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sábado, 25 de septiembre de 2010

INSTITUCIONALIDAD Y SOCIEDAD DE OPORTUNIDADES

La creencia de que un ministerio y más funcionarios burócratas pudiera ser el paso clave en el desafío “de superar la pobreza y distribuir oportunidades que nivelen la cancha en la que nos desenvolvemos cotidianamente” debe ser cuestionada debido a los pobres resultados que estas permanentes intervenciones generan en la población en términos del aumento de personas pobres y la ingrata sensación del incumplimiento de las expectativas.

Seamos claros: más instituciones solo generan más burocracia que poco ayudan en la implementación de una sociedad de oportunidades.

Pero, este mito se sustenta en el argumento de que la bienvenida democracia siempre genera actos justos que propenden a la mejora de todos. La democracia cambia gobiernos pero no debe pretender dirigir la economía, dado que esta última solo depende del accionar de cientos de miles de personas pujando en los mercados por los derechos respectivos por bienes y servicios que están intercambiando.

La democracia solo debe preocuparse de proteger los derechos individuales de las personas, sus derechos de propiedad y la defensa de los contratos. Son los individuos y su accionar en los mercados lo que determina si una persona ha sido exitosa al intercambiar sus derechos por los derechos de otras personas. De la pobreza se sale entregando valor a otras personas, valor por el cual ellas están dispuestas a pagar un cierto precio.

Por lo tanto, que las democracias intervengan los mercados solo aumenta la pobreza al impedir que las personas tengan la libertad de orientar sus esfuerzos creativos a las áreas en las cuáles pueden crear valor.

Cualquier oficina nueva con nuevos burócratas bientencionados es el primer paso para que surjan nuevos problemas. En realidad, la clave está en hacer respetar los derechos individuales, el derecho a la propiedad y la defensa de los contratos. Por ejemplo, las sociedades más desarrolladas, en el pasado, se basaban en acuerdos de palabra para concretar negocios, pero en las sociedades más atrasadas –como la nuestra- la palabra no vale y se requieren respaldos o garantías para asegurar la restitución de lo invertido.

En Chile, la desconfianza camina en las calles con las personas. Trate de hacer un trámite cualquiera; la primera sospecha es respecto de su identidad: me llamo Nelson….respuesta: muestre su cédula de identidad. Y esto pasa porque las democracias se meten al área económica e introducen imperfecciones mayores.

Debemos reconocerlo: la democracia no garantiza per se el progreso económico.

Es más, los derechos de los ciudadanos no deben depender de las democracias de turno, dado que son preexistentes, y deben estar por sobre las mayorías ocasionales. Y los gobiernos solo deben proteger dichos derechos.

La democracia falla para reducir la desigualdad y reducir la pobreza, porque pretenden dirigir la economía por sobre la defensa de los derechos individuales, de propiedad, de la vida, derechos inmanentes a los seres humanos. Algunos políticos creen que deben reducir la desigualdad, y para eso aumentan impuestos y expropian la riqueza que generan los talentosos, lo que termina aumentando la pobreza. Si se quiere eliminar la pobreza necesariamente debe aumentar la desigualdad puesto que siempre el talento al estar diversamente repartido produce que algunos avancen mucho más rápido que otros.

Por ejemplo, Alexis Sanchez, joven futbolista chileno, tiene un talento natural que ha trabajado duramente lo que le ha permitido superar la pobreza, mientras que los amigos de su infancia son pescadores en su natal Tocopilla con ingresos limitados. Dada esta desigualdad algunos propondrían aumentarle los impuestos a Alexis, cuando vuelva, para entregárselos a sus amigos de la infancia, pero lo único que se producirá es que, en vez de trasladar su riqueza a Tocopilla, Alexis se queda a gozar de ella en algún paraíso tropical.

Las absurdas pretensiones de los políticos de reducir al mismo tiempo la desigualdad y la pobreza los lleva a un intríngulis que ni la mejor ingeniería social puede resolver; al final no logran ni lo uno ni lo otro. Así, los políticos solo debieran crear instituciones que permitan que se produzca la explosión de creatividad inherente al ser humano…

¿Es el gobierno un agente del progreso?

La tesis es que ningún ser humano o grupo de seres humanos puede disponer de la suficiente información o el necesario conocimiento que sea necesario o preciso para organizar coordinadamente la sociedad mediante mandatos coactivos. La sociedad es el resultado de un orden espontáneo no dirigido. En otras palabras, no es posible que una simple institución –un ministerio- pueda tener la capacidad de dirigir un entramado colectivo tan diverso, complejo e intrincado, y poner en la balanza todos sus aspectos, grandes y pequeños, para poder organizarlos.

El accionar de los gobiernos y sus instituciones solo genera pobreza si no habilita a las personas a expresar su talento en los mercados de todo tipo, lo que solo se logra creando leyes que defiendan la propiedad, los contratos y los derechos individuales. En caso contrario, los gobiernos no son agentes del progreso sino del estancamiento.

¿Cómo salir de la pobreza?

Como no existe institución alguna que pueda disponer de la información o el conocimiento que sea necesario o preciso para organizar coordinadamente la sociedad, solo se deben dejar que operen los talentos diversos para generar la riqueza estableciendo un régimen de derechos que vayan más allá de simples leyes.

Proteger la vida, la propiedad y los contratos, es la clave para salir de la pobreza.

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