La educación es un tema que atraviesa a todo el planeta, y en el caso de Chile es una permanente preocupación de todos por los bajos niveles que se alcanzan y por el pobre recurso humano que estamos generando.
Es claro que las personas que se están educando hoy en los niveles básicos y medios conformarán la base económica y social que moverá al país en los próximos 50 años por lo que una pobre educación trae consigo un país estancado, sin luces ni dinamismo, ni potencial que desarrollar.
¿Será Chile un país desarrollado el 2050?.
En estricto rigor, dado que una masa inculta e irresponsable es el efecto de nuestro perverso sistema educativo basado en considerar la educación más un derecho que un deber, el 2050 Chile seguirá surcando las aguas del subdesarrollo.
Por lo tanto, los progresistas nos han convencido que la educación es un derecho lo que merece serias dudas.
¿Es la educación un derecho?
Más que un derecho la educación es un deber arduo, sistemático e intenso, que requiere mano dura, disciplina y generación de hábitos de estudios fuertemente incorporados en la persona. Y esto requiere trabajo, trabajo y más trabajo.
Pero, los progresistas desde Lagos parecen habernos convencido que todos, la masa, merecen una educación de calidad. Es cierto, todos merecen una educación de calidad, pero ¿la desean ?...
¿Qué hacemos con aquellos jóvenes que no valoran la educación y trastornan su entorno rebajando el nivel de la educación que se entrega a todos?
¿Qué hacemos cuando la autoridad exige 12 años de estudios legales a jóvenes que no tienen interés en estudiar?
La educación es un proceso elitista, mal que les pese a los progresistas que nos inundan. Aquella persona con más educación debe superar social y económicamente a aquellas personas que solo usan monosílabos para comunicarse y no saben sumar ni restar. Y una buena educación debe generar desigualdad, pretender lo contrario es nivelar hacia abajo, hacia la mediocridad, como sucede hoy.
Los progresistas quieren que todos se eduquen, y esta buena intención choca en las salas de clases con cursos de 45 alumnos, 25 de ellos con nulo interés en los estudios y que terminan degradando la educación para los otros 20 alumnos.
En este sistema educativo no se puede:
- hacer repetir a un niño de pésimo rendimiento, y por lo tanto, para que pasen todos se rebaja el nivel educativo a niveles ridículos.
- expulsar a un alumnos de pésimo comportamiento y rendimiento, y por lo tanto, se le permite que haga lo que quiera en la sala de clases y fuera de ella
Al recorrer los lugares donde se venden libros usados, no sorprende encontrar los libros gratuitos que se entregan, en perfecto estado de conservación debido a su nulo uso por parte de los estudiantes y los colegios. Y no son malos textos pero tienen un pobre contenido comparados con los textos de otras latitudes. Y aún así, no son estudiados con rigurosidad.
Entonces, al final, en vez de terminar con 20 estudiantes de buen nivel terminamos con 1 o 2 que pudieron superar la intensa prueba de la mediocridad de este perverso sistema educativo. Este es el primer paso: generar un masa crítica de estudiantes de buen nivel a los que hay que cuidar y proteger, para, en base al ejemplo, puedan ser seguidos por los demás.
Mientras los países más avanzados desean mejorar los currículos en ciencia, tecnología, ingeniería, y matemáticas para mantener el liderazgo científico y económico, nosotros los subdesarrollados, nos damos vuelta en comisiones y buenos deseos.
Y así nos va a ir en 50 años más...
LETTERS FOT THE NEW YORK TIMES
To the Editor:
Greg Mably
I read your Oct. 26 editorial “48th Is Not a Good Place” with great interest. I agree that improving science, technology, engineering and math education is critical to maintaining our scientific and economic leadership.
We need not only to continue to produce the world’s best scientists and engineers, but also to ensure that every student is prepared for the highly technical, high-paying jobs of the future.
I also agree that Congress does have an important role to play, but rather than stopping there, I offer that the path forward is clear: the Senate needs to approve the reauthorization of the America Competes Act.
The legislation incorporates the recommendations from the National Academies’ “Rising Above the Gathering Storm” report that you mentioned; it passed by huge margins in 2007 but expired at the end of last month. The reauthorization passed the House in May with bipartisan support and now awaits Senate action.
I am hopeful that this noncontroversial legislation will be approved when Congress returns after the election, but given the environment, no one should take anything for granted. The clock is ticking, the Senate calendar is filling up, and we are facing challenges on a number of fronts.
I strongly encourage all who care about improving science, technology, engineering and math education in this country — including The New York Times — to call on the Senate to pass America Competes.
Bart Gordon
Chairman, House Committee
on Science and Technology
Washington, Oct. 26, 2010
To the Editor:
There is indeed a crisis in what’s come to be known as STEM education — science, technology, engineering and mathematics.
Recently, an impressive array of groups met in Washington to find new ways to reverse this trend. The American Society of Mechanical Engineers has joined many others to advocate for stronger public policy, increased numbers of volunteers working with local educators, and improved career guidance and curricular materials.
We must address this issue comprehensively if we are to inspire the next generation to take up the engineering profession as an ideal way to help make the world a better place.
The field of engineering has the potential to unlock students’ imaginations and to make their abstract science and math lessons come to life. In the words of the great engineer and innovator Theodore von Karman, “Scientists discover the world that exists; engineers create the world that never was.”
Thomas Loughlin
Executive Director, American
Society of Mechanical Engineers
New York, Oct. 26, 2010
To the Editor:
As a scientist (Ph.D., molecular biology) and an inventor (several patents) who works at a biotech startup, I think that your idea that there is something wrong with having half of all patents in the United States awarded to foreign companies, and that we can do something about that, is just silly nostalgia.
The post-World War II era of United States dominance is as over and dead as the Ottoman Empire; nothing will bring it back. We have to learn to live with the fact that universities and companies in other countries are just as innovative as we are, and, since there are a lot of people in Europe and China and India, a substantial fraction of cutting-edge research will occur overseas.
Also, I disagree that American science education is bad; it is education for the poor that is bad. In wealthy suburbs like Newton, Mass., the quality and rigor of the middle- and high-school science classes is world-class (the 10th-grade honors chemistry textbook in the Newton school system is at a higher level than my college textbook).
Ezra S. Abrams
Newton, Mass., Oct. 26, 2010
A version of this letter appeared in print on October 29, 2010, on page A30 of the New York edition.
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