En una columna reciente, Luis Alberto Moreno, presidente del BID nos indica que “la prensa internacional ha estado sometiendo a América Latina y el Caribe a un intenso escrutinio, pero no por las razones de costumbre...Nuestra región se ha ganado el respeto de inversionistas y la envidia de gobiernos en otras partes del mundo, por su notable recuperación tras la recesión global...”.
¿Tenemos un futuro promisorio?
Latinoamérica es un continente que se ha construido en base a permanentes promesas, pero retrocediendo absoluta o relativamente; con un pasado alarmante de deterioros de la democracia; crisis económicas recurrentes, enormes déficit fiscales; programas de ayuda del FMI e incremento de la pobreza. Sin embargo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), crecerá este año un 4,8%. Por su parte, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) prevé un crecimiento del 5,2% y pronostica “un mejor desempeño para los países del Mercosur, encabezados por Brasil”.
De acuerdo a las proyecciones de crecimiento mundial del FMI, se tiene:
País 2010 2011
EE.UU. 3,3% 2,9%
Eurozona 1,0% 1,3%
Reino Unido 1,2% 2,1%
Japón 2,4% 1,8%
Brasil 7,1% 4,2%
Rusia 4,3% 4,1%
India 9,4% 8,4%
China 10,5% 9,6%
Mundo 4,6% 4,3%
Cómo se puede observar, el crecimiento de Brasil se estima en 7,1%, y la segunda economía latinoamericana, México, crecerá en 4,5% en 2010, luego de la fuerte recesión del año pasado. Perú, el caos del pasado, se revierte para crecer a tasas que se acercan a los dígitos.
Mientras las perspectivas de América Latina mejoran, Europa, EEUU, y Japón se enfrentan a enormes desequilibrios fiscales, planes de rescate para reactivar sus economías luego de la crisis, y ahora les amenaza la infravaloración del yuan chino. Por ejemplo, Europa crecería a tasas menores.
Pero, lo anterior no muestra que somos un continente innovador dado que esas mejores perspectivas se deben al buen precio de las materias primas, impulsados por la demanda de las enormes economías de China e India. Es decir, la reactivación latinoamericana se debe al mayor consumo privado, incremento de la inversión y repunte de las exportaciones. Por ejemplo, en Chile el cobre permitió crear un fondo anticíclico para reactivar la economía.
¿Hay elementos para estar satisfechos?
Este es solo un veranito de San Juan. Con una población de 1.300 millones de personas, un crecimiento que ronda los dos dígitos y una moneda infravalorada, la voracidad china ha impulsado hacia arriba a los precios internacionales de las materias primas y metales, productos energéticos y alimentos. En contrapartida, ha continuado aumentando a su favor el déficit comercial con Europa y EEUU generando la discusión de la posibilidad de devaluaciones competitivas.
Así, para América Latina este incremento en los precios de las materias primas ha permitido tener una situación más desahogada en balanza comercial y déficit fiscal. En otras palabras, seguimos donde mismo y solo las coyunturas favorables externas permiten pararse mejor.
Pero, la presión en los países desarrollados sobre sus balanzas comerciales y fuertes déficit fiscales que, eventualmente, puedan llevar a devaluaciones en sus monedas modificará fuertemente la situación actual, con caídas en los términos de intercambio.
Por lo tanto, seguimos siendo un continente regido por los vaivenes de otras latitudes y no existen indicios de un cambio en dicha tendencia. Además, tenemos recursos tan subutilizados que cualquier mejora asoma como gigantesca.
Cada país debe liberalizar los mercados y aumentar los espacios para que la competencia se desate. Pero, debemos estar atentos a los gobiernos de la neo-izquierda (Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina, etc) atentos a seguir socializando e hipotecando el futuro de nuestros pueblos con políticas públicas asistencialistas propias de un pasado que aún mantiene al continente sumido en el atraso, abandono y pobreza.
América Latina jamás liderará los indicadores de innovación y desarrollo, sino soltamos el potencial creador de sus habitantes.
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