No hay dudas respecto de la enorme importancia de una democracia sana y transversal. Es satisfactorio como a nivel país nos hemos transformado en una democracia, eligiendo las autoridades que nos rigen de una manera transparente y sin grandes ventajas para uno y otro bloque, pero donde se mantienen lugares grises es en el actuar de los partidos políticos.
Mirado desde afuera, el proceso democrático de los partidos políticos deja bastante que desear dado su persistencia a jugar el jueguito de las “sillas musicales”. La alternancia en el poder en los partidos políticos es una necesidad imperiosa ante la presión de las camarillas que buscan sus propios intereses en vez de los intereses grupales.
Así, el cinismo de la clase política, en poner en primer lugar sus intereses privados, se ve refrendado en el actuar de Carlos Ominami. Cuando Enríquez ingreso a la campaña presidencial no dudó en alejarse de su tienda política de años para apoyar a su hijastro con todos los costos que eso le conllevaba. Privilegió el interés personal por sobre el interés del grupo que se decía representar.
Resulta cierto, entonces, que el ser humano es egoísta, individualista y deseoso de satisfacer en primer lugar sus particulares intereses y luego –si hay tiempo y ganas- satisfacer los intereses grupales y sociales. Pero, claro, en público hablamos de “justicia social”, “servicio público”, “el pueblo” y tantas otras afirmaciones que son trapeadas en los pasillos y tratadas solo de buenas intenciones.
Oxigenar las cloacas del poder y de los partidos políticos es una necesidad imperiosa para la ciudadanía, ya hastiada del abuso permanente y de la sonrisa complaciente de los implicados ante las acusaciones. Hay chilenos que han ejercido el más alto cargo con el cual se puede honrar a un ciudadano que minimizan estas acusaciones.
Luego de 20 años de gobiernos de izquierda con sus partidos políticos disfrutando de un poder sin límites, los pasillos del poder se habían transformado en cloacas obstruidas en las cuáles se acumulaban los desperdicios del sistema y que, en vez de reciclarse, crecían hasta niveles impensados.
Las cloacas están inmersas en los sistemas vitales de las ciudades como el canal mediante el cual la suciedad y los desechos son derivados hacia los sitios de almacenamiento final o de tratamiento. Pero, si se obstruyen, la suciedad acumulada termina afectando la calidad de vida dado que muy pocos podrían sobrevivir en lo pestífero. Y cuesta demasiado que abandonen las cloacas aquellos que se han alimentado en ella por largo tiempo.
Por lo tanto, se requiere una limpieza profunda y drástica, por lo que el gobierno de Piñera debe ser bienvenido. Sin embargo, por el lado de los partidos políticos la situación sigue estando en el mismo lugar.
Finalmente, no olvidemos la célebre frase de Acton: “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Y no la perdamos de vista.
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