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sábado, 30 de abril de 2011

¿QUÉ ES SER LIBERAL?. Por Raúl Mendieta Concha


No es tarea fácil definir en términos generales lo que entendemos por la  palabra “liberal”. 

No debe comprenderse aquí en el sentido de liberal como partido político, sino interpretar el liberalismo como un pensamiento, una filosofía, una cultura  y  una actitud permanente ante la vida cotidiana.

En un liberal se encuentra siempre un elemento contradictorio, ya que  todo lo espiritual existe en la contradicción y sólo a través de ésta  se llega a la verdad.

En la sociedad, la posición del liberalismo es necesaria no sólo  contra del poder abusivo de los gobiernos, aún de carácter “democráticos”, sino también en la resistencia a las modas políticas impuestas por la época, como es la nivelación de las ideologías que se comportan de forma corporativas, ejemplificadas en las  posturas eclesiásticas, el pseudo socialcristianismo o el nacimiento de un neo-marxismo retardado.

Así se desprende que la esencia del liberalismo, consiste en proteger en forma integra y justa a las minorías,  practicar siempre la apertura a lo contrapuesto, no difundir ideas divergentes y  tampoco  perseguir a la crítica de lo establecido como si fuera una herejía.

Para un liberal no puede estar en primer lugar el deseo de preservación como lo está para un conservador, sino al contrario, debe analizar y razonar las propuestas políticas, sociales, económicas, culturales y medioambientales que conduzcan a una mejor transformación de la sociedad,  siempre, agregando algunas cosas u omitiendo otras para mantenerse en armonía con la historia ya que ésta es un proceso y no una coyuntura ocasional.

Otro talante de un auténtico liberal es estar convencido que no importa la meta en sí, ya que cualquier persona tiene sus propias  y nobles metas Si, más importante son los métodos que se aplican para arribar a estas metas tomando en cuenta que la libertad tiene como límite la libertad del prójimo y el respeto permanente al individuo como ser humano digno y responsable ante la vida.

Tampoco los dogmas y los evangelios progresistas de la izquierda son cuestiones graves para un liberal, atendido que para él no hay sistema alguno que garantice un final feliz.

Existe un solo lugar legítimo y satisfactorio para el liberal: Un puesto entre la multitud.

lunes, 25 de abril de 2011

¿MARCAS COMPETITIVAS?


Una de las grandes características de algunos empresarios es que cuando están fuera del mercado exigen a la autoridad pública medidas en pro de la competencia, pero cuando están dentro del mercado son los principales actores para limitar la competencia y perjudicar a los consumidores. Este es el caso de empresas tan relevantes como Embotelladora Andina y Embonor, que venden productos Coca-Cola.

El pasado 20 de abril, la Fiscalía Nacional Económica presentó  ante el TDLC un requerimiento en contra de Embotelladora Andina S.A. y Coca-Cola Embonor S.A., empresas ambas con licencia para producir y distribuir productos Coca-Cola en Chile, líderes absolutas del mercado de bebidas carbonatadas dentro de sus respectivas áreas de concesión,  por prácticas exclusorias en el mercado de la distribución y comercialización de bebidas carbonatadas.

Dichas prácticas  han consistido en el otorgamiento de incentivos, tales como descuentos, entrega de equipos de refrigeración  y otros aportes, a miembros del canal tradicional de distribución, esto es,  a  almacenes de barrio, botillerías, kioscos, panaderías y similares,  supeditados a la no publicidad,  exhibición y/o venta de bebidas alternativas de bajo costo -conocidas como Marcas B- dentro de sus respectivas áreas de distribución, lo que ha impedido, retardado y entorpecido su ingreso y crecimiento, disminuyendo artificialmente la competencia y, además, ha terminado afectando a los consumidores de segmentos socioeconómicos de menores ingresos.

La FNE ha solicitado que se aplique a cada una de las empresas requeridas una multa de 10 mil Unidades Tributarias Anuales (aproximadamente, US$ 19 millones), y  una serie de  medidas correctivas y de prevención específicas, tendientes a evitar el otorgamiento de incentivos para excluir bebidas Marcas B  y permitir que éstas puedan ser debidamente publicitadas, exhibidas y comercializadas, procurando inyectar de este modo una mayor competencia en el mercado.
Y eso no es todo, puesto que este caso tiene tres precedentes con las empresas  CCU, Fósforos y Chiletabacos. Estas tres empresas son proveedores con posición dominante que imponen exclusividades con el fin de mejorar su participación de mercado, en perjuicio de sus competidores de menor tamaño o entrantes. Por ejemplo, Fósforos utilizaba estas prácticas en los supermercados; Chiletabacos utilizaba estas prácticas en el canal tradicional, y CCU en el canal tradicional, restaurants, bares, etc.

Estos tres casos se asemejan por las prácticas de exclusividad dirigidas a incentivar a los canales para que excluyan a la competencia; controlar los espacios que se entrega a competidores; incentivar a los vendedores; se trata de industrias de consumo masivo con un operador dominante (tabaco 90%, cervezas 80% y bebidas 70%).

Sorprende que empresas que venden productos con la marcas Coca-Cola, CCU, Chiletabacos y Fósforos, marcas ícono del marketing, utilicen permanentemente estrategias tan contrarias a la libre competencia y que van en contra de los consumidores. Aunque en descargo de estas empresas, estas estrategias las han aplicado desde hace bastante tiempo, y lo único que está cambiando es el papel de la FNE que está enfrentando estas situaciones de la manera que corresponde. Y debe profundizarse.

La clave de la prosperidad está en mantener mercados en plena y libre competencia, impidiendo que surjan barreras de cualquier tipo.

sábado, 23 de abril de 2011

POBREZA PERMANENTE, INGRESO ÉTICO FAMILIAR


En la Tercera se publica que Piñera escribió en su cuenta de twitter que “juntos vamos a derrotar la pobreza extrema y sentaremos las bases para ser un país desarrollado y sin pobreza antes de que termine esta década”. Y la pregunta surge de inmediato: ¿es factible que el asistencialismo derrote la pobreza extrema y nos transforme en un país desarrollado?.

El ingreso ético familiar

El Presidente Sebastián Piñera, junto al titular de Mideplan, Felipe Kast dieron inicio de la primera etapa del ingreso ético familiar que estará operativa a partir del 1 abril y hasta el 31 de diciembre. De acuerdo a las autoridades, el objetivo “es buscan superar la pobreza extrema en Chile al 2014”.

Esta iniciativa consiste en bonificaciones monetarias a unas 130 mil familias vulnerables del programa Chile Solidario, cubriendo un universo total de aproximadamente 490 mil personas dividido en tres segmentos en función del nivel de ingresos.

El primer segmento, los más vulnerables, y que son los que están más lejos de alcanzar un ingreso familiar mensual de $250 mil-, recibirán mensualmente a partir de abril un aporte de $.500 por cada integrante del grupo familiar. El segundo segmento, recibirá $6.000 per cápita y el tercer segmento, recibirá $4.500 por cada integrante del núcleo familiar.

En conjunto con los bonos bases anteriores, se crean aportes condicionados a ciertos niveles de esfuerzos por parte de las familias, Por ejemplo, se darán beneficios extras a aquellas familias que mantengan a sus hijos matriculados y con la salud controlada. Además, se incentivará la inserción de la mujer al mundo laboral.

Sin embargo, esta primera etapa del ingreso ético culmina este 31 de diciembre y para que los beneficios continúen se necesita institucionalizar el sistema. Entonces, de acuerdo con el ministro Kast, en lo que resta del primer semestre de este año se enviará al Congreso un proyecto con este fin. Señala Kast que "el objetivo es que comience a operar el 1 de enero de 2012 o cuando lo establezca la vigencia de la ley, la idea es que las familias puedan seguir recibiendo estos beneficios". Es decir, las familias pueden seguir recibiendo estos beneficios de forma permanente, ¿alguien querrá salir de este escenario tan cómodo?. Puro asistencialismo.

¿Puede alguien, en su sano juicio, creer que el asistencialismo permitirá derrotar la pobreza y transformarnos en desarrollados?

Las naciones que han logrado superar la pobreza, lo han hecho a través del esfuerzo sistemático de sus habitantes para generar riqueza y crear empleo. No se puede crecer ni menos reducir la pobreza por medio de la caridad, regalando dinero o bienes, pero al parecer esta es una afirmación políticamente incorrecta.

Por ejemplo, pese a las ayudas internacionales a Haití, más de un millón de personas aún se encuentran en tiendas en campaña y, aparentemente, desean seguir igual. Si recordamos que el ser humano actúa en base a estímulos, ¿por qué alguien se va a esforzar si puede obtener lo mismo sin hacer nada?.

Entonces, la evidencia es concluyente: para reducir la pobreza lo más sensato es dar trabajo y no regalar dinero o bienes. Por ejemplo, facilitar el acceso al empleo, subsidiar fuertemente a las empresas que creen empleo, etc.

La inutilidad del asistencialismo

El asistencialismo no conduce a nada y solo genera la impresión de que alguien debe hacerse responsable de la pobreza de ciertas comunidades. Pero, lo que las personas necesitan es empleo, oportunidades de desarrollar sus talentos, y una educación para niños y jóvenes que responda a las necesidades de cada país.

Nadie puede estar en desacuerdo en entregar subsidios, bienes o alimentos para aliviar situaciones de emergencia, pero es una ilusión creer que con eso se superará la pobreza. Esta última de alimenta de la ignorancia, de la falta de empleo y oportunidades.

Un país alcanzará el éxito cuando una masa crítica de sus habitantes pueda desarrollar sus talentos y capacidades. El talento humano no pertenece a una cierta clase social sino que está distribuido transversalmente, por lo cual se deben generar las condiciones para que pueda expresarse en toda su plenitud.

Piñera y su gobierno están equivocados cuando plantean que “juntos vamos a derrotar la pobreza extrema y sentaremos las bases para ser un país desarrollado y sin pobreza antes de que termine esta década”. Y lo que podemos anticipar es que con estas políticas asistencialistas jamás derrotaremos la pobreza extrema y con este recurso humano sin musculatura, difícilmente seremos un país desarrollado para el tricentenario.

La riqueza es el resultado del esfuerzo de todos. La pobreza es el resultado del esfuerzo de algunos.

viernes, 22 de abril de 2011

PROGRESISMO DEMAGÓGICO, ¿EXISTEN LOS PERROS VERDES?


El Partido Progresista, PRO, que lidera Marco Enríquez-Ominami, es ya oficialmente un partido político, tras legalizar en el Servicio Electoral las firmas necesarias. Mientras tanto, los cuadros fracasados de la Concertación se comienzan a aglutinar en torno a Ricardo Lagos para enfrentar la pérdida del gobierno, del apoyo financiero (¿quién puede apoyar financieramente proyectos fracasados?) y la falta de espacios para imponer sus ilusiones ideológicas que les permita salir del abismo en que se encuentran. Por ello, la irrupción del PRO es un incentivo y una suerte de competencia por quién capta más apoyos y genera alianzas internacionales para una izquierda progresista chilena, ávida de soportes de todo tipo, ideológicos y financieros.

En un mundo en que una gran mayoría de las personas pasan sus días en un estado de conciencia adormecida, vale la pena intentar despertarse y preguntar: ¿qué significa ser progresista?, ¿querer más y más progreso?, ¿a toda costa?, ¿es realmente deseable el progreso?. Por lo tanto, no está de más analizar el significado de una palabra que pareciera evocar el “paraíso en la Tierra”, pero que en realidad no tiene ningún significado concreto o en el peor de los casos es más de lo mismo.
 
De percepciones e ilusiones

Existen algunas palabras fetiche que se instalan en el imaginario social de las personas como si fueran sagradas, y para ser recitadas cuando se trata de superar profundas crisis existenciales. El fin de la URSS y sus lacayos fue un golpe muy duro para los socialistas pues los sumergió en una profunda crisis existencial que muchos aún no pueden superar: la ilusión había terminado y los había dejado en la orfandad ideológica. Y cuando emergen al mundo real buscando a que aferrarse se encuentran, de improviso, con una palabra que se ha  transformado en una suerte de fetiche milagroso: el “progresismo”…¡Y ahora todos son “progresistas”!.

Claro, antes, en la guerra fría la izquierda era “revolucionaria”, y hoy es “progresista”; antes querían arrasar el mundo “burgués”; hoy, quieren social democracia y “progresismo”. Los tiempos han cambiado, incluso, para los izquierdistas de tomo y lomo.

Así, la caída del Muro de Berlín fue la expresión final de una ilusión devenida en dictaduras crueles, inhumanas y que segaron la vida de millones de personas a lo largo y ancho del planeta, y que necesitaba renovarse so pena de transformarse en un fósil ideológico más propio de museos de la memoria (¡como tanto les gustan a estos seniles señores!) que de caminar por “las grandes alamedas de los hombres libres”. La intelectualidad afín a la izquierda ha buscado nuevos conceptos que les permitan ganar espacios en la opinión pública y reubicarse en el competitivo mapa político.

Surge, por ejemplo, el concepto de la tercera vía que –para variar- cada uno interpreta como le conviene: mientras para unos es un camino alternativo entre capitalismo y socialismo, para otros es una alternativa a lo que la izquierda denomina “neoliberalismo”. Y del mismo modo comienza a masificarse el uso del “progresismo” como una etiqueta para una nueva izquierda, moderna y, por supuesto, “progresista”.

Pero, como la palabra “progresismo” proviene de “progreso”, ¿qué nos tratan de decir con esta palabra tan sugestiva?, ¿qué la izquierda ahora cree en el progreso a raja tabla?, ¿cómo puede la izquierda creer en el progreso si siempre han creído en la igualdad que es contraria al progreso?, ¿en que tipo de progreso creen?. Finalmente, ¿cree la izquierda en un verdadero progreso o en un progreso dirigido por élites de izquierda?.

El “progreso de izquierda”: ir hacia adelante mediante planes

Todos necesitamos apoyos para caminar por la vida, y algunos han creado el “bastón del progreso” como el gran soporte, pero debemos ser claros: la izquierda no cree en un progreso libre y espontáneo. Cree en un “progreso” basado en dos conceptos: en primer lugar, el “progreso" como la “acción de ir hacia adelante”, y en segundo lugar, este “progreso” debe ser dirigido mediante planes y programas generados por los mismos iluminados de siempre.

No es necesario ser clarividente para ver cuáles son las intenciones de la izquierda al calificarse como “progresista”. La fuerza ideológica que mueve a la izquierda sigue siendo la misma: un profundo rechazo a las libertades individuales y a la libertad económica. Así, pese a que algunos de sus líderes se han aburguesado, abultado sus panzas y sus bolsillos, mantienen en su discurso los mismos temas y argumentos que siempre han inoculado en sus feligreses: “los perversos libres mercados mundiales y sus efectos sobre los pueblos más atrasados; el excesivo individualismo que empobrece las relaciones humanas y que lleva al aislamiento, la soledad, el malestar, el miedo, la inseguridad; la manipulación y enajenación del ser humano en torno a lo económico y lo técnico que aplasta a los individuos; el desarrollo científico destructivo en la forma de armamento nuclear y devastación ecológica; la globalización que destruye formas de vida ancestrales, etc.”.

En otras palabras, el discurso “progresista” es el mismo de siempre. Y la solución es la misma de siempre:

“y vendrá un grupo de iluminados que bajará del cielo ideológico para dirigirnos en una cruzada hacia un gran futuro, un gran bienestar y mucha felicidad, en la cual algunos serán más iguales y más felices para siempre”.

Puro dirigismo, puro sueño, pura ilusión. Lo mismo de siempre. (Nota: ¿se imaginan ustedes que el grupo de iluminados esté conformado por Lagos, Bachelet, Toha, Escalona, Walker, Auth, Ominami?, ¿qué nos espera?)

La primera parte del progreso izquierdista: “ir hacia adelante”

La izquierda cree que el progreso es como subir una escala, ascendiendo peldaño tras peldaño, en un avance lineal y permanente, pero esta idea de progreso no es ya una idea compartida desde mediados del siglo pasado.

A partir de fines del siglo XVIII, el racionalismo ha sido un elemento central de lo que conocemos como “modernidad y progreso” y planteaba que la realidad podemos conocerla y modelarla racionalmente. En otras palabras, el racionalismo ha sido la base en la cual se ha asentado la sociedad y civilización modernas por medio de las conquistas científicas y técnicas, y se transformó en el fundamento universal de la ciencia, de la moral, del derecho y del Estado.

El racionalismo, surgido y pulido por la práctica, a partir del siglo XVIII es aceptado e integrado y sirve de base al desarrollo técnico y científico de la civilización moderna y a la persistente creencia en el permanente ascenso del género humano. Así, se sientan las bases de una ideología del progreso que solo genera beneficiosos efectos a la sociedad.

Pero, ya no se puede justificar que “la civilización se ha movido, se mueve y se moverá en una dirección deseable” porque no siempre cualquier cambio es beneficioso. No existen las supuestas leyes del progreso que nos permitirían predecir los cambios que debemos hacer hoy para estar en la posición que deseamos mañana, porque es imposible conocer con certeza si vamos hacia una situación mejor o peor.

Sin embargo, debemos reconocer que la historia de nuestra civilización es el relato del progreso que en menos de 10.000 años ha conducido a la especie humana desde las cavernas hasta los confines de un universo en expansión. En el siglo XVIII, se presentía la profunda conexión entre la ciencia aplicada y el progreso en la forma de incrementos sustanciales de producción en una serie de bienes muy valorados.

Por ejemplo, en los años ’60 para viajar al norte de Chile desde Santiago se requerían cinco días en el tren longitudinal del norte, el Longino; hoy, para viajar al  norte, se requieren 2 horas. Otro ejemplo: cualquier persona en un campamento en Chile vive mucho mejor que las clases sociales más pudientes del tiempo de la colonia. Esta es cara limpia del progreso que todos ansían.

Pero, este progreso necesita libertad para emprender y equivocarse. A los grandes adelantos se ha llegado en base a la prueba y el error, porque es muy  difícil recoger de una manera previa todas las variables involucradas en cierto fenómeno.

Y también existe la cara sucia del progreso. El racionalismo puede terminar enajenando a la especie humana al creer que todo producto de la razón solo puede ser bueno, y eso no es así, necesariamente. La ciencia aplicada ha elevado el estándar de vida en todo el mundo, pero también puede ser peligrosa en la forma de guerras y tecnologías deshumanizantes.

La razón humana es un maravilloso instrumento, pero no puede ser un fin en si mismo. La aplicación de una racionalidad ciega puede conducirnos a un callejón sin salida, despertando fuerzas escondidas que construyan instituciones y procesos que vayan en contra de la vida y de la especie humana.

La segunda parte del progreso izquierdista: “los planes de los iluminados”

Por eso se debe estar atento a los intentos del “progresismo”, bastardo hijo del racionalismo decadente, para situarse en un plano iluminado como la solución a los problemas humanos. Nos pregonan que el “progreso” que todos quieren debe estar basado en un proceso previamente determinado, analizado y planificado por las élites de iluminados del “progresismo”. Es decir, el “progreso” requiere de planes que permitan una evolución dirigida, ordenada y sin distracciones. Ingeniería social. En suma, la nueva izquierda es la misma de siempre pero ahora maquillada con una nueva crema.

Los “progresistas” solo desean diseñar un mundo en que el progreso esté dirigido en base a un plan, diseñado por ellos, que mueva las fuerzas necesarias en la magnitud y dirección elegida, siempre orientado hacia supuestas grandes metas de largo plazo. ¡ Vuelven a tocar las trompetas…vuelven los “planes quinquenales” a tocar a nuestras puertas !. Mientras tanto, el generoso y desinteresado Estado, deberá generar los estímulos para orientar el movimiento de las fuerzas citadas.

El verdadero progreso es impredecible, y cualquier intento de regular y controlar las fuerzas que lo gobiernan solo impedirá el progreso de la humanidad. Tal como decía Hayek, “el progreso, por su propia naturaleza, no admite planificación”, o como decía alguien: “los perros verdes no existen”.

Otro concepto-mamarracho: el “progreso social”

Esta ilusión ha llevado a los “progresistas” a crear, por extensión, la prodigiosa ilusión del "progreso social" que es un concepto-mamarracho, porque ¿qué significa ”progreso social”?. Es decir, ya no basta con creer en el “progreso” como una fuerza bendita sino que, además, le agregamos el apellido de “social”.

Para los “progresistas”, la maravilla del “progreso social” se logra por medio de un proceso de planificación general y global, con el fin de implementar las características visiones del “mundo feliz de sus sueños más caros”. Es una nueva versión del drama “el camino al infierno está empedrado con los cráneos de los que tuvieron buenas intenciones”.

En otras palabras, son ideas, conceptos y soluciones dirigidas mediante planes que supuestamente permitirán conducir a la sociedad hacia un desarrollo gradual e ilimitado de sus aptitudes, capacidades intelectuales y morales, lo que automáticamente mejorará sus condiciones materiales de existencia. En general, este “progreso social” se manifestará en el avance de la civilización y de sus instituciones sociales, rechazando cualquier tipo de restricción o discriminación, sin menoscabo del respeto,  de las garantías individuales, de la libertad y del derecho inviolable a la propiedad privada.

El “progresismo” como demagogia

Los neo-izquierdistas o “progresistas” son los mismos demagogos de siempre, creadores de los “perros verdes”. Como las personas creen que el “progreso” es la clave para aumentar su calidad de vida y bienestar, ellos les hablan de manera tal de captar su adhesión y su aplauso, y no alcanzan a comprender que las intenciones son bastante más bastardas. Como hijos del racionalismo del siglo XVIII, la neo-izquierda no cree en el progreso como tal, sino en el progreso demagógico, porque si realmente el tema les preocupara se darían cuenta que el “progreso” del cual tanto hablan no existe.

Concluimos que no existe ni ha existido la cosa que los izquierdistas denominan “progreso” en la forma de un avance dirigido en base a planes quinquenales e ingeniería social porque nadie puede asegurar que la prosperidad, el bienestar y la felicidad consista en ir siempre hacia delante de una manera ciega. Y con menor razón si dicho avance es el resultado de los planes dirigidos por las mentes de los iluminados de izquierda.

Solo se puede progresar si todos disfrutamos de libertad. En alguna ocasión, a Bill Gates le preguntaron "¿por qué Latinoamérica no ha producido un Bill Gates?". Su respuesta fue que "en casi todos los lugares del mundo en que podría haber nacido, no habría tenido las increíbles oportunidades que tuve aquí: tuve una muy buena educación, y fui increíblemente afortunado en cuanto a las circunstancias que me tocaron. En la mayoría de los lugares, habría sido simplemente un mal agricultor. Nadie hubiera aprobado las cosas que he hecho".

No nos engañemos cuando los mismos de siempre nos hablen de que existen los perros verdes y que debemos seguir bebiendo la misma sopa rancia que nos han dado por años, pero ahora viene con distinta marca, porque es la misma de siempre: tutelar todos los ámbitos de las personas para dirigir sus sueños, violar las oportunidades y controlar el futuro. Y castrar el futuro.

Hay que abrir las puertas y dejar entrar bocanadas de aire fresco. El progreso nos espera. Y que se vayan los perros verdes del "progresismo".