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domingo, 31 de octubre de 2010

EL MOVIMIENTO DEL TEA PARTY, ¿UN TERCER PARTIDO?

EEUU vive, desde hace algunas semanas, una mini-revolución con el surgimiento del movimiento de derecha del Tea Party a pocos días de las elecciones legislativas en las que están en juego un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes. Por ejemplo, quieren sacar al actual líder de la mayoría en la Cámara Alta, Harry Reid, cargo que ocupa desde hace más de 20 años.

Según las últimas cifras, el 18% de los estadounidenses se define a sí mismo como seguidores del Tea Party, y se está a la espera de que esto se traduzca en votos reales el próximo 2 de noviembre para que los 138 candidatos del movimiento logren la meta de llegar al Congreso y "echar" a sus actuales lánguidos y corruptos ocupantes. Y el tour del Tea Party ya comenzó.

¿Qué representa el Tea Party?

Los seguidores del Tea Party reclaman que se les "devuelva su país", uno de los eslóganes más coreados en sus mítines mientras enarbolan valores tradicionales que consideran en peligro y reclamando una menor intervención del Estado y la práctica desaparición de los impuestos.

El Tea Party es un nombre que se ha tomado prestado de un notable acontecimiento que dio inicio a la independencia norteamericana. En 1773, en Boston, tuvo lugar el denominado Motín del té (Boston Tea Party), en el que los colonos, en un acto de protesta contra la metrópoli británica y sus exorbitantes impuestos, lanzaron al mar un cargamento de té debido a que Londres gravaba la importación de éste y otros productos. Se considera que Samuel Adams, uno de los padres de la independencia de EEUU, fue uno de los inspiradores del motín.

Hoy, además de ser el nombre de una popular cerveza de Boston, los pasillos del Centro de Convenciones del Hotel Gaylord Opryland cuentan con miembros del movimiento Tea Party disfrazados de Adams llamando a "la revolución". En este siglo, este movimiento aglutina a mujeres y hombres blancos de clase media, golpeados por la crisis económica y por la llegada de un negro a la Casa Blanca, al que consideran un marxista.

Este movimiento partió luego de una espontánea explosión de ira que el presentador televisivo de CNBC Rick Santelli tuvo en febrero de 2009 en contra del rescate económico de los bancos por parte de la Administración de Obama. A partir de ahí, ciudadanos de todo el país empezaron a organizar protestas.

El movimiento del Tea Party dice no tener nexos con el Partido Republicano ni un líder concreto, a pesar de que la ex candidata republicana a la vicepresidencia de EE UU, Sarah Palin ha tenido una activa participación.

Se estima que este movimiento podría llegar a situar hasta ocho candidatos en el Senado de EEUU. Además de Nevada, Colorado -con Ken Buck-; Kentucky -Rand Paul-; Florida -Marco Rubio-; y Delaware -Christine O'Donnell, una desconocida en política.

Hasta el momento, la mayor manifestación de seguidores del Tea Party tuvo lugar a finales del pasado agosto en Washington, cuando coincidiendo con el aniversario del famoso discurso del asesinado reverendo negro Martin Luther King, el comentarista televisivo de extrema derecha -y estrella de la cadena Fox- Glenn Beck reunió a miles de personas frente al monumento a Lincoln.

¿Y qué pasa con la izquierda que apoya a Obama?

En respuesta a las manifestaciones del Tea Party, han respondido con otras manifestaciones menos numerosas con el lema de “una nación trabajando junta”, pretendiendo estimular a las fuerzas que apoyan al Gobierno como denunciar la propagación de mensajes racistas y divisorios que circulan desde que el Tea Party domina el escenario político. Ha servido para demostrar que todavía hay seguidores de Obama dispuestos a salir a la calle y que el movimiento de millones de personas que llevó a este presidente a la Casa Blanca no se ha evaporado por arte de magia.

Sin embargo, la evidencia es que la izquierda carece de la energía necesaria para recuperar la iniciativa para revertir los pronósticos de las encuestas y evitar una contundente victoria republicana el 2 de noviembre. Y las razones son varias y complejas.

En primer lugar, el mensaje típico de izquierda no tiene buena recepción en una sociedad que aprecia las libertades individuales como ninguna. Y que, por ejemplo, no ve con agrado los anuncios de aumentos de impuestos.

En segundo lugar, se considera que Obama ha cometido errores imperdonables al buscar consensos y acuerdos, perdiendo la iniciativa y un valioso tiempo en imponer algunos puntos de sus programas. Así, algunos acusan de obstruccionistas a los republicanos en el Congreso por no haber podido obtener más resultados durante estos dos primeros años de Obama.

Y, en tercer lugar, el Partido Demócrata aún no cumple con su parte. Los demócratas, que todavía tienen amplia mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado -aunque ellos parecen no saberlo-, suspendieron la semana pasada el curso legislativo sin atreverse siquiera a votar sobre la extensión de los beneficios fiscales a la clase media, para no tenerse que pronunciar también sobre el aumento de impuestos a los ricos. Y son los propios demócratas, por otra parte, los que huyen del debate sobre la reforma sanitaria porque no creen en ella.


En resumen, el Tea Party ha despertado la pasión política en la nación más importante del planeta haciendo pensar a algunos en la aparición de un tercer partido en el escenario político. Pero, esta cuestión solo comenzará a resolverse la próxima semana.

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