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sábado, 16 de julio de 2011

EL ODIO AL LUCRO DE LOS SOCIALISTAS


Respecto de las demandas estudiantiles, los socialistas se han olvidado que durante 20 años estuvieron en el gobierno y nada hicieron para producir reformas y cambios que modificaran la calidad de la educación. Es más, dicen estar en contra del lucro pero son golosos devotos del lucro personal.

Por ejemplo, el senador Lagos Weber ha indicado que "lo que no es aceptable es que yo le dé una beca a estudiantes que vayan a una institución privada con fines de lucro y esa institución a fines de año cuando tenga una utilidad, esa utilidad se gasta en una casa playa o en un auto último modelo…Esto, a diferencia de una universidad estatal como la de Valparaíso o la Católica de Valparaíso que cuando tienen una utilidad la reinvierten en educación".

En cambio, este mismo socialista no se cuestiona que los salarios y rentas de que disfrutan los políticos les permita comprar propiedades, tener acciones, viajar por el mundo. En otras palabras, el dinero de los contribuyentes se convierte en lucro privado para estos “servidores públicos desinteresados”.

La tesis es la siguiente: A los socialistas les molesta el lucro ajeno pero son ávidos para el lucro propio aún a costa del dinero de los contribuyentes.

El lucro en educación superior

De acuerdo al texto refundido, coordinado y sistematizado de la ley nº20.370 con las normas no derogadas del decreto con fuerza de ley nº 1, de 2005 dfl núm. 2, presentado en Santiago, 16 de diciembre de 2009, en el Art. 53 se indica que “las universidades, los institutos profesionales y los centros de formación técnica estatales sólo podrán crearse por ley. Las universidades que no tengan tal carácter, deberán crearse conforme a los procedimientos establecidos en esta ley, y serán siempre corporaciones de derecho privado, sin fines de lucro para el efecto de tener reconocimiento oficial”. (Ley Nº 18.962 Art.30 D.O. 10.03.1990)

Existe la certidumbre que, al igual que muchas leyes en Chile, esta ley no ha sido cuestionada a fondo hasta ahora. Y Lagos asume lo que la Concertación no hizo antes indicando que "este es un tema que no se ha enfrentado y que viene de muchos años y hago la autocrítica y asumo el costo, pero el tema no me inhabilita para decir dónde está el lucro y sancionémoslo".

El odio al lucro ajeno del socialismo.

Es decir, para los socialistas el problema está en el lucro que puedan obtener algunas instituciones. Por eso, Lagos plantea que "aquí el gobierno decidió modificar una norma y no aplicar controles para que no vuelva a ocurrir". Agrega que "creo que no hay que derogar la ley como esta hoy día, no quiero cambiarla…Entonces, cuando el Gobierno habló de transparentar el lucro, yo pensé que iba a decir que aquí había lucro y lo fiscalizaremos o sancionaremos".

Además, Lagos indicó que "el Presidente a lo que llamó fue a un debate nacional sobre el tema del lucro, pero claramente se abrió a derogar el lucro que hoy se prohíbe en la educación universitaria".

¿Qué hay de malo con el lucro?, ¿Por qué es tan vilipendiado por la lacra socialista?. Algunos han instalado en el imaginario colectivo que el lucro es casi una obscenidad; otros que se precian de intelectuales lo encuentran despreciable; algunos empresarios en público se avergüenzan de él; los curas de izquierda plantean que "no debe haber lucro, porque es contrario a los designios de Dios". Y este odio al lucro surge de nuestra sempiterna pobreza mental y material.

Nuestro continente y Chile con ellos, han estado sumidos permanentemente en la implementación de políticas socialistas que han permitido sembrar y cosechar pobres en cantidades de exportación (¡y exportamos a los peores de ellos en términos de pícaros y ladrones!). Y estas políticas socialistas nacen de la ignorancia económica que generan la absurda idea que solo mediante la solidaridad y la “buena política” se puede llevar la prosperidad a una cierta sociedad.

Pero, los resultados históricos de las políticas socialistas generan una realidad marcada por el retraso económico, una apatía generalizada y un intento de los más jóvenes de escapar de tan infausto destino. Y todo porque la “buena política” es imposible que se implemente en este estado de la evolución humana.

La “buena política socialista” requiere de “hombres nuevos y buenos” que no existieron, no existen y no existirán jamás. Algunos tienen buenas intenciones pero el camino al infierno está tapizado de buenas intenciones.

Y, al final, esa “buena política socialista” termina siempre conducida por una élite de ambiciosos y sus grupos de poder que no trepidan en usar los recursos estatales para satisfacer su intereses privados y perpetuarse en el poder, embriagando a la plebe con la demagogia del discurso de la “revolución proletaria” en todas sus formas y con múltiples subsidios de corte asistencialista y paternalista.

Una vez que estos ambiciosos socialistas llegan al poder, subyugando a la masa con mucho pan y circo, logran imponer sus decisiones restringiendo las libertades individuales, limitando el espacio para que las personas tomen decisiones privadas, e imponiendo sus visiones basadas en la ignorancia. Es el comienzo del fin porque la prosperidad no llega por decreto sino que por medio de la conducta agregada de cientos y miles de personas que, por medio de la “mano invisible”, generan riqueza en base a su propio esfuerzo, sin regalías.

Así, la “bondadosa acción socialista” termina ocasionando estragos en el espíritu de las personas que dejan de trabajar para pensar en cómo sacar provecho de la repartija de bienes. Solo recordar que los peores males padecidos por la humanidad siempre han tenido fines altruistas.

El afán de lucro, en cambio, siempre tiende al bien y conduce a la prosperidad más eficazmente que la errónea creencia de que algunos funcionarios y burócratas bienintencionados harán más si actúan sin fines de lucro. El interés particular es parte de la naturaleza humana y dirige la acción de virtuosos y pecadores, de egoístas y altruistas. El afán de lucro impulsa a las personas, no por bondad, sino por su propio interés, a servir a sus semejantes lo mejor posible. Esta admirable realidad comúnmente pasa desapercibida.

El lucro o beneficio cumple la función social clave de obligar a los empresarios, por su interés personal, a servir a la sociedad produciendo bienes y servicios de la mejor calidad y al menor precio. Los empresarios que no satisfacen a sus clientes incurren en pérdidas y quiebran; los colegios que no tienen buenos resultados de sus estudiantes dejan de recibir nuevos alumnos.

En cambio, en las empresas y organizaciones sin fines de lucro no existe ningún estímulo real que las induzca a ofrecer un mejor servicio, porque ¿Qué puede estimular a una de estas empresas a ofrecer algo mejor?.

Ejemplo 1. Una organización sin fines de lucro no tiene ninguna motivación para ofrecer mejores bienes y servicios. El Servicio de Salud del Medioambiente, institución pública, no tiene ningún incentivo para mejorar sus servicios porque su productividad no depende de sus resultados.

Ejemplo 2. Un colegio sin fines de lucro no tiene ninguna motivación para ofrecer mejores servicios educativos. Un colegio público municipal recibe los ingresos por cantidad de alumnos matriculados y no por resultados, por lo que no le interesa mejorar sus servicios.

Por lo tanto, el lucro cumple una función económica esencial dado que es la fuerza que impulsa la creatividad, la innovación, el progreso tecnológico, la asignación óptima de los recursos, eleva la productividad y los salarios y mejora la calidad de vida. Exige a las organizaciones perfeccionar continuamente sus productos y reducir sus costos de producción, desarrollando métodos más eficientes, con el fin de bajar sus precios y aumentar sus ventas. Y cuanto más bajan sus precios por aumentos de productividad, mayor es el beneficio social.

Si se desea mejorar la educación no se puede pretender profundizar un esquema fracasado como la “educación gratuita y de calidad”.

La especie humana es diversa y variada en potencialidades y talentos. Ningún individuo es igual a otro y si se pudiera clasificarlos, con toda probabilidad obtendríamos una campana de Gauss en términos de la distribución de alguna variable. Por ejemplo, respecto de alguna habilidad, siempre existe un 5% de personas con enormes talentos –los genios- y un 5% de personas sin talentos, mientras el 90% restante tiene una distribución variada. En la práctica del futbol hay talentos como Messi y Sánchez, y otros menos dotados que calientan banca. Esta es una característica de la especie humana: su variabilidad en cualquier factor.

Y respecto de la educación pasa exactamente lo mismo. La educación, per se, debe generar desigualdad. La única manera de generar igualdad en el proceso educativo es no enseñarle nada a nadie: igualdad en la ignorancia, la carne de cultivo de las actuales protestas.

El proceso educativo es un proceso piramidal, y a la cúspide siempre deben llegar los más capaces que son los que terminarán ostentando una educación de calidad y estándares más elevados que otros…¡No todos pueden acceder a una educación de calidad porque no todos tienen los mismos talentos!.

Si podemos exigir que todos tengan las mismas oportunidades de acceso y que no se discrimine por variables ajenas a la habilidad que queremos formar: si queremos deportistas de nivel mundial se deben financiar las carreras de los mejores; si queremos músicos debemos financiar las carreras de los mejores; si queremos los mejores ingenieros debemos financiar a los mejores…Pero, no podemos financiar a estudiantes vagos que no les gusta el estudio; no podemos financiar a malos deportistas solo porque son afines a cierta tendencia política…

Y con desafortunada frecuencia los grupos de poder terminan financiando bolsones de ineficiencia. En una oportunidad, una persona me comentaba que para participar en los proyectos de la Conicyt, se debía incorporar al equipo del proyecto a profesionales de cierta universidad, porque los que elegían habían estudiado en esa universidad. Es decir, un grupo de poder se apodera de cierta institución y aplica criterios que favorecen a los suyos.

La educación de calidad es una cuestión personal y es una necedad pedirle al Estado que se responsabilice de ello. Y lo anterior puede quedar más claro con el siguiente caso: Mauricio es un muchacho que no terminó su enseñanza media (llegó solo hasta primero medio) y no tiene interés en terminar, pero no puede trabajar porque no tiene la licencia. Recordemos que en el gobierno del socialista Lagos se decretó la enseñanza media obligatoria (¡iniciativa con muy buenas intenciones!) pero que impide que muchachos como Mauricio, sin interés en el estudio, pueda trabajar. Mientras tanto es un vago que fuma y bebe con sus amigos en la misma condición, sin oportunidades de surgir mediante su esfuerzo. Le han cortado los brazos.

El lucro y la competencia son claves en educación. En mercados competitivos, la búsqueda del lucro evita a la gente depender de la generosidad y honradez de los empresarios para obtener los bienes y servicios que necesitan porque la competencia asegura que los proveedores que mejor sirven las necesidades de las personas obtengan las mayores ganancias, realicen las mejores inversiones, mejoren su eficiencia, creen más empleos y prosperen. Persiguiendo su propio interés, promueven el bienestar social y es el caso de los colegios privados elegidos incluso por los socialistas para matricular a sus propios hijos.

En cambio, la vocación de “servicio público desinteresado” de los políticos es una mentira que no resiste análisis porque al igual que todos, solo buscan su propio interés. En el caso de los políticos, su ingreso es a todo evento, trabajen o no trabajen, no depende de cuán bien lo hagan por lo que no están obligados a servir a las personas de la mejor manera posible. El principal incentivo de los políticos es permanecer en el poder y por eso siempre defienden los intereses de los grupos de presión que los eligen cayendo en el paternalismo y asistencialismo enfermizo, a costa de todos.

Una corta conclusión.

Finalmente, la célebre frase “educación pública y de calidad” es una verdadera falsedad. Suponiendo que es acertado que todos deben tener acceso a las mismas oportunidades en educación, también resulta acertado que no todos alcanzarán los mismos rendimientos, y esa disparidad provocará una desigualdad natural.

Educación gratuita. El acceso a la educación superior puede ser gratuito, pero, no se puede pretender que todo el mundo ingrese a la Universidad lo que no es viable financiera ni operacionalmente. No se puede educar a la masa de una manera uniforme y siempre existirán algunos que avanzarán más rápido y más lejos que otros. En otras palabras, todos pueden ingresar, pero el nivel educativo debe ser tal que solo los mejores puedan continuar.

Educación de calidad. La sociedad debe asegurar una educación elemental o básica de primer nivel para todos, pero en los tramos superiores educativos cada individuo debe seguir el camino que sus capacidades naturales le permiten.

Por lo tanto, el modelo educativo debe ser modificado, pero, en conjunto con la matriz socio-económica que nos rige para generar un ambiente que ofrezca múltiples oportunidades a todos los talentos naturales de la especie humana.

¿Y, como lo hacemos?...¡Por medio del lucro!. Un muchacho con talento para el deporte encontrará en ese camino un retorno financiero muy superior que si se dedicara a estudiar; un muchacho con talento para el estudio encontrará un mejor retorno en estudiar; un muchacho con talento musical encontrará un mejor retorno en hacer música…y así hasta el infinito.

El lucro guía las conductas humanas para desarrollar el potencial de los individuos, mientras que aquellos que odian el lucro ajeno solo quieren más espacios para incrementar su lucro privado. No nos dejemos engañar.

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