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domingo, 6 de noviembre de 2011

LA BENDICIÓN DEL CAPITALISMO


En un artículo publicado en la Revista Libertad Digital, Mauricio Rojas, escritor y profesor adjunto de la universidad de Lund (suecia), plantea un interesante debate respecto del capitalismo.

El artículo se denomina “La maldición del capitalismo” y se plantea que al capitalismo lo persigue la maldición de su propio éxito. “De este sistema económico que ha sacado a la mayoría de la humanidad de la pobreza se puede decir, parafraseando a Churchill, que nunca tantos le han debido tanto pese a haber sido querido por tan pocos…Nunca la humanidad había conquistado cotas de bienestar semejantes a las que disfruta desde que, hace dos siglos largos, el capitalismo echara a andar. Pero pocos defienden este sistema, y menos aún lo celebran. Parece como si su propio éxito fuese la fuente de una maldición que lo condena a verse denostado por sus propios beneficiarios”.

¿Por qué se produce este evidente contrasentido?

Y el argumento es que la libertad, base del sistema capitalista, es una fuerza caótica, incontrolable y subversiva que debe ser controlada y regulada. Por esta razón, el socialismo es la antítesis de la libertad.

Dice Mauricio Rojas que “la libertad individual no es otra cosa que la libertad de cada uno de nosotros para subvertir todo lo que existe, cuestionar todo aquello en que hemos creído, dejar obsoletas tanto nuestras ideas como nuestras formas de producir y organizarnos. La libertad…crea un desorden permanente, el desorden de la creatividad, del experimento, del cambio, del tratar de ser lo que queramos ser y no aquello para lo cual habríamos nacido, según la tradición y la imposición de un cierto orden social. La libertad es, con otras palabras, la salida del ser humano de lo controlable y predecible, la entrada en la era del cambio incesante; y como tal pesa, cuesta e incluso cansa…”.

Y esta economía de la libertad genera permanentes presiones para no ser desplazado. “El capitalismo no es condescendiente ni amable, y por ello que es tan difícil quererlo”.

En cambio, el mensaje de la igualdad y de la solidaridad del socialismo demagógico calza bien en las mentes de aquellos que son más débiles; por eso la izquierda es una ilusión nefasta porque hace surgir “sueños de otro mundo" en que “el bienestar caiga como el maná del cielo, los derechos sean de barra libre y los fracasos no sean onerosos”.

El rechazo al lucro es una posición más cómoda, y los indignados pueden tener respaldo sicológico y emocional para ocupar las plazas e incluso Wall Street. “Son, por supuesto, anticapitalistas, antiesfuerzo y antiresponsabilidad”.

La libertad individual exige tener el control de la propia vida y hacerse responsable de sus éxitos y fracasos, pero, es más cómodo sentarse en una plaza a despotricar contra un sistema que contra mis propias carencias y debilidades.

El capitalismo es una bendición porque permite que los individuos más capaces y talentosos aumenten nuestro bienestar a niveles impensados. Los demás debemos seguirlos e intentar aportar nuestra cuota de esfuerzo.

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