Definitivamente los latinoamericanos tenemos un grave problema con las autoridades que elegimos o con aquellos que acceden a posiciones de poder mediante cualquier medio. Y el problema es que los terminamos transformando en seres cuasi-divinos, omnipotentes y sin los cuáles no podríamos vivir.
Lo último puede ser una afirmación exagerada pero muchos se sienten de esta manera con la partida de algunas personas de figuración política o mediática. Y es el caso de Kirchner que ha muerto a los 60 años y que ya se perciben en el ambiente las clásicas muestras de pesar y pena de sus partidarios.
Así, en nuestro continente las autoridades que han ejercido el poder son convertidos por la devoción popular en carne de estatuas. En Argentina, deben estar preparando el bronce para la gran cantidad de estatuas que se erigirán en honor de Kirchner en los próximos meses.
La lógica del autoritarismo como sistema de gobierno
En América Latina estamos llenos de ejemplos, desde la independencia, de los autoritarismos como sistemas de gobierno en el cual las actividades políticas y sociales están sometidas a los deseos de un político-autoritario que construye un entorno basado en una ideología totalitaria, inspiradora de todos los estamentos del Estado.
Es claro que estos regímenes surgen como la única respuesta a un supuesto caos político y social. Utilizando argumentos como la unidad del estado, el bienestar de las mayorías, el valor de “la patria”, el autoritarismo apela a los sentimientos, dejando de lado la razón y la lógica, teniendo un bajo grado de elaboración ideológica.
La lógica del autoritarismo se basa en:
• Imponer el poder social y económico como la única autoridad viable.
• Las órdenes se deben cumplir sin discutir.
• No se acepta el disenso, no se aceptan opiniones divergentes ni se dan explicaciones.
• Privilegiar la lógica del silencio de todos para callar las críticas y ocultar los errores.
• Se crea una visión dicotómica de la realidad: si eres mi amigo eres bueno, en caso contrario, eres mi enemigo-malo.
El caso de Kirchner
Nestor Kichner fue un "animal político" que vivió y que murió -en el sentido literal- por el poder al que llegó como un ilustre desconocido y votado por una minoría de un 22%. Previo a su llegada, Argentina era un caos político y social, y con su autoritarismo, propios de un Cesar, logró imponerse a los innumerables grupos que pululaban y piqueteaban por los pasillos del poder, En ese autoritarismo construyó un poder real y una democracia estable en un país culto en el fondo y caótico en las formas.
Por cierto que una Argentina empobrecida y llena de tensiones sociales necesitaba un liderazgo autoritario que controlara a los indistintos grupos de poder que intentaban imponer sus propias pretensiones por sobre las de todos y que se convertían en verdaderas termitas que erosionaban el endeble edificio de una democracia construida de madera.
Este autoritario terminó apropiándose de varios cargos: “presidente en las sombras" del gobierno de su mujer, diputado, presidente del Partido Justicialista peronista y secretario general de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur). Y esta ostentación y acumulación de poder es la característica de los autoritarios que se consideran los únicos especialmente dotados para gobernar eternamente. Pero, somos humanos...Fidel ha aguantado más de 50 años en el poder, y a Kirchner, probablemente, le pasó la cuenta este obsesivo afán de autoritarismo.
Kirchner se impuso de una manera tal que la marca "K" pasó a tener un claro sentido. El era "el jefe", el que daba el ok final....Y su partida deja viudas y huérfanos. En primer lugar, su esposa que deberá comenzar a ejercer, por vez primera, el cargo de presidenta. Después, los que antes pululaban por los pasillos del poder terminaron pululando alrededor de este autoritario y ahora, una vez apagada la bujía, se encuentran desorientados y están buscando una nueva luz. Finalmente, sus contrarios que tenían en él un punto de referencia al que golpear, ahora que se ha ido deberán buscar nuevos elementos en los que orientarse.
La partida de Kirchner puede convertirse en un buen momento para la democracia argentina, si el país lo aprovecha bien. Pero, se requieren otro tipo de líderes para avanzar en pos de más libertad y prosperidad para todos los argentinos.
¿Llegará el momento?
No es normal que los países dependan permanentemente de un liderazgo autoritario, porque eso demuestra que sus ciudadanos son una especie de inválidos que no saben caminar por sí mismos. Si una sociedad es construida por ciudadanos libres, informados y responsables, el cambio en la testera del poder debiera ser solo un trámite más, y la vida de una persona común no debiera ser alterada.
Por eso, cuando el país tiembla ante la partida de un líder autoritario debemos preguntarnos por qué nuestras sociedades permiten que accedan al poder estas personas, ¿Qué estamos haciendo mal?. Probablemente, el desorden social y económico proviene de una tríada a la que nadie respeta: un sistema judicial, un sistema político y un poder ejecutivo.
Y la responsabilidad de los nuevos líderes argentinos es comenzar a construir instituciones sanas y transparentes que den confianza, libertad y generen espacios de oportunidades a todos los ciudadanos. Esta es la clave para profundizar la democracia argentina y evitar que los interesados se vuelvan a apropiar del poder para sus propios y particulares fines.
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