Se ha publicado en la prensa la siguiente carta de un senador de la DC:
“Señor Director:
La celebración del 18 de Septiembre, en el Mes de la Patria, en el año del Bicentenario, ha transcurrido en perfecta calma y normalidad, con gran sentido de unidad, con tres días de feriado irrenunciables para los trabajadores dependientes del comercio. No hubo ni desabastecimiento ni pánico ni escasez ni ninguna de las catástrofes que se habían anunciado por algunos.
Adicionalmente, la señora Juanita, en su emporio, almacén o negocio familiar, tuvo ingresos extraordinarios apreciables. Todos ganamos, nadie perdió.
Hay que confiar en las decisiones del Parlamento y evitar las visiones catastrofistas.
Ignacio Walker, Senador, Presidente del PDC”
Al examinar la evidencia nacional e internacional respecto de la reducción de la pobreza se puede llegar a la conclusión de que la democracia política no es suficiente para lograr dicho fin. Más y más funcionarios y burócratas solo equivalen a más tiempo y recursos que se destinan con menor beneficio.
La democracia política no produce los alimentos, bebidas, vestidos, casas, automóviles, vacaciones y tecnología para gozar y disfrutar. Es más, en muchas ocasiones limitan y restringen a los que producen los alimentos, bebidas, vestidos, casas, automóviles, vacaciones y tecnología, con el pretexto bien intencionado de protegernos de nosotros mismos. Se atribuyen así el papel de salvadores y redentores de la especie.
Lo indicado en la carta por el senador, el cual disfruta de un sueldo financiado por todos los contribuyentes, muestra la profunda ignorancia de aquellos que nos dicen que debemos “confiar en las decisiones del parlamento”. No todas las personas pensamos en el trabajo como si fuera una esclavitud pagada; cualquier trabajo que nos permita mantener una vida decente debe ser honrado con nuestro sudor y esfuerzo. Y si no me agrada o el sueldo no me gusta, estoy en mi derecho de buscar otro empleo que me entregue lo que necesito.
Pero, surgen los santones e iluminados que asocian trabajo a esclavitud, y las mentes débiles se obnubilan exigiendo a sus patrones lo que ellos no son capaces de dar en sus trabajos. Quejas y exigencias por supuestos derechos conculcados y perdidos.
Es cierto, hay empresas que abusan de sus trabajadores en términos de bajos salarios y malas condiciones laborales, pero la verdadera solución no está en regular, fiscalizar ni controlar a esas malas empresas, sino en la actitud pasiva, indolente y falta de iniciativa de aquellos que aceptan esas condiciones laborales inaceptables en el siglo 21…Ese es el drama.
¿De qué estamos hablando?
Nuestra clase política prepara, apoya y aplaude a un pueblo que es capaz de salir a las calles y festejar por tres días, pero nada hace para preparar, apoyar y aplaudir a un pueblo trabajador y esforzado. Existe un gran número de chilenos que pasan por la vida llevando sus derechos por delante de sus deberes; sus placeres por delante de sus dolores; sus irresponsabilidades por delante de sus responsabilidades….Estos son los que gritan en el parlamento y marchan por las calles, exigiendo mejores sueldos y condiciones laborales. Y algunos “honorables” les escuchan y les complacen.
Los otros, los chilenos y chilenas, trabajadores y responsables, asumen sus deberes con responsabilidad y son los que mantienen a Chile. Y consideran que cualquier trabajo debe ser honrado con el esfuerzo honesto y no con la queja. Por este tipo de chilenos y chilenas, es que la medida de cerrar el comercio es abusiva y atentatoria contra ellos: el que quiere trabajar no puede, puesto que los “iluminados honorables” deciden declarar feriados irrenunciables.
Libertad política y libertad económica van de la mano.
Pasaron los tiempos de exigir más democracia, puesto que el derecho al voto no sirve sino tengo que comer. En cambio, se debe profundizar la democracia económica o el capitalismo que genera todos los bienes que necesitamos con la suficiente abundancia y eficiencia. Y aquí la clase política es mezquina y cruel manteniendo en la pobreza a cientos de personas que podrían trabajar pero que decisiones discrecionales de entes pagados con el dinero de todos los contribuyentes…
Sin mercados libres las personas se adormecen y dejan que su espíritu de iniciativa sea devorado por el gran expropiador estatal.
En otras palabras, las personas no solo deben participar de una libre democracia política votando por los candidatos de su preferencia, si no que deben participar de una libre democracia económica votando por aquellos bienes y servicios más preferidos sin restricciones ni tutelajes.
El capitalismo es una maravilla que puede ayudar a superar la pobreza a tasas crecientes siempre y cuando sean los mismos pobres lo que lideren su transformación. Todos somos capitalistas y tenemos capacidad e iniciativas individuales, a menos que permanezcamos obnubilados a la espera de la llegada del “hombre nuevo”, un mesías, lleno de virtudes y que descenderá trayendo el cielo a la tierra. En realidad, los “hombres nuevos” solo traen más de lo mismo: miseria y subdesarrollo mental y material.
No se debe esperar nada de los gobiernos de turno, salvo que alguna vez creen una “red de oportunidades” para que apoyen a los cientos de miles de chilenos y chilenas que desean desarrollar sus talentos, sin asistencialismo ni paternalismo, para alcanzar la prosperidad y el bienestar que buscan y ansían.
Solo el Capitalismo genera Riqueza, el socialismo es pura pobreza...
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