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domingo, 14 de octubre de 2012

Política UN DECÁLOGO PARA RECONOCER A UN POLÍTICO DESHONESTO.

Quedan muy pocos políticos honestos y están en peligro de extinción, ¿podremos revertirlo?

A cualquier latinoamericano se le podría preguntar respecto de los Políticos Honestos, y muchos dirían que es una especie en peligro de extinción, de la cual muchos sospechan su existencia pero que pocas personas conocen con certeza. Sin embargo, es tan reducida su población que muchas personas conviven con estos especímenes de la fauna política sin saber de su existencia. Y los que es peor: sin poderlos diferenciar con claridad de sus medios hermanos, los Políticos Deshonestos.

En Chile, por muchos años, se creyó que los Políticos Honestos formaban parte de la fauna política de una manera abundante, pero hoy en día los investigadores más preclaros se han dado cuenta que existen muy pocos ejemplares y que su localización especifica es incierta. Además, solo en poquísimos casos se les puede encontrar en los demás países latinoamericanos.

Un Político Honesto se caracteriza por vivir en soledad, austeramente, sin grandes ambiciones excepto servir a otros, y hostigado permanentemente por sus medios hermanos, los Políticos Deshonestos. No suelen unirse con otros de su misma especie porque sus principios se los prohíben.

Por lo tanto, el incremento de las democracias socialistas en el mundo ha reducido el hábitat de los Políticos Honestos, porque la tentación del poder es demasiado grande. Por ello, cada día hay menos presencia de los Políticos Honestos en los cargos políticos de muchos gobiernos. Además, si a lo anterior, le sumamos que la gente suele crucificarlos por su honestidad, nos encontramos que este escaso espécimen humano se encuentra en un inminente peligro de extinción.

La única manera de impedir que desaparezca esta importante especie de la fauna política es creando campañas que permitan reconocerlos públicamente, concientizando a la población de su existencia y promoviendo leyes que obliguen a la conservación del hábitat del Político Honesto: instituciones transparentes, acceso de los medios de comunicación a toda la información, apertura del sistema democrático para que ingresen ciudadanos comunes y corrientes, e impedir el surgimiento del político profesional que vive y se enriquece con la política. Todo lo anterior sustentado en impedir la permanente y sistemática reelección que convierte a algunos en políticos profesionales de carrera y enriquecidos por el resto de sus vidas.

EL DECÁLOGO PARA RECONOCER A UN POLÍTICO DESHONESTO.

PRIMERO: Son políticos profesionales. Viven y usufructúan de la política, enriqueciéndose ellos y sus familias en muy pocas generaciones, generalmente una o dos. Lo sorprendente es que jamás han inventado un producto o servicio valioso que mejore el bienestar de las personas y pese a ello, se han enriquecido a tasas crecientes y en breve lapso.  Por ejemplo, los Kirchner de Argentina y los Frei de Chile.

Sin embargo, en su discurso siempre se declaran “servidores públicos sacrificados y honestos”, pero en realidad solo se sirven a sí mismos como unos perfectos egoístas. No es necesario que una persona declare “ser un servidor público” porque son sus acciones los que lo avalan.

SEGUNDO: Son de mentalidad socialista. Estos políticos promueven todo tipo de iniciativas que permitan aumentar el tamaño de la clase política y del Estado, generando más cargos con lo que crecen las probabilidades de que ellos se mantengan en el poder o asciendan a instancias mayores. Por ejemplo, pueden llegar a cargos socialistas de carácter mundial como Lagos y Bachelet.

Además, el incremento del aparato estatal permite algo más: el ingreso de parientes y relacionados que pasan a gozar de los cómodos ingresos fiscales. Por eso, es muy común que los políticos profesionales tengan a más de un pariente gozando de las regalías de un cargo público, ingresado por ser “pariente de”. Así surgen los clanes como los Girardi, los Frei, los Chadwick, los Larraín.

Finalmente, como corresponde a su mentalidad socialista, son generosos con la billetera ajena para incrementar en forma geométrica los beneficios asistencialistas financiados por impuestos crecientes, y cuyo único fin es ganarse los votos de los electores mediante el discurso de “lograr la justicia social”.

TERCERO: Son demócratas dogmáticos. Se deshacen en elogios por la democracia (para ellos, todo huele a democracia) olvidando que la democracia es un medio y no un fin. Creen que todo se justifica si lo dictan las mayorías y olvidan que la democracia alemana permitió a Hitler acceder al poder.

La democracia es un medio y sus límites deben ser trazados con claridad. Es cierto que es el único método de cambio pacífico que se ha desarrollado pero no a costa de violar los derechos de las minorías y la libertad individual de las personas de hacer lo que consideren adecuado.

CUARTO: Son demagogos. Estos políticos tienen la actitud de aquellos que, para conquistar el favor popular, hacen promesas que saben falsas o inalcanzables, y simulan estar de acuerdo con los valores y opiniones en boga.

Por ejemplo, hablan de la democracia pero no la practican; hablan del pueblo y toman decisiones a sus espaldas; hablan del servicio público y solo velan por sus propios intereses. Y como mienten tan descaradamente y en forma tan reiterada, ya no les preocupa dicha situación; siempre tienen una excusa para justificar dicho comportamiento.

QUINTO: Son partidarios de la reelección indefinida. Estos políticos son partidarios declarados –no confesos públicamente- de la reelección indefinida en los cargos públicos. Como ya hemos dicho, se declaran fanáticos de la democracia, siempre y cuando eso no signifique que ellos deban abandonar sus cargos por la llegada de otros.

Son partidarios de modificar las normas legales, como la la constitución o similares, pero manteniendo la reelección indefinida con la justificación de que el pueblo debe tener libertad para elegir a quién desee. Siempre y cuando sean ellos los elegidos.

SEXTO: Son amigos de los espacios cerrados y oscuros. Cómo las cucarachas, los políticos son fanáticos de los pasillos oscuros y espacios cerrados entre cuatro paredes, en los cuáles pueden tomar las decisiones que más les favorezcan sin tomar en cuenta a los electores que los eligieron.

Son enemigos –aunque digan lo contrario- de toda norma que aumente la transparencia y mejore la entrega de información pública porque eso los pone en evidencia. Siempre buscarán argumentos para declarar sesiones secretas en el Congreso o evitar que la información fluya libremente.

SÉPTIMO: Son fanáticos del juego de las sillas musicales. La política para estos políticos es un juego muy rentable, siempre y cuando sean unos pocos elegidos. Es decir, son fanáticos de las mayorías cuando los eligen a ellos, pero no desean la participación de las mayorías en los espacios relevantes de decisión política porque eso implica pérdida de poder lo que resulta inaceptable para un político profesional.

Así, los políticos son partidarios del juego de las sillas musicales para repartirse los espacios de poder internos, más relevantes e influyentes, entre un grupo pequeño de ellos porque saben que pronto les volverá a llegar su turno de sentarse en la única silla.

OCTAVO: Son poco adeptos a la Accountability. Este término es sinónimo de responsabilidad, responder por, dar cuenta o dar cumplimiento por lo que existe la necesidad de hacer un seguimiento de acciones y decisiones, para que estas sean transparentes. Por esto existe la rendición de cuentas.

Sin embargo, los políticos se manifiestan ofendidos cuando les piden rendición de cuentas, porque se “consideran elegidos por el pueblo”, al igual que los soberanos del pasado que se consideraban deidades absolutas. Públicamente dicen que solo el pueblo es su mandante, pero el único problema es que el pueblo es como un monstruo de millones de cabezas, incapaces de pensar por sí mismas, y que los vuelven a votar, una y otra vez.

NOVENO: Son charlatanes y polillas. Los políticos son eminentemente charlatanes capaces de ofrecer y prometer lo que sea necesario para mantener a su electorado cautivo. Y, con ese fin, siempre se excitan cuando ven luces y cámaras porque los medios son los principales mecanismos que le permiten posicionar su imagen de hacedor de cosas y por eso los usan ampliamente.

Sin embargo, existe una clara correlación directa entre el nivel de deshonestidad y la aparición en los medios que merecería una validación empírica.

DÉCIMO: Son un reflejo de la sociedad de la que surgen. Los políticos profesionales no surgen de la nada; surgen de la sociedad misma como su reflejo más exacto. Por lo tanto, políticos deshonestos provienen de una sociedad deshonesta y sin valores positivos.

En sus comienzos de vida política independiente, Chile fue liderado por un grupo de aristócratas, cerrado y de recios valores, pero con el paso del tiempo, el poder comenzó a estar disponible para una oligarquía ordinaria y de escasa cultura e ideas, tipo Navarro o Alinco. En este contexto, lo único que atrae a esta oligarquía son los beneficios pecuniarios que entrega el acceso al poder, nada más.

***

No extraña, entonces, que muchos busquen en la política una manera de progresar en la vida en la cual no han tenido mayores chances. Es el gran problema de las sociedades latinoamericanas: no entregar oportunidades a los individuos para que aprovechen sus talentos. En cambio, hemos creado enormes Estados con atractivos estímulos para atraer personas de ciertas características que, al igual que las rémoras y parásitos, se enquistan en los sistemas para vivir de ellos por el resto de sus vidas.

La única alternativa es devolver el poder y el control a los ciudadanos comunes y corrientes para que sean ellos los que determinen que hacer con sus vidas, sin tutelajes, sin asistencialismo enfermizo, y sin una clase política que pretenda más de lo que debe ser…

¿Será mucho pedir?.

PANORAMA Liberal
Domingo 14 Octubre 2012

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