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domingo, 1 de septiembre de 2013

Economía. EL MITO SOCIALISTA DE LOS MERCADOS LIBRES.

Realmente lo que escribió Carlitos Marx era una verdadera broma porque ¿como alguien puede creer que haciendo lo mismo que han hecho siempre pueden mejorar los resultados económicos?
Mientras el mundo desarrollado se estremecía por la crisis financiera del 2008, la entonces presidenta de Chile, la socialista Bachelet se permitía hacer un llamado cuando intervino en la Asamblea General de la ONU para “trabajar unidos ante el cuadro recesivo mundial que amenaza con poner en riesgo el bienestar de los más pobres...

…No podemos permanecer impávidos ante el deterioro del bienestar básico de millones de ciudadanos de todo el mundo…

…El mundo ha llegado a tener los recursos económicos, técnicos y científicos que hacen posible por primera vez en su historia asegurar el bienestar de toda la humanidad, y no podemos desperdiciar estas capacidades…

…Un mundo mejor es posible, pero para eso se necesita voluntad de progreso y la actual crisis económica internacional demuestra que lo que ha fallado es precisamente esa voluntad…

…La codicia y la irresponsabilidad de unos pocos, unida a la desidia política de otros tantos han arrastrado al mundo a una situación de gran incertidumbre. Qué paradoja lo que vemos en estos días: con los planes de rescate de la banca internacional bien podría haberse solucionado el flagelo del hambre en el planeta…

…Mi llamado es hoy a trabajar juntos, para apoyar las medidas de emergencia ante la crisis alimentaria…mi llamado es a un compromiso urgente con el multilateralismo…

…Manifiesto mi preocupación por los más pobres ante la inminente recesión, por lo que llamo a alzar la voz para asegurar el bienestar de toda la humanidad…La pobreza se puede superar…".

¡Loables intenciones socialistas…puras ilusiones, solo palabras huecas y sin sentido!. Pero, ¿qué tiene que ver este llamado con los mercados libres?. Bachelet y los socialistas declaman en todos los escenarios posibles que vivimos en un mundo caracterizado por la presencia omnipresente de los “crueles mercados” que hacen sufrir a la gente común y corriente. De ahí viene su llamado para impedir que estos “mercados libres” sigan causando tanto daño en todo el mundo, aunque no nos habla directamente de la alternativa que tiene en mente…¿Y cuál es la alternativa?.

La alternativa es un enorme Estado omnipotente, poblado de “buenos” políticos socialistas que creen que el progreso se puede dirigir y controlar en base a “buenas” políticas públicas. De esta manera, se pretende igualar el bienestar de todos, expropiando la riqueza que generan los más capaces para entregárselo a los menos capaces y más ineptos…Los socialistas planean que los que están en contra de esta tesis son fascistas y reaccionarios, pero la cuestión es: ¿al final, quién se va esforzar para generar riqueza si sabe que se la van a arrebatar para entregársela a los irresponsables que están sentados en las aceras fumando y bebiendo?.

Por eso, los socialistas (¡o socio-listos!) desvían la atención y no hablan de los deberes y responsabilidad que tienen ciertas personas hacia su propio destino y bienestar; hacen al Estado (¿a oído hablar de las innumerables deudas históricas que tenemos los chilenos?) culpable de la situación de desigualdad y pobreza de algunas personas. Pero, los socio-listos no hablan que son los mismos Estados de Bienestar socialistas los que castran la iniciativa individual y empobrecen a cada ser humano. De aquí surge el odio hacia la libertad y los mercados libres, pero, han sido ellos mismos los que han terminado desbaratando en todo el mundo el poder de una sociedad y de mercados libres.

Claro está que los socialistas saben que su ideología es incapaz de generar riqueza, y por eso, aprovechan las circunstancias para hacer diagnósticos demoníacos, siempre prestos para culpar a otros de sus propios fracasos…Entonces, ¿puede alguien explicar mediante qué mecanismos socialistas podría lograrse todo lo que indicó en su momento la señora Bachelet?...¿Habrá estado hablando de planificación centralizada?...¿O del mercado?...¿O del mercado asistido por las intervenciones ya habituales?...Pero, ¿no estamos viviendo una época en que ya los mercados están más intervenidos y regulados que nunca?...¿De verdad creen algunos que los mercados libres son los culpables?...¿estamos en presencia de sistemas económicos basados en la libertad?...

Incluso, merece la pena cuestionarse si ¿puede el socialismo mejorar el bienestar de los más pobres…?. La cuestión es esa: ¡el socialismo no puede mejorar el bienestar de los más pobres…el socialismo es una enorme fábrica de pobres y pobreza!, ¿ese es el futuro que nos espera con los socialistas?.

Nuestra tesis es que no vivimos en economías basadas en mercados libres sino que en economías basadas en mercados regulados que propician la concentración económica, por factores ajenos a la eficiencia, y una creciente desigualdad de ingresos. Por lo tanto, aumentar el tamaño del Estado interventor equivale a estrangular la matriz productiva para arribar a una encubierta nueva dictadura socialista. Lo que no lograron por la fuerza en los ’60 lo lograrían los gusanos socialistas que corrompen el sistema desde su interior.

EL MITO SOCIALISTA DE LOS MERCADOS LIBRES.

Los socialistas han inventado que vivimos en una época marcada por el libre mercado cuando es todo lo contrario: ¡es una época marcada por la concentración económica y la falta de libertades!. Por eso, los socialistas a nivel mundial han logrado imponer a la opinión pública la tesis de que los trastornos de los mercados y las crisis financieras y económicas de todos los niveles y ámbitos, son el resultado de las fuerzas desbocadas y egoístas de los mercados libres que persiguen maximizar los beneficios a costa de grandes sacrificios de las mayorías. Han transmitido la idea de que “unos pocos egoístas ponen al mundo de rodillas”…Pero, ¿es tan así?. Por eso, la gran pregunta es: ¿qué nos ha llevado a una situación como esta?, ¿qué respuestas debemos dar como sociedad?.

Y lo que subyace tras el llamado bacheletiano y muchos más que se repiten a lo largo y ancho del planeta en la forma de “indignados”, “espantados”, “enojados”, y otros, es aumentar el tamaño del Estado socialista como la perfecta solución para la tormenta perfecta con el fin de seguir regulando y controlando los mercados. Con esta receta vamos más y más hacia mercados concentrados y regulados que no generarán riqueza ni bienestar, pero si mucho más desigualdad…Y a una clara dictadura socialista que se justifica a sí misma.

Es decir, la receta de aumentar el tamaño de un Estado liderado por políticos de mentalidad socialista –de izquierda y derecha- que sueñan con la lógica del determinismo y la ingeniería social a gran escala solo puede generar pobreza…¿puede alguna persona racional pensar que un político socialista nos traerá bienestar aunque sea de corto plazo?...

Por ejemplo, recorra las calles y avenidas de Chile, y observe las huelgas de los carteros de Correos de Chile…¡El Estado no es capaz de mantener funcionando una simple empresa de despacho de cartas y bultos!...Observe como están en huelga los funcionarios de la salud, mientras la salud pública es un verdadero asco…¡El Estado no es capaz de generar un sistema público de salud!...Observe como está la educación pública…¡El Estado no es capaz de generar un sistema de educación de calidad!...Observe como dejaron al sistema de transporte público de la capital con el Transantiago…¡De un sistema autosuficiente pasaron ahora a un sistema que significa pagos de MMUS$30 al mes!...

Y así, suma y sigue. En realidad, resulta difícil comprender por qué algunas personas aún siguen pensando que el Estado proporcionará eficientemente los bienes y servicios que necesitamos. Así, a regañadientes, los socialistas se han convencido de que los mercados libres son el motor del desarrollo económico y del bienestar, pero a condición de que sean intervenidos, regulados, maniatados y controlados. Han matado la gallina de los huevos de oro…¿y después exigen mejores salarios y condiciones de trabajo si hay apenas tres grandes empresas, creadas por políticas socialistas, y que son las que financian las campañas políticas de los políticos que deben votar las leyes?. Es una cosa de locos.

¿Conoce, alguno de mis caros lectores, algún sector económico de la actualidad que sea innovador y generador de bienes y servicios de enorme valor?. No hay que pensar mucho para mirar hacia el sector tecnológico cuya aparición reciente aún no ha provocado el surgimiento de las trabas legales que pronto surgirán para detener la innovación. Sin embargo, ya hay demasiados mercados que no crecen ni innovan porque es imposible hacerlo debido a las extensas regulaciones. Veamos los pasos que se requieren para convertir un mercado libre en un mercado de corte socialista…

PRIMERA ETAPA: Surge un sector económico nuevo que genera riqueza con sus innovaciones; la clave está en la competencia y la búsqueda de la eficiencia. Marca tendencias y genera nuevos ricos que presentan sus creaciones para todos.

SEGUNDA ETAPA: El éxito genera la semilla de su fracaso. Poco a poco la sociedad percibe a los nuevos ricos y se manifiesta la desigualdad entre unos y otros; las caídas de algunos y los intentos de otros de apropiarse del sector llevan a los políticos a poner sus agudos ojos en el sector. Se siembra el germen de la regulación.

TERCERA ETAPA: Comienza el discurso público de la desigualdad y el sector es intervenido con más y más regulaciones; se incrementan las barreras de entrada; el sector se estanca y la innovación se detiene. Sin embargo, las desigualdades persisten. Y como las regulaciones continúan en un ciclo de nunca acabar surgen los más vivos que logran sobrevivir y controlar el sector: aparecen los oligopolios que sonríen frente a las altas barreras de entrada.

CUARTA ETAPA: Al final, para enfrentar los abusos de los oligopolios y las desigualdades, algunos postulan estatizar la industria para “asegurarnos que todos somos iguales”. Por cierto, ya no hay innovación y el sector es un muerto viviente, un rentista. Así, las “maravillosas” regulaciones y normas legales de corte socialista han matado la innovación y los mercados se mueren de inanición y falta de creatividad. Aún así, las desigualdades no son contenidas ni se propicia una mejor redistribución de la riqueza.

Los anteriores son los pasos por medio de los cuáles se entierran los mercados. En estricto sentido, en muchos países del orbe, los mercados están congelados por una serie de normas que impiden su evolución y maximizan las desigualdades. En otras palabras, la desigualdad actual tiene su causa directa en mercados restringidos y amarrados que no dan oportunidades para que las personas talentosas puedan crear riqueza. Por ejemplo, en muchos países del mundo los mercados laborales están llenos de regulaciones que protegen a los que están empleados, y los mercados de bienes y servicios están conformados por oligopolios –creados por la regulación socialista- o monopolios legales.

UNA CONCLUSIÓN…

La pobreza y las desigualdades de ingreso han sido provocadas por la falta de competencia en mercados concentrados y llenos de regulaciones que solo tienen como objetivo elevar las barreras de entrada para defender los intereses de los que ya están en su interior. Entonces, si los mercados libres no existen, ¿Cómo los socialistas pretenden derrotar la pobreza?, ¿por medio de leyes y regulaciones?. Necia actitud porque la pobreza se derrota maximizando el funcionamiento de los mercados libres con el fin de impedir la concentración, pero sin sobre-regular el sector.

Si existe la desigualdad, ¿qué hacemos con ella?. Hay que reconocer que la desigualdad debe ser aceptada como una de las consecuencias no buscadas de las sociedades económicamente libres porque donde se pueden crear riquezas, siempre surgen las  desigualdades como parte del resultado del proceso. Lo paradójico es que al pretender reducirla por medio de una mayor regulación, la desigualdad se incrementa a tasas crecientes.

¿Cómo podremos mejorar y generar riqueza si no hay estímulos adecuados a los innovadores?. Algunos socialistas creen que el bienestar de la sociedad se incrementará apoyando el surgimiento de micro-emprendedores que venden empanadas en la esquina de la casa o fabrican muñecas personalizadas. A ese nivel de mercado la competencia es brutal y es en base al precio, pero los mercados más atractivos están en las garras de los empresarios de mentalidad socialista, prestos para seguir aumentando las barreras de entradas.

¿Quién generará riqueza si los socialistas pretender hacernos creer que todos tenemos derecho a parte de la tajada de la riqueza que otros generan con esfuerzo y talento?. Al final, los parásitos se sientan en las aceras a la espera que pasen los funcionarios y políticos con el cheque asistencial…¿Cómo es posible que algunos crean que los que nada hacen tienen el mismo derecho de los que se esfuerzan y se rompen la espalda las 24 horas al día?.

Entonces, ¿son justas las bestiales diferencias salariales entre un gerente y un operario?. Un gerente ha estudiado por 12 o más años, mientras que un operario ha disfrutado de la vida en esos mismos años, ¿cómo pueden pretender ganar lo mismo?, ¿cómo pueden pretender definir por decreto cuando debe ganar u otro?. Los socialistas han convencido a algunos de la injusticia de dicha desigualdad que debe ser regulada e impedida, pero nada dicen de las causas de dicha desigualdad. El talento está repartido aleatoriamente en la sociedad y debemos dejar espacios para que se exprese de la manera más adecuada; los más talentosos deben ganar más porque se han esforzado y hacen ganar mucho más a todos los demás. Son el estímulo para que todos usen sus talentos para generar riqueza.

Las desigualdades en la distribución del ingreso requieren más mercados libres y menos regulación que inhibe la innovación y la creatividad. Sin embargo, no vivimos en un modelo de libre mercado, y resulta paradójico que los socialistas culpen a los mercados de las crisis y malos resultados obtenidos. Los mercados socialistas se caracterizan por la concentración económica, la amplia presencia de oligopolios y bajos niveles de competencia. Por eso, aquellos que promueven la intervención del Estado para reducir la desigualdad atienden a los efectos y no a las causas. Y terminan amplificando los efectos.

No les creamos a aquellos que postulan que la desigualdad se puede gestionar administrativamente puesto que solo buscan continuar profundizando una intervención que aumentará la pobreza y la miseria, ¿podría ser de otra manera?.

PANORAMA Liberal

Domingo 1 Septiembre 2013

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