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jueves, 1 de marzo de 2012

CRONICAS DE UN LIBERAL ENAJENADO: He tenido un sueño…

He tenido un sueño...seguimos caminando pero seguimos separados...

He tenido un sueño terrible: la sociedad humana, tal como está diseñada y tal como funciona, no está destinada a sobrevivir y sufrirá terribles cambios. Algunos pueden pensar que esto se debe a la fecha, año 2012, que unos catalogan como un año de cambio y otros de catástrofe, pero solo basta mirar hacia nuestro alrededor y observar como la especie humana se golpea una y otra vez contra el muro de la estupidez. Si existe una ley en las ciencias sociales es la que indica que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y seguimos tropezando.

Probablemente, hace 10.000 años los primeros homínidos comenzaron su andanza por territorios, hoy inexistentes, luchando contra un medio ambiente hostil y contra su propia e innata agresividad. Si, el ser humano y sus antecesores dicen que ponen en práctica un accionar que se basa en la racionalidad, pero en la realidad se alejan de la humanidad.

A través del tiempo, el ser humano ha escrito su historia con la sangre y el dolor de sus semejantes. Y, lo más complejo, es que el uso de la razón no permite justificar ni dar una respuesta satisfactoria por tal comportamiento pese a que el ser humano se arroga la posición más elevada dentro de la naturaleza. Sin embargo, parece que a nadie le interesa preservar la especie humana y cuidar el pequeño planeta que nos cobija con tantas otras especies…¿por qué se nos hace tan difícil hacer muchas cosas bien y, en cambio, parecemos que disfrutamos haciéndonos el mal?. Por ejemplo: guerras reiteradas y permanentes, torturas y maltratos extremos, pobreza y hambre, masacres y genocidios, bombas atómicas lanzadas sobre pueblos y personas, contaminación de aguas y ríos, etc.

Una primera explicación explora el papel de la clase gobernante, política y económica. Se ha hecho creer a las multitudes que sus vidas dependen absolutamente de tal clase gobernante y que sin ellos el mundo se desmoronará. De aquí viene, entonces, el respaldo al comportamiento de la elite mundial respecto al uso que le dan al petróleo para causar guerras, contaminar el medio ambiente, apoyar las regulaciones que defienden monopolios egoístas e intransigentes que terminan afectando nuestra calidad de vida.

Una segunda explicación explora el avance tecnológico. El avance tecnológico y científico está provocando un deterioro de la sociedad en el plano moral y espiritual incentivando el consumo de droga, la soledad y el excesivo individualismo. La tecnología está dotando a los seres humanos de mayores capacidades de manejo de información que lleva a muchos a encerrarse en sus propias realidades. Sin contacto con los demás.

Una tercera explicación explora los cambios culturales. La globalización y la apertura mundial, ha provocado un flujo de valores culturales a lo largo del planeta que lleva a que las personas alteren y modifiquen su conducta, les gusta la misma música y visten las mismas prendas, pese a vivir en culturas disímiles y muy alejadas entre sí. Y este proceso global afecta a todos por igual, deteriorando tradiciones antiquísimas y haciendo surgir unas nuevas, exacerbando la violencia, incentivando la maldad, dando vida al egoísmo, provocando la envidia, potenciando la falta de amor, multiplicando la avaricia, generando corrupción, aumentando la pobreza, faltándoles el respeto a los mayores, perder la fe, disfrutar de una pésima educación, sufrir los deprimentes sistemas de salud, etc.

Los cambios que estamos viviendo nos obligan a permanentes mutaciones y adaptaciones que no están exentas de peligro, porque  algunos rechazan dichos cambios o demoran más en asimilarlos o sufren más en un proceso que conviene comprender…

¿Que mueve al ser humano?…Sus intereses de corto plazo.

Una vez Henry Hazlitt presentó dos grandes características de los seres humanos al vivir en sociedad. En primer lugar, escribió que “la economía, como ciencia social, se halla asediada por un mayor número de sofismas que cualquier otra disciplina cultivada por el hombre...a causa de un factor que resulta insignificante para la Física, las Matemáticas o la Medicina: la marcada presencia de intereses egoístas...Aunque cada grupo posee ciertos intereses económicos idénticos a los de todos los demás, tiene también, como veremos, intereses contrapuestos a los de los restantes sectores; y aunque ciertas políticas o directrices públicas puedan a la larga beneficiar a todos, otras beneficiarán sólo a un grupo a expensas de los demás. El potencial sector beneficiario, al afectarle tan directamente, las defenderá con entusiasmo y constancia; tomará a su servicio las mejores mentes sobornables para que dediquen todo su tiempo a defender el punto de vista interesado, con el resultado final de que el público quede convencido de su justicia o tan confundido que le sea imposible ver claro en el asunto”.

En segundo lugar, puso sobre la mesa “la persistente tendencia de los seres humanos a considerar exclusivamente las consecuencias inmediatas de una política o sus efectos sobre un grupo particular, sin inquirir cuáles producirá a largo plazo no sólo sobre el sector aludido, sino sobre toda la comunidad. Es, pues, la falacia que pasa por alto las consecuencias secundarias”.

Y, finalizó, indicando que “en ello consiste la fundamental diferencia entre la buena y la mala economía. El mal economista sólo ve lo que se advierte de un modo inmediato, mientras que el buen economista percibe también más allá. El primero tan sólo contempla las consecuencias directas del plan a aplicar; el segundo no desatiende las indirectas y más lejanas. Aquél sólo considera los efectos de una determinada política, en el pasado o en el futuro, sobre cierto sector; éste se preocupa también de los efectos que tal política ejercerá sobre todos los grupos”.

¿Podemos aplicar ambos factores a la vida en sociedad?, ¿los intereses egoístas de corto plazo interpretan de alguna manera, el comportamiento global de la especie humana?, ¿acaso no ha vivido todo el mundo, en su vida particular, gratos momentos sabiendo que tendrá que pagar por ellos?, ¿no sabe un joven que conducir un auto en estado de ebriedad puede provocar su muerte y la de otros?, ¿no saben los jóvenes de vida sexual disipada que están hipotecando su vida?, ¿no saben los que se drogan que se están enterrando en vida?.

A nadie parece preocupar ya los efectos de sus propias acciones puesto que creen que alguien vendrá a su pronto rescate. El primero de los rescatistas es la ignorancia, “¡no sabía que podía pasar eso!”, lo que no lo exime de las culpas. El segundo de los rescatistas es la clase gobernante del Estado de Bienestar, “¡el culpable de mi comportamiento es toda la sociedad que tiene una deuda histórica conmigo!”. Es decir, buscamos un chico expiatorio que me de satisfacciones, incluso, inmerecidas.

Los círculos de Covey…nos preocupamos por lo que no debemos.

Steven Covey, autor de los “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, indica que los seres humanos se enfrentan en su vida diaria a dos grandes círculos. En primer lugar, tenemos el círculo de influencia que se relaciona con lo que se puede cambiar por medio de mi accionar personal; y, en segundo lugar, el círculo de preocupación que corresponde a lo que no se puede cambiar haga lo que haga.

Las personas están permanentemente interrelacionando estos dos círculos, percibiendo  como, a medida que nos enfocamos en uno, ese espacio crece haciendo disminuir al otro. Por eso, las personas proactivas centran sus esfuerzos sobre el círculo de influencia haciendo importantes aquellas cosas acerca de las cuales pueden hacer algo, mientras que las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación enfocándose en los problemas y en las circunstancias sobre las que no tienen ningún control.

Es decir, muchas personas se enfocan en su círculo de preocupación, que no podemos controlar, otorgando a las cosas que están en dicho círculo el poder de controlarnos lo que nos saca de nuestro objetivo central. La concentración en el círculo de preocupación provoca resentimiento, rabia y genera energía negativa, al no poder alcanzar los logros, desatendiendo al mismo tiempo las áreas en la que si se puede hacer algo concreto; finalmente, el círculo de influencia tiende a disminuir.

En otras palabras, Covey nos muestra que la solución a los problemas parte por administrar el círculo de influencia, pero las personas tienden a dedicarse a temas que no les competen por muchas razones. Por ejemplo, exigimos que el municipio mantenga limpio el barrio, mientras nosotros lo ensuciamos; exigimos que el Estado de una educación de calidad a nuestros hijos, mientras nosotros los tratamos a puro garabato; exigimos un mejor empleo y salario, mientras solo flojeamos en el trabajo; marchamos en defensa del medio ambiente y la protección de la naturaleza, pero en la casa maltratamos animales y usamos insumos que degradan el medio ambiente...

En otras palabras, el ser humano es un experto para defender sus propios intereses de corto plazo, y no les preocupa lo que pasará mañana. Además, siempre termina preocupándose de temas que están fuera de su control, perdiendo el foco y generando energía negativa debido a la frustración y rabia acumulada porque “otros” supuestamente no hacen su trabajo. En suma, somos racionales, pero estamos desenfocados, porque los bastardos racionales nos manipulan y nos hacen defender sus propias causas con argumentos falaces.

De nuevo los bastardos irracionales al patíbulo…

Dice John Ralston Saul en “Los Bastardos de Voltaire” que “vivimos convencidos de que la solución de nuestros problemas consiste en  la aplicación de un saber-hacer organizado racionalmente, cuando, en realidad, nuestros problemas provienen en gran parte de esa aplicación misma”. Es decir, son los bastardos racionales los que han construido la percepción de que la racionalidad es la condición necesaria y suficiente para dirigir la sociedad en forma independiente de otros valores.
Si Voltaire volviera a la vida....

¿Y quiénes son esos bastardos?. Son los que se han apropiado del poder y lo administran en su propio provecho, en secreto, mediante un lenguaje incomprensible para el lego. Dice Saul que “si Voltaire apareciera entre nosotros, se horrorizaría con la dictadura actual de la razón, que ha destrozado todo lo demás, especialmente el humanismo”. Son la clase política, gobernantes, académicos, burócratas, empresarios, funcionarios y tecnócratas de todo tipo, los que han usado la razón para construir un mundo racional, basado en la defensa corporativa de ciertos intereses de corto plazo, manipulando a las mayorías inertes y estúpidas que los siguen fielmente rumbo al despeñadero.

Son estos bastardos los que posibilitan que la Unión Europea sufra con la crisis económica y el desempleo; que en Chile se centralice todo en Santiago; que en África masacren animales; que en EEUU los alumnos depresivos le disparen a sus propios compañeros; que los estudiantes que quieren una mejor educación se tomen los colegios para que nadie la tenga; que la ONU apruebe la invasión de países débiles para apropiarse de sus recursos; que en China violen los derechos humanos mientras todos callan; que los jóvenes no sean capaces de comprender lo que leen; que los Estados de Bienestar aumenten la deuda pública a niveles insostenibles en el mediano plazo; que la economía siga dependiendo del petróleo que contamina y es finito; que un tercio de la población mundial se muera de hambre…y así hasta el infinito.

Mientras tanto, los bastardos se siguen reuniendo en la ONU, en Davos o en los grupos G20 o G7 o en las Cumbres o en las Asambleas o en los Cónclaves, para verificar que nada marcha bien o que todo puede empeorar o que hay que seguir haciendo más de lo mismo; persisten en el mismo discurso, los mismos hombres con los mismos trajes, reiterando el mismo tipo de razonamientos que ha obtenido los mismos malos resultados. Por ejemplo, el Estado de Bienestar agoniza en Europa debido al exceso de gasto público, pero algunos interesados continúan enfatizando que el Estado de Bienestar es la solución…la cuestión es ¿cómo continuar financiando regalías?, ¿hay que subsidiar a los de Aysen solo porque ellos lo piden?.

Según Saul, la dictadura de la razón ha llevado a que seamos politeístas…Dice que “en Occidente adoramos los ídolos. Adoramos las ideologías...Y es en nombre de ese amor que exterminamos a todos los que no coinciden con sus pautas. Importamos nosotros, nadie más que nosotros. Hemos hecho de Dios una ideología y creo que eso fue lo que despistó a mucha gente que no comprenden de qué manera ejercemos nuestra esencial idolatría, nuestro paganismo, sin necesidad de recurrir a la palabra "Dios"...”.

Y plantea que “somos una civilización de estructura, afectivamente vacía pero, reconozcámoslo, intensa. Nuestro contenido es la ausencia de contenido. Nuestro contenido es la forma, la estructura. Desde hace años, me empeño en hacer comprender que esa estructura, que superó a los gobiernos, se convirtió en una civilización, y que ése es nuestro problema. Hay que advertir de una buena vez en qué se ha transformado la razón occidental por no estar contrabalanceada por otras cualidades humanas, no sólo a nivel intelectual o filosófico, sino también en la vida práctica de todos los días…”.

Respecto de la democracia, muchos la consideran clave para mejorar nuestra calidad de vida, Sin embargo, Saul afirma que “es completamente posible que nos encontremos en la última etapa de la democracia. En realidad, ya no estamos en democracia. Y lo digo teniendo en cuenta los países que han tenido una larga experiencia democrática, no afectada por interrupciones, como Canadá. (En Francia y en Alemania la democracia se vio truncada y en los Estados Unidos subsiste intacto el interrogante acerca de si un país moderno puede estar, al mismo tiempo, inscripto en un régimen democrático y contar con una economía de corte imperial, basada en la esclavitud.) Pero de uno u otro modo, en los estados con larga experiencia democrática, el predominio del espíritu democrático, de lo que ese espíritu implica, ha desaparecido…”.

Indica que “las decisiones fundamentales se toman más allá de cualquier participación democrática, son decisiones de expertos. Y los expertos no trabajan por la democracia sino por el poder, por y para los sectores de poder…

…Advierta lo siguiente: cada vez que se nos propone una solución para un gran problema -y esto ocurre por lo menos desde hace veinte años- uno termina viendo que en realidad no se propone nada. Proponer supone por lo menos dos posibilidades, y lo que se nos dice es: ‘Esta es la solución y no hay otra. Si no se hace lo que decimos, sobrevendrá la catástrofe. Si no hay libre intercambio, habrá cierre total de los mercados y dictadura’. Siempre es esto o el agujero negro: un maniqueísmo absoluto. ¿Cómo se puede decir que vivimos en democracia cuando el presidente o el primer ministro de un país como el mío, Canadá, jamás ofrecen opciones? La base de la democracia es la opción…

…Se trata, en el fondo, del viejo ideal socrático: no hay respuestas completas. Si la respuesta es absoluta entonces estamos, con ella, en el reino de las ideologías, en el reino de Dios, en el reino del Destino. La democracia niega el destino, niega lo inevitable, excepto la muerte. Niega, por lo tanto, la respuesta entendida como un todo cerrado…”.

Y afirma que “hoy ya no se puede dudar. No se puede decir, bajo ningún concepto: ‘hace cincuenta años que hacemos lo mismo, vamos a cambiar’. Para aquellos que tienen responsabilidad, dudar está descartado. Están condenados a la certeza y nos quieren condenar a la certeza. Los tecnócratas añaden que cuestionar, alentar la duda, es un signo de falta de profesionalismo; más aún, que implica poner en peligro millones de vidas cuya realidad está basada en la certidumbre. Y sin embargo, insisto, la democracia no es la certidumbre. Está, por el contrario, basada en la incertidumbre. La certidumbre es la negación de la inteligencia. Creo, por eso, que ya no estamos en democracia. Estamos, y hablo sobre todo de los países desarrollados, en una dictadura confortable. Lo vamos pasando bien...”.

Finalmente, indica que “desde hace unos veinte años, se está realizando un experimento ideológico según el cual la economía dirige la civilización y la democracia ha de entenderse, necesariamente, como una creación de la economía. Es, para abreviar, una interpretación idiota que asegura que la revolución industrial del siglo XIX produjo una burguesía, esa burguesía exigió derechos políticos y esos derechos políticos, una vez concedidos, dieron lugar a la democracia. Lo crea usted o no, eso se enseña en los cursos de economía de todas las universidades y, sin embargo, es completamente falso…

…La democracia no tiene nada que ver con la revolución industrial. Y vamos a terminar dándonos cuenta, de un modo u otro, de lo que implica haber hecho un dios de las fuerzas económicas. Creo que estamos entrando, de hecho, en un período en el que la ideología de turno comienza a resquebrajarse. Estamos al borde de una gran crisis que es el producto directo de esa ideología estructuralista. En síntesis, la causa de estos males es la idea de la economía dirigida por los tecnócratas…

…El dios de los tecnócratas es ese concepto de la economía. Ellos no tienen la menor idea acerca de cómo encontrar una dirección, ni idea ni talento para encontrarla. Tienen, como le digo, un dios. La economía es ese dios y él, según ellos, va a encontrar su propio equilibrio de la mano de la tecnología. Nuestro deber es seguir el curso natural de la economía. ¡Y lo peor es que creen aclarar algo cuando afirman que la civilización y la tecnología avanzan tan rápidamente que no hay manera de darles forma sin perder el ritmo del desarrollo! Es una manera velada de admitir que son mecánicos, técnicos; un modo de confesar que no saben conducir…Ahí tiene usted el ejemplo de Canadá…

…¿Qué dicen las elites de Canadá? Tranquilos, cálmense, no hay problema. Tal es, siempre, la respuesta del tecnócrata, del que teme que la población entre en pánico. Toda duda es antipatriótica, como ya le dije. Jamás admitirán que están equivocados. Me horroriza ver al Ministro de Finanzas de Canadá, o de cualquier otro país equivalente, dirigiéndose a nosotros como si fuéramos idiotas, como si no pudiéramos sentir lo que está ocurriendo…”.

He tenido un sueño…

He tenido un sueño…he soñado que vivimos en una sociedad de tecnócratas o ideólogos que bailan al son que les dictan sus jefes incompetentes…he soñado que vivimos en una nueva forma de corporativismo planetario. Hoy, por ejemplo, la gente recuerda con odio a Pinochet o Allende, insultan a los políticos que no son de su sector, a escondidas hablan mal de los que los rodean, ven programas de televisión que transmiten valores torcidos…pero solo algunos pocos son capaces de racionalizar para encontrar puntos de encuentro, y pensar en las raíces comunes de las ideas de fondo que los movilizan…Los otros, incluso, están contra el consenso que consideran una hermana de la derrota…lo quieren todo o nada…¡No vengo a negociar, vengo a exigir!.

La intolerancia, la discriminación, el abuso y la violencia, son los hijos legítimos del corporativismo que impregnó el paisaje en el siglo pasado y que aún persiste. Es decir, la raíz de lo que nos sucede es la idea corporativa de la sociedad que se agrupa en sectores según intereses comunes y que solo desean preservar tales intereses, tanto en el ámbito económico como ideológico. Y, por eso, si bien los resultados son racionales, muchas veces se alejan de lo humano porque hay un compromiso basado en el “nosotros tomamos esto, ustedes toman esto otro”, y ese compromiso ignora y niega la idea de civilización, vacía de contenido a la humanidad.

Ese es mi sueño: estamos destruyendo nuestra propia humanidad al seguir dioses ajenos e intereses perversos. A nadie le interesa lo humano en lo íntimo. Por eso, debemos separar lo que es políticamente correcto versus lo que es políticamente incorrecto. Muchas personas dicen, públicamente, lo que es políticamente correcto, pero solo en la intimidad se refieren a lo que es políticamente incorrecto. Y esta es la razón y la virtud de los programas de televisión, como los realities, que reflejan realmente como somos, humanos hechos basura...

He tenido el sueño que si no nos detenemos, si no hacemos una pausa para mirar el camino que hemos recorrido y observar la ruta que nos espera, la catástrofe se viene sobre nosotros. Y esta catástrofe es una hipertrofia de lo peor de la humanidad porque “los hombres buenos y nuevos” ya esperan para tomar el poder que les estamos dando en bandeja cuando, en realidad, lo que tenemos que hacer es mandarlos al diablo.

Debemos retornar al individuo y la búsqueda de su equilibrio. De la defensa de intereses privados de corto plazo sólo vienen la pobreza y la violencia. Y no le exijamos a la democracia que nos ayude porque hemos construido una democracia que es muy peligrosa porque es ficticia...Ficticia porque depende, para funcionar, del actuar de legisladores y políticos comprometidos con otros intereses y que promueven un pensamiento excluyente.

Si se desea actuar en forma democrática, con espíritu humanista, se requiere trabajar con ideas inclusivas, con matices, con sentido común.

Una anécdota.

“Una maestra les preguntó en una prueba a los niños cuáles eran las siete maravillas del mundo. La mayoría de los chicos entregaron enseguida la hoja con sus respuestas, pero una niña estuvo mucho tiempo pensando, con el papel en blanco. La maestra se preguntaba por qué le tomaría tanto tiempo recordar la simple lista, y entendió la demora cuando la niña le entregó el papel. Había escrito: VER, OÍR, DEGUSTAR, TOCAR, REÍR, CORRER, AMAR…

La gran mayoría de las grandes lecciones provienen de la inocencia de los niños. Aprendamos de la sabiduría de las palabras de esta niña que no repitió las conocidas maravillas del mundo. Ella se sentó a pensar en su vida, y encontró el placer de esas pequeñas cosas que en la velocidad de todos los días los adultos no alcanzamos a ver”.

CRÓNICAS DE UN LIBERAL ENAJENADO
Jueves 1 Marzo 2012

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