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viernes, 28 de diciembre de 2012

Política DOS RAZONES PARA EL DESPRESTIGIO DE LA CLASE POLÍTICA EN TODO EL MUNDO.

Para ser un buen político se deben seguir los principios de la propaganda nazi, ¿los puede reconocer?

Está finalizando el año, y solo hay un consenso claro en todo el mundo: el desprestigio creciente de la clase política. Muchos ciudadanos, a lo largo y ancho del planeta, les culpan por las tragedias que están viviendo y no dejan de tener razón, porque con la mentalidad socialista que les sostiene en el poder han ayudado a construir un sistema irracional, basado en Estados asistencialistas con los peores estándares éticos y que tiene poquísimas opciones de ser revertido…Los seres humanos funcionan en base a estímulos por lo que revertir la situación en política es difícil, en especial, si se considera que la verdadera solución es que los actuales políticos desaparezcan de la faz del planeta y vuelvan a sus guaridas y antros de los cuáles no debieran haber salido nunca. La solución está en devolver el poder a los ciudadanos e impedir el surgimiento de “políticos profesionales” que son los que dan vida a “la clase política”.

Lo paradójico es que son las mismas personas las que votan una y otra vez por estos políticos, validándolos como opciones y permitiéndoles extender sus garras en Estados, cada vez más enormes e influyentes. ¿Cómo es posible que muchas personas en el planeta aún confíen en el Estado –y en los que los administran- como el “gran solucionador” de los problemas que nos aquejan?. Porque de aquí viene el poder que detentan los políticos: nos venden la idea continua que ellos si podrán cuando otros han fracasado. Por eso, los Estados modernos son enormes máquinas construidas bajo la precepción de que están destinadas a “mejorar el bienestar” ciudadano pero terminan siendo todo lo contrario.

Los políticos y los burócratas que ellos eligen han sido los principales responsables de implementar Estados asistencialistas y paternalistas que intervienen la vida de las personas por medio de sistemas y organizaciones que se terminan alejando de los intereses de las personas al burocratizar gran parte de las actividades humanas….Piense un poco, ¿en qué área de su actividad personal actual no interviene un burócrata estatal?.

Los políticos, sus hijastros burócratas y los Estados que han armado nos han complicado la vida de una manera impensada. Ya no podemos hacer nada sin que nos autoricen para ello….Por ejemplo, ¿quiere viajar?…debe tener pasaporte emitido por el Estado; ¿quiere trabajar?...debe tener una licencia estatal; ¿quiere emprender?…debe tener el permiso del Estado; ¿quiere casarse?...debe solicitar permiso al Estado; ¿quiere morirse?...debe hacerlo bajo las condiciones fijadas por el Estado…etc.

Hemos dicho que son los mismos ciudadanos los más afanados en que el Estado continúe interviniendo en sus vidas, y por eso siguen votando por los mismos políticos que hacen las mismas campañas para seguir en el mismo lugar. Muchos creen que no existen otras opciones. Con todo, sentimos que algo debe cambiar, pero no será fácil, en base a las dos razones que expondremos…

LOS POLÍTICOS SON UNA EXTENSIÓN DE LA SOCIEDAD

La primera razón del desprestigio de los políticos es que…¡son como nosotros, con nuestros propios vicios y virtudes!...Es decir, como surgen de las agrupaciones de personas y las representan, no solo políticamente sino que éticamente, actúan como muchos quisieran hacerlo pero que no pueden decir. Esto es lo terrible.

Siempre nos desagrada que alguien se vista como nos vestimos, que hable como hablamos nosotros, que nos imite, pero lo que lo más nos desagrada es que alguien descubra los sucios esqueletos en nuestros clósets…¡esta es la verdadera razón de fondo…los políticos nos muestran como somos en realidad!. Por ejemplo, durante décadas se ha dicho que Chile “es el país menos corrupto de América Latina” y nos sentimos orgullosos de ello, pero esto es solo una señal de cuan hipócritas somos. Sin embargo, nos cuesta reconocerlo; los políticos no son una especie de alienígena surgida del espacio exterior, sino que son una extensión de nuestras propias capacidades y debilidades.

Eso no nos agrada. No nos agrada que todos descubran que no somos lo que les decimos a los demás que somos…

LA PROPAGANDA, EL GRAN ARMA DE LOS POLÍTICOS

La segunda razón para que los políticos apesten en todo el mundo es que todos saben que nos mienten siempre, pero aún así no tenemos otra opción que seguir votando por ellos. Sabemos que han armado un sistema político que les otorga enormes privilegios para el poco esfuerzo que hacen; sabemos que se creen especialmente dotados para liderar el progreso de nuestras sociedades; se declaran “servidores públicos” pero sabemos que muchos de ellos se sirven de lo público para sus propios fines personales…Y sabemos que se sirven de la propaganda para mantenerse en el poder…

El legado del decálogo de la propaganda nazi está completamente vigente en el día de hoy de tal modo que muchos creen que nuestro sistema político sucumbiría sin el. Podemos verlo a diario en las discusiones políticas y en los argumentos emitidos por los políticos para intentar justificar sus posiciones. Pareciera que todo estuviera armado para que prestemos atención a problemas triviales y sin importancia, dejando de lado los verdaderos problemas que nos afligen. Y, así, los políticos de todos los colores nos siguen embaucando con discusiones sin importancia mientras nos aumentan los impuestos y reducen nuestros espacios de decisión so pretexto de que “están defendiendo nuestros derechos”.

Por eso, en Chile la estúpida-inteligente clase política está pendiente de la probable participación en las próximas elecciones de una inepta señora muy simpática, mientras, los mellizos de la derecha se preparan para comenzar una aventura sin destino; otros centran la discusión en modificar la Constitución; otros, en modificar el sistema binominal, etc…

Y si, a lo anterior, se le añade una prensa obsequiosa y periodistas ideologizados o mal preparados intelectualmente, tenemos el caldo preciso para que se instalen en la opinión pública ideas y conceptos errados. Todo se manipula, y se presenta como convenga a los intereses de turno, violando la objetividad en cada momento. Algunas personas, hace tiempo ya, que leen la prensa pensando que lo que leen es falso o una verdad a medias…

En estos días de fin de año, y para prepararnos para un 2013 eleccionario conviene recordar el decálogo que escribió Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi que tan bien aplican todos nuestros políticos actuales y olvidan los ineptos de la prensa dócil para abusar de un electorado que solo vive para el pan y el circo.

PRIMER PRINCIPIO: Un buen político simplifica su discurso al máximo definiendo un único enemigo.

La clave de este principio es adoptar una única idea, un único símbolo, que pueda ser posicionado en las mentes de las personas que, después de cierto tiempo, lo asumirán sin cuestionarlo. Además, siempre debe individualizar a su adversario como un único y preciso enemigo. Por eso, en el problema de la educación, la izquierda solo habla del “lucro” como la si fuera la gran bestia de los infiernos. Así se simplifica el discurso y permite que las mentes sean engañadas.

Enseñanza: “Busca una idea básica, sencilla y fácil de explicar”

SEGUNDO PRINCIPIO: Un buen político debe reunir a sus adversarios en una solo categoría.

No conviene que un político tenga muchos enemigos; debe agruparlos bajo una categoría única con el fin de poder atacarlos con mucha mayor facilidad. La simplicidad es la llave. Por eso, para la izquierda todos sus adversarios son de “derecha” y/o “fascistas”.

Enseñanza: “No tengas múltiples adversarios; basta solo uno”.

TERCER PRINCIPIO: Un buen político jamás reconoce sus fallos y errores.

Un político no puede ser honesto porque eso acarrea demasiados costos de largo plazo. Además, la gente tiene una memoria de corto plazo. Por eso, siempre se deben responder los ataques con ataques, cargando al adversario con los propios errores o defectos.

Enseñanza: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

CUARTO PRINCIPIO: Un buen político exagera y desfigura las buenas y las malas noticias.

No es verdad que a un político le disgusten las malas noticias (suponiendo que las buenas noticias son preferibles) porque son una magnífica oportunidad para mostrar sus dotes de embaucador, exagerando y desfigurando la noticia para sus propios fines. Por ejemplo, no es verdad que el Transantiago esté mal diseñado e implementado, es culpa de la empresa privada egoísta y avariciosa…

Enseñanza: “Convierta las malas noticias, por pequeñas que sean, en una buena noticia para usted”.

QUINTO PRINCIPIO: Un buen político debe ser vulgar.

Los políticos no pueden ser personas de élite ni sofisticadas; deben ser vulgares, porque deben ajustarse al nivel promedio de las masas de modo de dirigirse a ellas por medio de un mensaje sencillo y sin adornos. Por eso, los políticos de élite ya no existen porque la élite genera pocos votos. Ahora, interesa la vulgaridad y el lenguaje soez, y ojalá aparecer en las portadas de La Cuarta (periódico popular) una vez a la semana.

Enseñanza: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

SEXTO PRINCIPIO: Un buen político debe ser un buen orquestador de poquísimas ideas.

Cada político debe definir las ideas centrales de su discurso y repetirlas hasta el cansancio en todas las formas posibles; no debe temer que aburrirán porque las masas no tienen tiempo para atender argumentos muy complejos. Por eso, un buen político debe ser un orquestador para generar melodías de tan escasas notas…Así, todo lo que pasa en el mundo es culpa del lucro…

Enseñanza: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas…Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

SÉPTIMO PRINCIPIO: Un buen político debe ser un creador de nuevas noticias e informaciones.

El público debe ser atiborrado con nuevas informaciones y argumentos con el fin de impedir que los adversarios tomen el control de la discusión. Siempre hay que emitir informaciones a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. El objetivo es que las respuestas del adversario sean insuficientes como para contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

Enseñanza: “Crea noticias e informaciones en forma permanente con el fin de impedir que el adversario responda cada una de ellas, y asuma el control de la discusión”.

OCTAVO PRINCIPIO: Un buen político busca que sus argumentos validen al Estado como la gran respuesta.

Todos saben que los políticos mienten, por eso que buscan la credibilidad y la congruencia de sus afirmaciones buscando fuentes diversas o fragmentarias. La clave de todo es la construcción de un universo único, construido por años de inocular argumentos a su favor que les permita continuar ampliando ese mundo virtual. En nuestro caso, han construido la creencia de un universo sostenido por el Estado. Por eso, cualquier cosa adquiere credibilidad si se dice “que el Estado es responsable.”

Enseñanza: “Construir argumentos de fuentes diversas que validen la teoría de que el Estado es la clave”.

NOVENO PRINCIPIO: Un buen político silencia lo que no le conviene usando la prensa o matando al mensajero.

Cuando surgen cuestiones sobre las cuales no se dispone de argumentos sólidos, se debe distraer a la opinión pública por medio de la prensa favorable o matando al mensajero. Y si las noticias favorecen al adversario se deben disimular por los mismos medios. Por eso, los éxitos de un gobierno siempre son fracasos para los opositores.

Enseñanza: “Silencia lo que no le conviene usando la prensa o matando al mensajero”.

DÉCIMO PRINCIPIO: Un buen político usa y abusa de la mitología.

Por regla general, los políticos prosperan cuando operan a partir de un sustrato social preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. En otras palabras, todos los argumentos que difunde se arraigan en actitudes y prejuicios primitivos que subyacen en las sociedades. Por ejemplo, los empresarios son avariciosos y buscan su propio beneficio abusando de los más pobres y débiles…¿ha escuchado antes este argumento?.

Enseñanza: “Diga y haga cosas que están relacionados con los mitos nacionales”.

DÉCIMO PRIMER PRINCIPIO: Un buen político es fanático de la unanimidad o, en su defecto, de las mayorías.

Los “buenos políticos” son fanáticos de las mayorías porque creen que la sabiduría global es la clave para aumentar el bienestar individual. Algunos incluso defienden la teoría de la “Espiral del silencio”, de la socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neuman, que plantea que es posible afectar la voluntad general de las personas si se les induce en la creencia de que formarán parte del bando vencedor y evitar así el aislamiento.

Todos desean evitar la soledad en la sociedad lo que explica muchos de los procesos sociales. Así, cuando se llega a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, se crea una impresión de unanimidad.

Enseñanza: “Siempre argumente que lo que propone es “democrático””.

***

Es realmente sobrecogedor ver lo vigente que sigue hoy en día este decálogo de propaganda nazi. Es más, el sistema político de nuestro país se hundiría de no ser por este famoso decálogo, lo que podemos ver a diario en la discusión respecto de la educación, los mapuches, la salud, etc.

Todo parece estar preparado para que el público se preocupe de temas triviales –como ir o no al próximo mundial de fútbol- que unos pocos desean y que se convierten en la principal preocupación en lugar de preocuparnos por cosas que nos afectan a todos directamente en mucha mayor medida.

El público sigue durmiendo la siesta de los indiferentes, a no ser que les toque a ellos. Es normal levantarse cuando llaman a la puerta, pero debemos elegir a los carteros correctos porque no vaya a ser cosa que la próxima vez que llamen, ya no podamos volver.

PANORAMA Liberal
Viernes 28 Diciembre 2012

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