¿Estamos condenados a seguir soportando estos terribles resultados en educación?, ¿quien gana con ello?. Los profesores se miran el ombligo y hacen poco para remediar la situación... |
Durante ya muchos años
circula en la opinión pública la errónea percepción de que “la educación
pública es de mala calidad porque el Estado no invierte lo suficiente en
educación”. A lo anterior se agrega que "los países desarrollados
invierten mucho más en educación, y nosotros debemos seguirlos…". Lo que permanece
relegado en segundo plano es que los malos resultados son los mismos en muchos
países desarrollados de altos ingresos.
Es más. Durante casi dos
años salieron a la palestra pública una serie de estudiantes, de matriz
socialista o comunista, que fueron torpemente validados por los medios en su
discurso que “el problema de la educación pública se resuelve invirtiendo más
recursos a obtener vía aumento de impuestos…”. Pocos, muy pocos fueron capaces
de enfrentar la simpleza discursiva de estos liderazgos estudiantiles basados
en tan pobres argumentos. Y, por lo tanto, la masa de pobres estudiantes y sus
familias, los repiten como eslóganes siendo incapaces de elaborar razones de
peso que los fundamenten…en parte, ¡porque no existen dichas razones!...
Y, para ahondar, la
incredulidad, estos mismos líderes estudiantiles posicionaron en la masa un
concepto mucho más amplio y falaz: “una educación pública, gratuita y de
calidad” financiada con aumentos de impuestos…¿será posible tanta
irracionalidad?.
UN PAR DE CONTRAEJEMPLOS: EL CASO DE TRANSANTIAGO Y LAS
LAVANDERÍAS.
Durante los gobiernos de
la Concertación se comenzó a hablar de la necesidad de un nuevo plan de
transporte público en el gran Santiago. Y, nuevamente, el tema era el mismo de
siempre: para mejorar el sistema de transporte el Estado debe invertir. Por
eso, Lagos lo diseñó y Bachelet lo implementó con los resultados que ya todos
conocemos: antes, el sistema de transporte funcionaba y no tenía costos
públicos directos; hoy, luego de la intervención socialista, el sistema de
transporte apenas funciona y cuesta US$30.000.000 mensuales de cargo público.
En otro ejemplo,
supongamos que el Estado tiene a su cargo todas las lavanderías del país. Si la
ropa fuera mal lavada, la solución no consiste en dar más plata al Estado para
que lave mejor la ropa sino que deben posibilitar la competencia de modo que
sean los privados los que compitan por satisfacer las necesidades de los consumidores,
lavando la ropa con los mejores métodos
y compitiendo en precios y servicios para atraer al consumidor.
Por lo tanto, las mismas leyes
naturales-sociales que se aplican al mercado del transporte y del lavado de
ropa se aplican también al mercado de la educación.
LA FALACIA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA
Año tras año los
políticos se desviven prometiéndole a la ciudadanía que arreglarán la educación
pública por medio de la capacitación y aumento de la renta de los profesores,
mejorando la infraestructura o construyendo nuevos colegios, mejorando el
acceso a internet, entregando laboratorios y computadores, etc….Pero, nada eso
soluciona el problema, porque el verdadero problema es que el sistema sigue
siendo administrado por los gobiernos y los políticos de siempre.
En otras palabras, el
problema no es la falta de recursos sino que el sistema siga siendo administrado
estatalmente. Por eso, no debe extrañar que en los lugares donde más dinero se
invierte en educación pública se presenten los peores resultados no solo en
términos de los pésimos resultados académicos sino que en focos de corrupción.
En especial, los colegios
públicos son verdaderos focos infecciosos de las peores prácticas sociales e
individuales. Aquí, los alumnos aprenden a maltratar a sus pares y a faltar el
respeto a sus mayores; aprenden la práctica del mínimo esfuerzo y a perder el tiempo;
aprenden a despreciar el trabajo bien hecho; aprenden vicios que permanecerán
toda su vida, etc. En realidad, a nadie parece importarle estos tristes resultados.
Y las razones son muy
sencillas. En un sistema público, a los responsables de la gestión no les
importa cuidar el dinero de otros, simplemente porque no es dinero de su propio
bolsillo. Por lo tanto, el dinero extraído de los ciudadanos mediante los
impuestos siempre termina en las manos menos indicadas o en proyectos sin
sentido o en el bolsillo de algún burócrata.
Veamos algunos casos que
demuestran la falacia de la educación financiada con recursos públicos:
Caso 1. En el gobierno de
Aylwin, siendo ministro de educación Ricardo Lagos, se compraron aulas
tecnológicas para ciertos colegios, pero que favorecieron a específicas contrapartes
españolas pagando por ellas precios por encima del mercado y sin que mediara un
proceso transparente de licitación. Nadie puede explicar razonablemente dónde
fue a parar ese dinero. Y nadie fue a la cárcel por eso.
Caso 2. Los burócratas
reguladores deben tener ideas para mantenerse en sus cargos. Por eso, un día se
les ocurrió la idea de que los alumnos de enseñanza básica más deficientes no
podían repetir ciertos niveles porque eso afectaría su autoestima. Así en
muchos países los alumnos terminan pasando y pasando de nivel sin conocer con
certeza si han alcanzado las competencias y habilidades requeridas. Al final,
los profesores terminan perjudicando a los más talentosos porque deben bajar
los niveles de dificultad para evitar “afectar la autoestima de los más débiles”.
Caso 3. Otro día, a los
burócratas reguladores se les ocurrió la idea de hacer obligatoria toda la
enseñanza media para complacer el ego de los políticos y poder afirmar en todo
el mundo que “en Chile la enseñanza es obligatoria hasta los 18 años”. Pero,
como en la enseñanza básica los alumnos no repiten, al final llegan a la
enseñanza media convertidos en candidatos a burros y egresan como burros
titulados. Por eso, no deben extrañar los resultados.
Caso 4. Los profesores
comienzan a repartir los resultados de las pruebas y exámenes para mejorar sus
propios resultados. Por ejemplo, los médicos especialistas de una facultad, que
sirven de asesores al comité de Contenido del Examen Unico Nacional de
Conocimientos de Medicina (Eunacom), serían responsables de la filtración de
preguntas de este test a algunos estudiantes, un día antes de rendir la prueba.
Caso 5. La Comisión
Nacional de Acreditación (CNA), dependiente del Ministerio de Educación, ha
estado “vendiendo” las acreditaciones a ciertas instituciones de educación
superior. Y no extraña que Patricio Basso, ex secretario de la entidad, hoy
diga “el Estado debe hacerse responsable”…¡pero si la CNA es una institución
del Estado y él fue su máxima autoridad!. En realidad, la pregunta es ¿Por qué Basso
no hizo nada de lo que hoy dice cuando tuvo la autoridad para ello?. Al final,
el Estado, es decir, todos y ninguno es el responsable. Así se diluyen las
responsabilidades…
En resumen, en un sistema
público no hay forma de detener la corrupción, el robo, y controlar la calidad
del servicio.
LA ÚNICA SOLUCIÓN: MÁS COMPETENCIA EN EL MERCADO DE LA
EDUCACIÓN
Algunos dirán: ”¿Pero, en
la actualidad no existen colegios semiprivados financiados por el Estado?,
¿acaso la culpa no es de ellos?”. Cuando el Estado entrega recursos para educar
a los alumnos, y no fiscaliza el uso de ellos (¡o lo que es más terrible, no le
interesa hacerlo!)), es natural que se abuse con dichos recursos. Y, a la
larga, estos privados, año tras año, pedirán al Estado más recursos con la
excusa de que la educación se hace cada vez más cara (¡tal como hacen hoy los
parásitos burócratas de las escuelas públicas!).
Si un privado sabe que el
Estado siempre le dará más recursos, independientemente de los resultados obtenidos,
entonces, siempre pedirá más recursos. Pero, si el Estado dejara de financiar
la educación, entonces todos los colegios deberán empezar a competir en aranceles
y calidad para atraer a más padres de familia con sus ofertas educativas. Así,
el mercado podrá funcionar pero solo si el Estado no interviene.
O, dicho de otra manera,
la única forma en que los aranceles y las matrículas algún día bajen -y que al
mismo tiempo la calidad mejore- es a través de una mayor competencia en el
mercado. Si dicha competencia no es posible, los costos jamás disminuirán
porque el incentivo de solicitar más y
más recursos fiscales es demasiado grande.
En resumen, así como los
precios de todos los bienes y servicios disminuyen en el tiempo en todos los
mercados donde el Estado no interviene, igual debiera pasar en el mercado de la
educación el día que el Estado deje de intervenir.
Desafortunadamente, las
voces de la mentalidad socialista se escuchan más fuerte, y muchos insisten en
la educación financiada por el Estado pese a todas las evidencias de que la
mejora de la educación no es un tema de más recursos sino del cambio de actitud
de las familias que deben asumir sus responsabilidades en la educación de sus
propios hijos. El único papel que debe asumir el Estado es el de árbitro para
dirimir conflictos, fijar las reglas del juego claras y exigir que todos la cumplan.
En especial, debe entregar información respecto de rendimientos y resultados de
modo qur los pares tomen decisiones informados y a conciencia.
Pero, ¿podremos ir más
allá de la mentalidad socialista en educación?.
PANORAMA Liberal
Miércoles 19 Diciembre 2012
Pasaba por aquí y me he entretenido un rato en leerle. Estoy totalmente de acuerdo en sus diagnósticos pero no así en sus conclusiones. Eso de la competencia y el libre mercado suena bien pero la realidad es que mientras unos compran Chanel, la mayoría nos conformamos con el low cost. ¿veremos esas desigualdades también en la educación? porque de ser así, de haber buenos y malos colegios, esto es colegios caros y colegios baratos, no sé en qué medida se van a solucionar todos esos problemas que plantea.
ResponderEliminarElena. El Estado es una creación humana que tiene sobre sus espaldas demasiadas responsabilidades que jamás cumplirá, porque no tiene las capacidades para hacerlo.
ResponderEliminarEn cambio, si puede hacer de árbitro para hacer respetar las reglas acordadas por todos.
Es verdad: algunos compran Chanel, y otros low cost. ¿De donde vienen esas desigualdades?. De la falta de mercados y opciones laborales, que me permita en el futuro comprar Chanel, que se generan cuando el Estado interviene en los mercado y los regula bajo condiciones abusivas.
La educación de los niños debiera ser responsabilidad de los padres, quiénes deben asumir la labor de supervisar si los colegios son buenos o malos...¿como?. Revisando las pruebas nacionales y los estándares de rendimiento; evaluando los salarios recibidos por los egresados de esa universidad, etc.
Por nuestra parte, creemos que la intervención del Estado es más dañina que beneficiosa. saludos.