras valóricas y culturales son las peores de todas, porque configuran prácticas totalitarias, con independencia de si los gobernantes son o no elegidos. En realidad, la gran reforma universitaria en Chile se hizo hacia 1980, cuando se abrió la educación superior a los privados y la competencia. Se formaron universidades como nunca, y la población de estudiantes pasó de unos 100 mil a 600 mil: universidad para todos. Hubo un salto importante en lo tecnológico, y la cruel competencia forzó a la U. de Chile y a la U. Católica a aumentar las matrículas y mejorar la calidad como nunca antes. Se invirtieron en eso varios miles de millones de dólares. ¿Cuánto les costó eso a los ciudadanos y al Estado? ¡Cero!

Ahora, desde 1990, se han malgastado cuatro mil millones de dólares, pero la calidad empeora, excepto en la de nivel superior.

Por eso, ¡no más aportes a la educación, salvo en bonos! Pasemos los colegios a los padres, los profesores y fundaciones. ¡Libertad y competencia, no más totalitarismo!

Fuente: Publicado en El Mercurio, el miércoles 13 de junio de 2007.

PANORAMA Liberal
Domingo 14 Octubre 2012