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miércoles, 11 de septiembre de 2013

Economía. ECONOMÍA DE CORTE SOCIALISTA Y SU RELACION CON LA CONCENTRACIÓN DE MERCADOS

¿Cuáles son las razones de la desigualdad del ingreso en Chile?. Según los socialistas se debe al funcionamiento de los mercados libres, pero en estricto rigor, la gran desigualdad del ingreso se debe a la intervención flagrante y permanente de los mercados por parte de las autoridades socialistas...
En forma recurrente, surge en la discusión pública el tema de la desigualdad de ingresos y se indica al principal culpable de ello: el mal comportamiento de los mercados libres. En otras palabras, algunos piensan que el funcionamiento de los mercados libres provoca la mala distribución del ingreso y de la pobreza. Claro está, estas conclusiones son explotadas y reiteradas majaderamente por los oportunistas de siempre que ven en esta situación un argumento para continuar profundizando la centralización y concentración económica. Y su correspondiente resultado: la desigualdad del ingreso. Por lo tanto, los que piensan de esta manera, ¿son necios o son interesados?, La respuesta es precisa.

Supongamos que los empresarios son unos tipos detestables, avaros, codiciosos e inescrupulosos; siempre ávidos para obtener los mayores beneficios posibles de su gestión comercial; siempre buscando la forma de coludirse y castigar a los consumidores con mayores precios y menores condiciones comerciales…Entonces, ¿a qué socios buscarían para aumentar sus beneficios?. Está claro que buscarían el amparo de cierta clase de políticos “sensibles respecto de la desigualdad” que prometen alegremente usar el poder policial del Estado para regular y eliminar la competencia, lucrando en perjuicio de los consumidores, castigando a los trabajadores. Lo paradójico es que los políticos ¡culpan a los mercados libres!, mientras los malos empresarios sonríen tras bambalinas ignorando que están jugando con fuego.

Desde el fracaso de la utopía socialista de la Unión Soviética, los socialismos modernos -en todas sus variantes- han terminado aceptando, a regañadientes, el papel de los mercados libres como la opción más eficiente para asignar los recursos escasos, pero lo han intervenido hasta el cansancio transformando su estructura y los resultados que genera. En la actualidad, los mercados están muy concentrados, y la desigualdad de ingresos es uno de los peores resultados.

En resumen, dicha concentración económica surge de un perverso contubernio entre cierto tipo de empresario, enemigo de la competencia, y los políticos de matriz socialista, siempre ansiosos por aparecer como defensores de la moral y de las personas. Y surge la gran paradoja: piden más Estado para regular los mercados concentrados creados por una regulación socialista. Lo extraño es que los políticos que restringen la competencia en los mercados hayan salido indemnes de todas las catástrofes que han creado.

LA DESIGUALDAD Y LA POBREZA SON CONCEPTOS DIFERENTES.

Antes de continuar debatiendo respecto de la relación concentración económica versus desigualdad, conviene reparar que la desigualdad y la pobreza son dos cosas muy distintas. Lo resumía alguien diciendo que “no me importa la desigualdad, porque no soy envidioso. Me importa la pobreza”, ¿Qué quiere decir?.

En términos coloquiales, “ser pobre” es no disponer de las mínimas condiciones para desenvolverse con comodidad en la vida cotidiana. Veamos algunos casos.

CASO 1: Alimentación. Una persona es pobre cuando no dispone de muchas opciones en el ámbito de la alimentación. Por ejemplo, consume con frecuencia pan con te como único alimento diario.

CASO 2: Vestuario. Una persona es pobre cuando compra ropa usada para renovar su vestuario o usa ropa por más de 10 años.

CASO 3: Transporte. Una persona es pobre cuando no dispone de los recursos para movilizarse a diario en la locomoción colectiva.

Por lo tanto, una persona es pobre cuando le es difícil integrarse a la vida diaria en las mínimas condiciones porque no dispone del suficiente nivel de ingresos y la sociedad no le otorga las necesarias oportunidades para que desarrolle los talentos que la naturaleza le ha concedido. El verdadero problema, entonces, es que los malos empresarios y sus socios, los políticos “bien intencionados”, al restringir el funcionamiento de los mercados reducen las oportunidades para que los más pobres puedan surgir por sus propios medios; crean más pobres y la pobreza se incrementa a tasas crecientes, y, lo más complejo, crean la peor de las pobrezas, la pobreza mental, que inhibe la iniciativa para progresar por sus propios medios.

No debe extrañarnos que las sociedades que pretenden redistribuir la riqueza mediante políticas tributarias terminan cercenando la iniciativa individual y promoviendo el surgimiento de una serie de conductas inaceptables moralmente como la desidia, el desinterés y el resentimiento hacia los que tienen más. Han logrado igualar la distribución del ingreso con la pobreza y han creado el combustible para la revuelta y el descontento.

La desigualdad no es lo mismo que la pobreza. Los pobres de hoy viven como vivían antaño los más ricos, y por cierto debemos crear una sociedad que les brinde las necesarias oportunidades que les permita progresar por sus propios medios. En cambio, la desigualdad surge de un juicio normativo y valórico que se pregunta si ¿es justo que una persona gane 50 veces más de lo que gana otra?, e intenta contestarla por medio de la coacción estatal.

Algunos consideran inaceptable la desigualdad como si la igualdad fuera la norma. Por un lado, nos hablan de aceptar la diversidad sexual, marchar con sostenes, etc., pero en el ámbito económico todos debemos ser cada vez más iguales, aunque sea por medios administrativos. Aúllan de manera inmediata cuando sale el tema de la desigualdad: ¡No es posible que una persona gane más que otras!

La desigualdad es la norma en las sociedades humanas, y no es una evidencia de algo erróneo, sino la manifestación de diferencias insoslayables, ¡los seres humanos somos diferentes!, ¿Por qué esa diferencia no puede manifestarse económicamente?, ¿Porque es inmoral o porque soy envidioso?. La respuesta es única: algunas personas son envidiosas y resentidas, creen que la vida ha sido injusta con ellos y el Estado debe reparar esta supuesta injusticia.

Lo único que debe preocupar a los políticos honestos es sacar de la pobreza a sus conciudadanos por medio de liberar las fuerzas creativas que ellos poseen, pero al igualar ambos conceptos, se pretende reducir la pobreza extrayendo la riqueza de los más talentosos.

LA MALDITA CONCENTRACIÓN ECONÓMICA SOCIALISTA

Recientemente, en un informe hecho público, el Foro Económico Mundial ha realizado un llamado al país para mejorar su productividad y diversificar su modelo de crecimiento hacia actividades de mayor valor añadido. Es cierto que Chile sigue siendo una de las economías más competitivas de América Latina, pero en un entorno de “estancamiento generalizado” y debilidad institucional.

Entre los ítems más relevantes del estudio, una de los peores calificaciones la recibe en grado de concentración económica (“Extensión de dominio en los mercados”), ocupando el lugar 134. Acá se analiza si la actividad corporativa de un país está dominada por pocos o varios grupos empresariales. Chile quedó en el último lugar de América Latina, con la misma calificación que Libia, Venezuela y Gabón.

En esos días se le consultó al ministro de hacienda, Felipe Larraín, por dicha puntuación y replicó “lo importante es que existan libres entradas y que no haya barreras. Una de las maneras es a través de tener un sistema comercial abierto al mundo y hoy Chile tiene una de las tarifas promedio más bajas…”. En suma, con estas autoridades autocomplacientes no podemos ir a la guerra.

Hemos creado una economía de corte socialista, altamente concentrada, regulada y de bajos precios. El peor de los mundos, porque la solución a la pobreza radica en producir riqueza más que en distribuirla, y con este nivel de concentración económica, la dinámica de los mercados desaparece, se pierde la capacidad de innovación y se reduce la generación de riqueza actual y potencial. Es más, Chile se ha convertido en un pérfido exportador hacia América Latina del concepto de retail que usa la estrategia de liderazgo en costos tipo “los precios más bajos, siempre” que implica que “pago los salarios más bajos, siempre”. Este modelo de negocio se basa en aumentar los puntos de venta, eliminando a la competencia potencial por bajos precios y uniformando las prestaciones.

En términos técnicos, la industria del retail se basa en implementar las economías de escala que son los ahorros de costos asociados al tamaño de la actividad. Así, disponen de una alta centralización de la gestión, salas de venta con trabajadores de bajo costo y un proceso centralizado de compras. Además, esta industria genera economías de ámbito al reducir costos por vender múltiples productos utilizando las mismas instalaciones o estructuras. En otras palabras, esta industria masiva elimina la posibilidad de mejora e innovación.

La maldita concentración económica socialista reduce las opciones de que las personas puedan progresar laboral y económicamente, Por ejemplo, pensemos en las huelgas como fuente de negociación. Si un cierto trabajo no se adecúa a mis características, ¿por qué ir a la huelga si es más eficiente buscar otro empleo?. La gente va a la huelga por dos razones: en primer lugar, no hay otras opciones de trabajo en el mercado, y en segundo lugar, se han creado altas barreras de salida como la indemnización por años de servicio. Así surge la desigualdad, ¿qué podemos hacer?.

¿CÓMO PODEMOS ENFRENTAR A LA MALDITA ECONOMÍA SOCIALISTA?

En primer lugar, debemos concentrarnos en reducir la pobreza porque, por más desigualdad que exista entre los miembros de una sociedad, lo verdaderamente importante radica en que las grandes mayorías dispongan de los bienes necesarios para continuar incrementando su riqueza y bienestar por sus propios medios, más allá del porcentaje de la riqueza global que les pertenezca. Así, mientras más riqueza produzca una sociedad, mayor es el producto del que cada individuo dispondrá más allá del porcentaje destinado a cada uno, pudiendo así crecer en relación a su aporte a la sociedad. Lo anterior es una condición necesaria pero insuficiente.

En segundo lugar, por lo tanto, los esfuerzos que se concentran en aminorar las desigualdades no es eficiente. La verdadera solución no es continuar profundizando la regulación en los mercados y la consiguiente concentración económica, sino en aumentar el nivel de competencia en todos los mercados para evitar que la concentración económica conduzca a que grandes conglomerados usen estrategias de bajos costos con bajos salarios.

Sin embargo, sabemos que esta economía de corte socialista es difícil de revertir porque se ha armado todo un tinglado político, legal y cultural (¡que ellos llaman neoliberalismo!) que ha permitido su aparición a nivel global. Nos han hecho creer que estos grandes y perversos negocios requieren control y regulación…¡para incrementar la concentración…y aumentar la desigualdad del ingreso por falta de oportunidades!.

En resumen, las crecientes desigualdades del ingreso en las sociedades modernas no son el resultado de los mercados libres sino todo lo contrario: ¡son el resultado de la creciente intervención regulatoria en los mercados libres que termina concentrando la riqueza y aumentando la desigualdad del ingreso!.

PANORAMA Liberal

Miércoles 11 Septiembre 2013

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